
A partir de este año el Perú cuenta con una Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular, mientras que sectores como manufactura, pesca y agricultura avanzan en este modelo sostenible que va más allá de eliminar el desperdicio. En “Diálogos”, espacio promovido por Gestión en alianza con la Cámara de Comercio Española, cuatro expertos analizan cuál es el panorama y los retos para su implementación.
En los últimos años, la economía circular viene ganando terreno no solo por ser una herramienta clave para enfrentar el cambio climático, sino también por su potencial en las empresas y en la reducción de brechas.
En principio, el objetivo de la economía circular es que los productos, bienes y materiales mantengan su máximo valor el mayor tiempo posible, precisó Lluís Torrent, consultor en economía circular y cambio climático.
“La economía circular es un modelo que busca no exista el desperdicio, que no exista la contaminación tanto material como sólida, como líquida como gaseosa. Reconvertir un objeto que siga teniendo aún más valor”, comentó.
LEA TAMBIÉN: Fusiones y adquisiciones en Perú: así pesan los aranceles y el factor ESG en los acuerdos
No se trata solo de reciclaje, sino de un enfoque más avanzado que incluye la remanufactura y la recuperación de productos para alargar su vida útil.
Este cambio de modelo de negocio abre un sin número de oportunidades a la empresa privada, señaló Marcos Alegre Chang, exviceministro del ambiente.
“Hay avances. Hay negocios que remanufacturan productos, recuperan cosas, las reparan y comercializan (...) Hay otros negocios que empiezan a estructurar muy a la base de la economía circular, no comprar cosas (que van a usar limitadamente), sino pagar por servicios”, indicó.
Para Mariela Cánepa, exviceministra de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales, la economía circular ha provocado un gran cambio al pasar del pensamiento lineal de “extracción, producción y tirar” a una visión de ciclo de vida del producto. Esto no solo busca reducir los residuos sólidos, sino también la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Cánepa explicó que una mejor gestión de residuos sólidos y el tratamiento de aguas residuales podrían resolver “el 50% de la reducción de emisiones” del Perú, contribuyendo a las metas de mitigación y reducción de gases.
¿Hay retos para la implementación?
Si bien ya se tiene una Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular, el principal desafío radica en la implementación.
Paloma Roldán Ruiz, directora ejecutiva de Ciudad Saludable, señaló que, si bien hay varios aspectos positivos “en el papel”, queda pendiente cómo trasladar esas políticas públicas a acciones concretas.
“No se trata solamente del Ministerio de Producción llevando la batuta, sino también de que esto aterrice las políticas públicas. El principal reto está en cómo todo esto que tenemos puede verse en prácticas del día a día de la más sencilla en la que el ciudadano puede contribuir a que la agenda local de su barrio y de su territorio pueda seguir avanzando”, sostuvo.
A su vez, Chang comentó que, en proyectos públicos, la falta de articulación entre sectores también podría limitar el impacto. Un ejemplo es el tratamiento de aguas residuales que debe ser coordinado entre el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) y el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri).
“Hay cosas que coordinar. La empresa de agua puede tratar el desagüe al punto de tenerla limpia para riego, pero no puede invertir más en el canal de riego porque ya es otro sector, entonces ahí tiene que empalmar el Midagri con los canales para que ese agua llegue a las chacras”, explicó.

¿Qué deben tener en cuenta las empresas?
Con un mercado global cambiante en el que los consumidores exigen medidas de mitigación de reducción emisiones, la sostenibilidad ya no es solo un cumplimiento normativo, resaltó Torrent.
Esto, indicó, ahora representa un “valor del producto” que el consumidor valora, incluso pagando más por productos orgánicos o con condiciones de respeto a la naturaleza.
“Ya no es la norma, es que el propio consumidor está empezando a exigir (...) Cuando una empresa quiere meterse en esto, lo primero que tiene que hacer es convencer a su dirección, normalmente se hace un pequeño diagnóstico”, señaló.
Este diagnóstico implica medir el consumo de energía, agua y recursos, así como la generación de residuos y gases. Esto permite identificar puntos débiles y establecer un plan de acción.
Además, el ahorro en costos de producción -como electricidad, agua u otros recursos- es un incentivo inicial que puede demostrar el beneficio económico de la economía circular.
Chang estimó que un manejo eficiente del agua, un plan de eficiencia energética y en la reducción de mermas en las industrias productivas puede representar hasta un 25% de ahorro en facturación anual.
“A veces el ahorro no está en el ADN de la empresa, porque se cree que solo vendiendo más se gana más. Pero un paso previo es ahorrar porque también hace más competitivo, especialmente cuando el agua y los recursos que la empresas necesita son cada vez más escasos y costosos”, sostuvo.
Sin embargo, medio de esta tendencia, preocupa el fenómeno del “greenwashing”, donde algunas empresas buscan una imagen de sostenibilidad sin un cambio real en su ADN empresarial.
Para Roldán esto puede deberse a una falta de comprensión de la urgencia climática, a lo que se suma la escasez de herramientas y formación adecuadas para integrar la economía circular en el negocio.
“El reto principal de un negocio es sacarlo adelante, entonces, muchas veces pensamos que todavía estamos en un proceso de reactivación post pandemia, y no es tan fácil que el componente de sostenibilidad esté tan presente, porque nuestra mirada no está en entender que los negocios hoy deben tener esta mirada de circularidad”, refirió.
El papel del financiamiento
Aunque las empresas más grandes vienen avanzando en la sostenibilidad, Canepa señaló que es más complicado exigir eficiencia energética, tratamiento de aguas y manejo de residuos sólidos a las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Las inversiones en economía circular pueden tener un retorno a mediano o largo plazo, lo que desanima a las pymes, haciendo necesaria una mayor flexibilidad para acceder a financiamiento para iniciativas sostenibles.
En medio de esto, señaló que un actor importante es el sector financiero. Aunque las bancas multilaterales ya muestran interés, se necesita involucrar a la banca nacional para que ofrezca facilidades para inversiones en eficiencia y gestión de residuos, indicó Canepa.
“Creo que la banca tiene que empezar a aparecer, quizá flexibilidad en las cuotas, una tasa mucho más barata porque al inicio la rentabilidad no va a estar al 100%, pero en el año 5 sí. La banca tiene que ayudarnos a mover esto, si no funciona”, apuntó.
Actualmente algunas cajas municipales están desarrollando productos financieros para microcréditos con enfoque de economía circular y también existe cierto financiamiento estatal. Sin embargo, que la informalidad y la desconfianza de las empresas hace que esto aún esté limitado, apuntó Chang.
“Se habla de 80% o 90% de informalidad en algunos sectores, y eso limita el acceso a fondos. Otra fuente también son los fondos públicos, los subsidios de innovación, que no se usan porque no se conocen, hay barreras o porque a veces la empresa desconfía un poco del Estado, temen que abrir sus puertas signifique recibir fiscalizaciones o multas”, explicó.
En tanto, el gobierno también puede impulsar la economía circular a través de las compras públicas sostenibles. Si el Estado, que compra alrededor del 10% del PBI, empieza a exigir criterios de sostenibilidad, “va a incentivar que el mercado detone”, señaló Chang.