
Mientras nos alistamos a conmemorar el Día del Trabajador, un informe del Observatorio Económico, Financiero y Social de la Universidad de Lima alerta sobre una problemática persistente y especialmente aguda fuera de la capital: la informalidad laboral que golpea con fuerza a las regiones del país.
Según el estudio, más del 75% de los trabajadores independientes en Perú continúa en situación de informalidad. Sin embargo, la realidad se agrava en las regiones rurales, donde la cifra puede escalar hasta un alarmante 98%.
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Departamentos como Puno, Huánuco y Huancavelica encabezan esta preocupante estadística, combinando altos niveles de empleo informal con pobreza multidimensional y bajo acceso a servicios básicos.
“En las zonas rurales, el 86% de los trabajadores es informal. Esta situación limita no solo el crecimiento económico local, sino también las oportunidades de desarrollo humano”, señala la economista Rosa Luz Durán, responsable del estudio.
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Mujeres del campo
El informe subraya también que la desigualdad no solo es territorial, sino también de género.
Las mujeres rurales, en particular, enfrentan una triple desventaja: menor acceso a la educación, bajos ingresos y escasa protección en salud. Muchas de ellas no completaron la primaria y trabajan sin ningún tipo de respaldo legal ni social.
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Ingresos precarios
En zonas urbanas como Lima Metropolitana, los trabajadores informales ganan en promedio S/ 2,266 al mes, frente a los S/ 2,880 que perciben sus pares formales.
Pero en regiones alejadas, los ingresos son aún menores y sin beneficios como seguro de salud, pensión o estabilidad laboral.
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Para la especialista Rosa Luz Durán, la solución pasa por políticas públicas enfocadas donde más se necesita: “educación, salud y formalización laboral en las regiones rurales y con enfoque de género”.
Mientras tanto, millones de trabajadores seguirán siendo invisibles para el Estado, y el desarrollo regional seguirá postergado.