
La élite económica de Perú esperaba escuchar a los seis principales candidatos presidenciales el jueves en la exclusiva reunión anual para ejecutivos locales, denominada CADE, donde las entradas cuestan hasta US$ 2,000 por persona.
Sin embargo, y con poca antelación, cuatro de los candidatos cancelaron su asistencia, evitando a la clase empresarial del país y rehusando participar en la importante conferencia.
El desaire está causando conmoción en Perú, justo cuando el ciclo electoral se prepara para las elecciones de abril, rompiendo la tradición de que cualquier aspirante a la presidencia aprovecharía la oportunidad de hablar en el evento.
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“En mi opinión, el CADE es una actividad social de una élite”, dijo el comediante y candidato conservador Carlos Álvarez en un video publicado en redes sociales el 24 de octubre. “Creo que pararme frente a la clase ejecutiva empresarial y política a dar un examen de cuán preparado puedo estar o no, no es lo que busco. No deseo que una élite me califique, por más poderosa que sea”.
La decisión de Álvarez provocó una serie de cancelaciones. Dos figuras de peso en la política, la ex candidata presidencial Keiko Fujimori y el empresario César Acuña, siguieron su ejemplo. Los tres son considerados candidatos favorables a los negocios. Un cuarto contendiente, el centrista Mario Vizcarra —hermano del expresidente Martín Vizcarra—, canceló su asistencia el martes.

Eso deja solo a dos aspirantes a la presidencia que se espera que asistan: Rafael López Aliaga, exalcalde de Lima, de derecha, y Alfonso López Chau, exrector universitario que compite con un partido de izquierda.
Los seis invitados habían sido seleccionados según las primeras encuestas, que los situaban como favoritos. Su apoyo oscilaba entre el 11% y el 2%, lo que refleja lo fragmentado que está el panorama electoral, en una contienda en la que se espera participen más de 30 candidatos.
En ciclos electorales anteriores, la conferencia del CADE funcionaba como el arranque oficioso de la campaña, y los candidatos la utilizaban para ganarse el respaldo de la clase empresarial.

El evento de este año comenzó el martes con la participación del presidente José Jerí, quien prometió aumentar el gasto en seguridad pública el próximo año. Su mandato comenzó el mes pasado y no puede postularse a las elecciones de 2026.
“El CADE tiene ahora poco valor como herramienta política, y los empresarios no se dan cuenta de eso”, afirmó Rodolfo Rojas, socio de Sequoia Political Advisory, una consultora con sede en Lima.
Los candidatos entienden que el poder real ya no reside en las grandes empresas, sino en el auge de economías ilegales como la minería artesanal de oro, que hoy mueve miles de millones de dólares en mercancías.

“Los conglomerados ilegales tienen una agenda completamente diferente a la del CADE”, explicó Rojas, “y tienen más recursos que las empresas formales, ya que no están sujetas a los límites de financiación de las campañas”.
En CADE, el descontento es evidente.
“Consideramos que no asistir al CADE y no dialogar con los empresarios no es un acto de valentía, sino que puede ser un acto de escapismo”, declaró Gonzalo Galdos, presidente del IPAE, la organización responsable de la conferencia, el miércoles ante la prensa. “Estamos acostumbrados a que en periodos electorales se satanice a los empresarios y se los utilice como chivo expiatorio de todos los males que aquejan al país”.








