
Fabricar, usar y tirar son operaciones que conforman un mecanismo de producción desfasado: asegurar la disponibilidad de los recursos ambientales para las siguientes generaciones exige que un modelo lineal se convierta en uno circular. En Perú, empresas de los sectores industrial, turístico y agroexportador ya han abrazado las prácticas verdes y han observado réditos.
Los expertos que ahora lideran estas iniciativas compartieron sus experiencias durante el “Foro empresarial de economía circular”, a cargo de la Cámara de Comercio de España en alianza con Gestión.

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Acciones alrededor del cemento
El Grupo Unacem comprende en su dinámica de trabajo un pilar vinculado con el ambiente y la biodiversidad. En detalle, se preocupa por regular el porcentaje de residuos que dejan los materiales de construcción. Asimismo, para algunos procesos, usa combustibles alternativos.
“Nuestro journey en la economía circular empieza con la sustitución de combustibles fósiles con combustibles que se pueden producir desde la biomasa de residuos”, explicó Pedro Lerner, CEO de la compañía.
Agregó: “Otro tema de la economía circular tiene que ver con la longevidad y la sostenibilidad del negocio. Llegó un momento en el cual todo el material, toda la piedra caliza, empezó a escasear y dijeron que había solamente siete u ocho años de vida del material. Un ingeniero identificó que, si se recombinaba la piedra caliza con aquello que había sido considerado como un residuo [descarte de la cantera], el tiempo de vida podía extenderse”.
En suma, resaltó cómo los materiales descartados de las canteras podrían tener una vida más.

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El ecoturismo como atracción
Perú, la cuna de una maravilla mundial, requiere de políticas que propicien el turismo sostenible, especialmente en Machu Picchu, la zona más atractiva para los visitantes. En esa línea, Inkaterra aplica estrategias innovadoras en la gestión de residuos y la producción de la energía.
“Machu Picchu siempre llama la atención, pero también lo hace su basura acumulada. No había capacidad de los trenes para sacar toda la basura, especialmente el plástico, y se amontonó de tal manera que la Unesco mencionó que podría sacar a Machu Picchu de la lista”, sostuvo José Koechlin, presidente y CEO de esta institución pionera en ecoturismo.
Ante esta problemática, Inkaterra vio la oportunidad de compactar el plástico y de “pasar a lo siguiente”, como lo definió Koechlin: “Nos preguntamos qué otra basura había e hicimos un invento”.
El invento es un proyecto circular: residuos orgánicos, producto del turismo, que se transforman en biochar. Este biochar o biocarbón es un fertilizante natural que alimenta posteriormente los bosques alrededor de Machu Picchu.
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Una vida más para el banano orgánico
Ecoban, una empresa de Piura, se dedica a sumar la economía circular a la cadena de valor del banano orgánico, producto protagonista en el norte del país. ¿Cómo? Transforma los residuos plásticos del rubro en productos útiles, por ejemplo, esquineros para exportación.
Diego Balarezo, gerente general, empezó su intervención con un recordatorio: “Piura es un desierto y, gracias a una represa dentro de esta zona agrícola, existen pequeños productores. En un momento dado, ellos decidieron apostar por un banano orgánico justo, global y que llega a Europa y a Estados Unidos. De ahí la preocupación: la visita europea vio todo el plástico que generamos con este producto”.
Continuó con la historia: “Hace unos 7 u 8 años vimos la real dimensión de cuánto plástico estaba generando. Habíamos creado una especie de desiertos o corredores de plásticos flotantes. Era necesario que la misma cadena pueda solucionar su problema de plásticos”.
Aquí lo sorprendente es que el productor es también consumidor del material reciclado.
“Lo importante era ser eficiente y rentable por sí mismo. La parte de la subvención inicial, que fue para el tema de construcción de planta, funciona sola. No es una empresa creada para mover abundantes flujos de dinero, pero sí [el suficiente] para sus empleados, para sus planillas, para sus impuestos”, subrayó.
En esa línea, resaltó que es clave la articulación con gobiernos locales y socios internacionales para avanzar en las prácticas verdes.

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Espacios de diálogo
Los expertos coincidieron, finalmente, en que una doble vida de ciertos productos tiene la posibilidad de crear espacios de circularidad y beneficiar a la comunidad.
Pero un aspecto que no puede quedar de lado, indicaron, es la promoción de espacios de diálogo para escalar en las iniciativas: si el primer punto es el reciclaje, el segundo podría ser la preocupación energética.
Ya el estudio de Datum ha recogido la tendencia. El 55% de empresas ha declarado contemplar en sus planes mayor inversión en el tema; sobre todo, en el aspecto de energía (42%). La explicación que brindó Urpi Torrado, CEO de la encuestadora, es que la gestión de residuos (31%) ya ha tenido una participación considerable durante muchos años.
Es decir, no se ha perdido el interés en este punto, sino que el factor energía se ha colocado en el podio de prioridades. Unacem e Inkaterra ya lo aplican, Ecoban lo contempla para el mediano plazo.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.








