
Desde el Bank of America (BofA) observan positivamente, en términos generales, el avance de la economía peruana este año, pese a que tendrá incidencia el inicio de la campaña por las elecciones generales 2026. Tal es así que revisaron al alza su proyección de crecimiento y también visualizan con optimismo el déficit fiscal, pero con condicionantes vinculados a Petroperú.
Sin embargo, en entrevista exclusiva con Gestión, Alexander Müller, economista jefe para la Región Andina, Centroamérica y el Caribe del BofA, apunta una serie de factores que preocupan: el gasto público y su impacto en el grado de inversión, el desaprovechamiento de los términos de intercambio y varios “golpes” de la creciente inseguridad.
¿Qué estimado tienen para la economía de Perú en este año?
Acabamos de revisar las proyecciones de crecimiento para este 2025 de 3.1% a 3.4% y, para el 2026, de 2.6% a 2.8%. Hay más de un factor que lo explica. Probablemente, el más importante es el aumento de los términos de intercambio. Esa variable históricamente ha sido muy potente para impulsar la economía peruana. Para resumirlo, esto genera que aumente el ingreso nacional disponible, utilidades de las empresas, recaudación de impuestos, entre otros.
¿Qué otros aspectos hay?
La política monetaria está ayudando y, en el ámbito fiscal, la inversión pública y su dinamismo. Otro factor es la mejora en el mercado laboral. También puede favorecer al balance de riesgos el retiro de los fondos de AFP (si dinamiza el consumo en el corto plazo), pero en el largo plazo es malo.
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Entrando al panorama fiscal, varios analistas estiman que este 2025 se incumpliría la regla de déficit fiscal, por tercer año consecutivo. ¿Ven cercana una revisión del grado de inversión del Perú?
Desde el Bank of America tenemos una opinión fuera de consenso: creemos que, este año, el Gobierno sí va a cumplir la regla fiscal. En agosto último, estuvo en 2.4% del PBI [la meta del Gobierno es de 2.2% para el 2025].
Hay que recordar que en el 2024 hubo una transferencia de capital a Petroperú de alrededor de 0.4% del PBI. Entonces, si este año no se hace una nueva transferencia y todo lo demás se mantiene constante, mecánicamente, vas a llegar [a cumplir tu regla].

¿Preocupa la reciente emisión de bonos por US$ 287 millones para la petrolera estatal?
Esta no es una operación de gasto público, sino de endeudamiento. Sí es una ayuda a Petroperú, pero en la contabilidad del déficit fiscal no debería ser un gasto.
¿La inestabilidad por el ciclo electoral ya se interiorizó?
En este momento, los mercados están indiferentes al tema electoral, pero creo cambiará hacia fines de año, cuando la campaña presidencial arranque realmente. En Latinoamérica hay solamente dos países donde las elecciones no tienen casi ningún efecto en los mercados y Perú no es uno: son República Dominicana y Panamá porque el equilibrio político allí es muy amigable a los inversionistas.
En las elecciones de Perú, siempre hay un candidato que infunde preocupación, por lo menos, en la primera vuelta y eso resiente a los mercados y desacelera la inversión privada.
¿Con estos términos de intercambio es “correcto” crecer alrededor de 3%?
Los canales de transmisión de los términos de intercambio al crecimiento se han atrofiado. Cuando los precios de metales están en niveles altos en un tiempo prolongado, las compañías se animan a invertir más, pero ahora los conflictos sociales y la inestabilidad política debilitaron ese canal de transmisión.
¿Sobre quién recae la culpa de este atrofiamiento?
Sería injusto echarle la culpa a una institución específica, es más una realidad del país en conjunto. Pero, para salir del problema, las personas que toman decisiones al alto nivel del Gobierno y el Congreso de la República deben buscar dar estabilidad política.
Perú tiene alrededor de 40 partidos políticos habilitados para las elecciones. ¿Qué mensaje se percibe en el exterior?
Sin duda, es una de las razones que genera incertidumbre y por la que se prevé una desaceleración de la inversión privada. Incluso, en un escenario que sea positivo para los inversionistas, existe también el riesgo para la gobernabilidad por un Poder Ejecutivo que no cuente con el apoyo del Congreso. Eso lleva a la economía a un estancamiento.
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Sobre el mercado laboral, en Gestión identificamos que el grupo más joven es ajeno a este ritmo positivo del empleo. ¿Qué riesgos tiene esta tendencia en economías en desarrollo como la de Perú?
Tener mayor desempleo en los segmentos sociales de jóvenes puede generar fricción social y es un llamado urgente de atención para ponerle énfasis a invertir en capital humano. Ante la alta informalidad, no hay una “bala de plata”, creo que la solución pasa por impulsar el crecimiento. Hay una correlación estrecha e inversa entre el ingreso per cápita y la informalidad.
Las economías ilegales crecieron fuertemente ante la inacción del Gobierno. ¿Cuánto y qué se está perdiendo?
El riesgo es muy negativo. En el corto plazo, ingresan más dólares y puede haber dinamismo del consumo, pero se daña la economía porque vienen acompañadas de corrupción, narcotráfico, trata de personas, extorsiones, sobornos. Traen una serie de problemas sociales e institucionales que puede dañar la capacidad de la economía de crecer en el largo plazo.
Hoy Perú también tiene síntomas de la “enfermedad holandesa”. Con el ingreso de más dinero, las personas empiezan a gastar más, pero en sectores no transables. Si bien esos sectores se van a expandir con una mayor demanda, suelen ser menos productivos que los transables, como las exportaciones, que miran al mercado extranjero y no solo al mercado doméstico.
Si los sectores no transables empiezan a crecer más que los transables, la productividad de la economía puede bajar.

Considerando este escenario adverso, de bajos niveles de productividad, ¿el Perú está en riesgo de ser etiquetado como “economía ociosa”?
Definitivamente no la calificaría como ociosa. De entrada, está creciendo más que la región y el mundo. Además, Perú tiene una posición macroeconómica privilegiada. En Latinoamérica, solo dos países tienen la deuda pública debajo del 40% del PBI: Perú y Guatemala. A esto se suma un déficit fiscal moderado –aunque se ubicó por encima del “techo” establecido–, reservas internacionales muy altas, inflación controlada, entre otros.
La posición de Perú sigue siendo privilegiada y, además, tienes un marco de política económica bastante sólido. La Constitución también ayuda bastante a atraer inversión extranjera directa con varios importantes candados.
Pero ¿diría que Perú desaprovecha la coyuntura aún siendo favorable?
Sí. Hubo muchas reformas en la década de los 90, después siguieron algunas como las reglas fiscales, los acuerdos de libre comercio, pero posteriormente, en algún momento, el Perú entró en una etapa de parálisis donde más bien iba en “piloto automático”. Creo que el próximo Gobierno tiene oportunidad para hacer reformas y podría enrumbar a la economía a una mayor movilidad.
Hoy, la inseguridad es la principal preocupación en el país. ¿Les inquieta su escalamiento?
Sí. Si solo miramos –esta vez– la parte económica, hay un efecto significativo sobre el crecimiento ante el aumento de la tasa de homicidios. Pero, no es lo único. Las extorsiones, por ejemplo, generan que los empresarios pequeños dediquen menos dinero a invertir en expandir su negocio, se reduce la intención de hacerse más grandes.
¿Con los actuales niveles de inseguridad ya se relegan los factores positivos del Perú para invertir?
Siempre hay aspectos positivos y negativos, pero creo que en la balanza lo positivo todavía pesa más.
Pero, ¿la brecha se ha acortado?
Sí, claro.
Continuando con el gasto público, lo destinado para remuneraciones viene aumentando fuertemente, pero no se observa lo mismo para los ingresos del fisco. ¿Cuánto debe preocupar la tendencia?
Estudiando los países latinoamericanos, una tendencia muy negativa que he visto en economías que terminaron con problemas graves de desequilibrios en las finanzas públicas, que al final termina afectando la calificación de crédito y una eventual pérdida del grado de inversión, es la rigidez del gasto público.
Por ejemplo, Costa Rica, en 2008, cambió su Constitución para invertir el 8% del PBI en educación y, hacia el 2018, se les duplicó la deuda pública, pasó como del 30% al 60% del PBI, y perdieron el grado de inversión. Hay que tener mucho cuidado con aumentar la rigidez del gasto público porque, en Latinoamérica, suele ser conducente a problemas económicos y, en algunos casos, a perder el grado de inversión.

Bachiller en Comunicación y Periodismo en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), especializado en economía, negocios, mercado laboral, políticas públicas, tributario, procesos concursales.








