
Desde 2019, el Perú lidera las exportaciones mundiales de arándanos y, desde 2023, también las de uva de mesa. Para que este protagonismo continúe al alza, el recambio varietal se configura como una estrategia: la sustitución de variedades tradicionales por genética mejorada permitirá atender las altas exigencias de los mercados del exterior.
De cara al 2026, un año marcado por las elecciones generales y la redefinición de prioridades económicas, es oportuno conocer cuántas hectáreas pensadas para estas frutas frescas tienen la posibilidad de abrazar la diversificación.
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El panorama del arándano
En el último reporte de inflación del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), se coloca sobre la mesa al recambio varietal como uno de los factores que ha determinado el éxito del arándano: una ventana comercial que, si bien abarca de setiembre a diciembre, posee la opción de ampliarse según el calendario de poda.
Dicha ventaja competitiva la ha otorgado la adaptación climática que tuvieron que enfrentar esos primeros brotes traídos de Chile hace más de 15 años: Biloxi y Ventura. Con el tiempo, se han ido incorporando otras variedades libres —Sekoya Pop, Rocío, Secoya Beuty y EB-92—, a tal punto que, en el 2024, estas seis concentraron el 76% de las exportaciones.
No obstante, también hay variedades patentadas, como Eureka Sunrise y Eureka Gold, que tienen mayor potencial de incremento agrícola frente a las variedades libres. En ese sentido, el BCRP es enfático:
“El potencial de crecimiento de la producción de arándanos está en el recambio varietal de más de 8,000 hectáreas certificadas que aún cuentan con variedades libres y que representan cerca del 42% del total del área sembrada”, se puede leer en el documento oficial.
Es más, la entidad comparte un gráfico para evidenciar la progresión en la producción del fruto azul y, de paso, resaltar que su crecimiento ya no depende solo del área sembrada, sino de factores como la mejora en el rendimiento o el clima.

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Salto productivo de la uva de mesa
Por su parte, la uva de mesa también ha visto cambios en su producción. Sin embargo, en este grupo priman las preferencias del consumidor global: la demanda se concentra cada vez más en uvas verdes sin semilla, de mayor tamaño y más crujientes.
El Perú, desde los 90, fue el pionero en la transición, con variedades como Thompon Flame, Crimson, Sugraone y Red Globe. No obstante, poco a poco esta lista se ha ido convirtiendo en “lo tradicional” y ahora exige innovaciones que cubran las exigencias del mercado.
En detalle, “el potencial de un continuo crecimiento de la producción de uva de mesa está en el recambio varietal de 5,218 hectáreas certificadas, lo que traería mayores rendimientos en los campos a renovarse y en los ya renovados en los tres últimos años, cuando las plantas empiezan a registrar sus mejores performances”, se refiere en el informe del BCRP.
“Al igual que en el caso del arándano, las variedades licenciadas de uva tienen un mayor potencial de rendimiento en comparación con las variedades tradicionales”, se añade.

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El margen productivo total
Las 8,000 hectáreas de arándanos y las 5,218 de uva de mesa pendientes de recambio varietal suman 13,218 hectáreas con capacidad de elevar la productividad sin ampliar el área agrícola. Este paso que apuesta por la ciencia será clave para sostener el liderazgo del Perú a largo plazo.
Cabe resaltar que, hasta octubre, el Ministerio de Agricultura y Riesgo (Midagri) calculó que los envíos de arándanos frescos alcanzaron los US$ 1,806 millones (17.8% de participación); mientras que las uvas frescas, US$ 864 millones (8.5% de participación).








