
Desilusión. Esa es la palabra que la revista Travel and Tour World (TTW) emplea para definir el efecto de Perú, Italia, Indonesia, Japón, Islandia y Grecia en el ánimo de los turistas.
Al respecto, argumenta que el incremento vertiginoso de los visitantes, los precios inflados y la erosión cultural dificultan la estadía. El sobreturismo emerge, así, como un fenómeno que perjudica a la economía y al prestigio del suelo nacional ante los ojos del mundo.
LEA TAMBIÉN: ¿Inversión privada en la Cuenca Amazónica? Esto resalta el BID sobre las oportunidades en Perú
Aguas Calientes y la “retención” de turistas
La congestión de personas caracteriza a Aguas Calientes (Cusco), el único punto de partida para subir hasta la atracción clave de los viajeros: Machu Picchu. ¿A qué se debe? Ricardo Acosta, presidente de la Asociación Peruana de Agencias de Viajes y Turismo (Apavit), lo explica.
“Vinculado al sobreturismo está el maltrato que recibe el turista con respecto al ingreso a Machu Picchu. Estamos siendo todos testigos mudos de la mala forma en que se están vendiendo los ingresos en Aguas Calientes. Los turistas deben quedarse horas en una cola, ya sean adultos mayores o niños, porque la atención es lenta”.
Y encuentra, en esta ralentización, un interés económico poco saludable.
“En Aguas Calientes el turista está obligado a pernoctar. [...] Busca una entrada sin la certeza de que podrá ingresar porque a veces le dicen que no hay boletos hasta dentro de 24 horas o 48 horas. Sin embargo, el Ministerio de Cultura parece sordo y esto nos ha llevado a una nota de prensa que perjudica la imagen del país. Aguas Calientes es tierra de nadie, un mercadillo por el cual ya no se sabe ni por dónde caminar y hay, además, precios de hoteles que están por el aire", señala.
Coincide Enrique Quiñones, presidente de la Asociación Peruana de Operadores de Turismo Receptivo e Interno (Apotur).
“Los turistas que llegan a Aguas Calientes se topan con una cola que deben formar hasta las 8:00 p. m. sin la certeza de que van a conseguir entrada. El fin es que la gente se quede lo más que pueda ahí, en el pueblo. Pero un viajero que no pudo comprar la entrada de Machu Picchu, planificadamente, deja de comprar otros componentes de destinos del turismo del Perú”, analiza.
Reconoce, incluso, una forma de “extorsionar al turista” para que participe en el mercado como consumidor de bienes y servicios.
“El visitante que no ha comprado las entradas online a Machu Picchu tiene que dormir una, dos, tal vez tres noches en temporada alta, comer, comprar artesanías”, enumera.

LEA TAMBIÉN: Más del 30% de peruanos ha visto negocios cerrar o reducir actividades por la inseguridad
Impacto económico
Acosta mira en este panorama más pérdida que ganancia. “El impacto económico es tremendo. Empieza la falta de empleo, porque el turismo es uno de los pilares que más trabajo genera, directa e indirectamente”, sostiene.
“Somos los mejores en gastronomía y tenemos Maido, pero si dejan de venir los turistas también hay menos producción para los restaurantes y, por tanto, menos demanda de los alimentos que cultiva el agricultor. Y no solo para el agricultor, también para el transporte y todas las raíces del turismo”, agrega.
Considera que la situación empeorará porque el Perú se aproxima a una temporada electoral y, con ella, omita esta problemática: “Cuando hay elecciones, durante los seis primeros meses el país está parado y un poco antes también, porque [los candidatos] dicen: ‘Si hago tal cosa, pierdo voto; y si hago esta otra, también’. Buscan la confianza de la gente“.
Quiñones, en esa línea, aborda otra arista que propicia el daño económico: la corrupción.
“Las entradas que se comercializan en Aguas Calientes generan corrupción, generan mafia. En una agencia, en un counter o, inclusive, en un puesto de artesanías, la entrada que cuesta S/ 150 la pueden encontrar a S/ 300. No es solamente una persona [la beneficiada], esos otros S/ 150 se dividen entre muchos”, indica.
Todo ello le ha valido a Perú integrar la ‘lista negra’ de la cual hace mención Travel and Tour World (TTW): “Una lista de destinos famosos en Instagram que están abarrotados, son demasiado caros y ya no valen la pena”, se puede leer en el titular.
¿Cuál es la razón? “La afluencia diaria [de Machu Picchu] está limitada a 4,500 visitantes y causa erosión de senderos, acumulación de basura y sobrecarga la infraestructura local. Aguas Calientes se ha convertido en una parada abarrotada y cara. La UNESCO ha expresado múltiples preocupaciones sobre la sostenibilidad, pero su cumplimiento sigue siendo difícil”, determina TTW.

LEA TAMBIÉN: Sura Investments prepara esto ante posible salida de capitales por elecciones
¿Cómo combatir el sobreturismo en Machu Picchu?
Tanto para Acosta como para Quiñones, un primer paliativo a la mala experiencia del viajero se ubica en la venta de entradas a Machu Picchu: anular la venta presencial y disponer toda la distribución vía online.
“Desde nuestra asociación, deseamos que el total de entradas se venda vía online. En concreto, hay solo 1,000 entradas para venderse localmente y eso ocasiona que haya una sobredemanda y largas colas. La inadecuada gestión hace que Machu Picchu sea visto como un destino donde la experiencia de viaje es terrible”, comenta el representante de Apotur.
Aunque él juzga excesiva la etiqueta de “sobreturismo” en el Perú —hay mayor visitación en Venecia, Italia, por ejemplo—, sí percibe una gestión de visitantes cuestionable.
“Segundo, que vaya Defensa Civil y vea si es correcta toda la cantidad de gente aglomerada en los locales comerciales, que dé su veredicto. Es muy raro que no se pronuncie”, refuerza, por su parte, el vocero de Apavit.
Otra salida que ambos expertos sugieren es concretar la construcción del centro de interpretación de Machu Picchu, un proyecto que busca optimizar la experiencia de los turistas a través de información y mejora en el flujo.
Este plan ha quedado suspendido en el calendario: desde el 2019, el gobierno lanzó información sobre un inicio de construcción en el 2020, pero no se visibilizaron más novedades en la agenda pública.

LEA TAMBIÉN: FIL Lima 2025 prevé asistencia de más de medio millón de personas: Las novedades
Las soluciones y el interés estatal
Otro punto en el que convergen ambos líderes es en la importancia del diálogo.
“Hemos levantado este tema frente al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo: nos escuchan, pero no hacen nada. Frente al Ministerio de Cultura: nos escuchan, pero no hacen nada. Frente a la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco: nos escuchan, pero no hacen nada. Y con la Municipalidad del Cusco es imposible hablar de esto porque lo que quiere es que traigan más entradas para venderlas localmente, pero eso no sería la salida”, interviene Quiñones.
En esa línea, Acosta también asegura que Apavit se ha reunido con las autoridades oportunas.
“Nos hemos reunidos diversas veces con el Ministerio de Cultura. Lo que pasa es que no hay comunicación entre un ministerio y otro”. Se refiere a una discusión entretejida, que cuente con el respaldo del Mincul, pero también del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo.
Finalmente, aunque ambos aplauden la edificación moderna del nuevo aeropuerto Jorge Chávez, subrayan que la conectividad falla en el punto de aterrizaje en Cusco.
“En Lima el turista observa un megaeropuerto, luego toma su vuelo de conexión a Cusco y siente que ha llegado a un aeropuerto de aldea, porque ni los servicios higiénicos están optimizados. Aguas Calientes está sobrepoblado y no tiene una posta médica adecuada para turistas nacionales e internacionales”, dice Acosta.
“Incluso si pensamos en el aeropuerto de Chinchero (Cusco) para recibir más gente, ¿pero cuál va a ser el plan de sostenibilidad en este sitio? ¿Cuál va a ser el plan de sostenibilidad de Ollantaytambo y de otros sitios arqueológicos que son más frágiles que Machu Picchu?“, finiquita Quiñones.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.