
En el 2024, el norte del Perú –que comprende La Libertad, Lambayeque, Piura, Tumbes, Cajamarca y Amazonas– registró la menor tasa de crecimiento económico (2.7%) en comparación con las demás zonas. Para este año, se anticipa una ligera mejora (2.9%) por la recuperación de la agroindustria y por el aumento de la construcción, sustentado en proyectos públicos.
Ambos sectores, al ser intensivos en empleo, impulsarán la generación de puestos de trabajo y, debido a sus encadenamientos, dinamizarán actividades como el comercio y los servicios.
Asimismo, se espera un incremento en el crédito de consumo y para microempresas, respaldado por la disminución de la morosidad, que en el 2024 se ubicó entre las más altas del país (solo superada por la zona oriente).
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Sorteando los problemas
No obstante, esta recuperación prevista para este año es muy vulnerable al clima. El riesgo radica en un posible deterioro acelerado de las condiciones meteorológicas, tal como sucedió en el 2017. Según datos recientes de temperatura, ya se ha superado el umbral de El Niño Costero moderado. Queda por ver cuánto tiempo se mantendrán estos niveles y cuál será la duración e intensidad de las lluvias.
La zona norte concentra cerca del 60% de la producción agrícola de exportación –principalmente en La Libertad, Lambayeque y Piura–. Aunque el clima del 2024, caracterizado por altas temperaturas y escasez de agua, no fue el más propicio, resultó menos adverso que el del 2023.
Como consecuencia, la producción de arándanos y uvas –los dos principales productos de exportación– se recuperó hacia finales del 2024 y comienzos de este 2025, superando los niveles previos al fenómeno de El Niño.
De cara a este año, los especialistas, por lo menos hasta ahora, proyectan un escenario climático más propicio para la agroindustria, con una campaña favorable a partir del segundo trimestre.
Se espera que La Libertad –principal productora de paltas y arándanos– lidere este impulso, seguida por Lambayeque y Piura. Esta recuperación es clave, condicionada al clima, considerando que la agroindustria puede llegar a representar casi un tercio del empleo formal en la zona.

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Inversión con impulso estatal
Este año, la inversión pública crecerá por segundo año consecutivo y alcanzará un nivel récord. Esto se deberá principalmente a dos factores. En primer lugar, el avance de los proyectos a cargo de la Autoridad Nacional de Infraestructura –antes bajo la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios–, desarrollados mediante el esquema “Gobierno a Gobierno”, donde un Estado extranjero asesora al peruano en la ejecución de obras.
Dichos proyectos incluyen obras de prevención de inundaciones, como la construcción de diques, defensas de ríos y canales en su mayoría ubicados en La Libertad y Lambayeque, así como nuevos sistemas de drenaje pluvial en Piura y Tumbes.
En segundo lugar, se espera la puesta en marcha de nuevos proyectos de inversión pública bajo el esquema tradicional de contratación estatal. La zona norte concentra la mayor cantidad de proyectos con un valor superior a S/ 50 millones licitados en el 2024 –iniciativas con mayor probabilidad de iniciar y concluir obras–, cuya ejecución se llevaría a cabo mayormente en 2025 y 2026.
En el ámbito de las Asociaciones Público Privadas (APP), también se prevén avances en la modernización de los aeropuertos de Piura y Chiclayo, así como en la Autopista del Sol, que conecta Trujillo con Sullana.
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Inversión en el hogar
La autoconstrucción en el norte volvería a crecer este 2025, tras tres años consecutivos de caída. Su pico más reciente se registró en el 2021, cuando la pandemia impulsó a muchas familias a invertir en sus hogares. Esta recuperación estará en línea con la mejora del empleo –sobre todo formal– y con la estabilidad en los precios de los materiales de construcción.
La tendencia al alza se observó desde finales del año pasado y habría continuado durante este verano. De acuerdo con una encuesta de Apoyo Consultoría de fines del año pasado, cerca del 25% de las familias del norte urbano planeaba realizar mejoras en sus viviendas en los primeros meses de este 2025, superando el 21% reportado en marzo del 2024, para los tres meses siguientes.
En cuanto a la compra de nuevas viviendas, especialmente bajo el esquema de vivienda social Techo Propio –concentrado principalmente en La Libertad, Piura y Lambayeque (en ese orden) debido al desarrollo agroindustrial–, también se prevé un aumento este año. Este impulso se explica, sobre todo, por los mayores subsidios que se han asignado a la zona.

Un entorno pesimista
En el norte, la inseguridad, el crimen organizado y la minería ilegal continuarán limitando el desarrollo de la actividad formal. Además, la mayor frecuencia de fenómenos climáticos y la alta vulnerabilidad de la zona para afrontarlos no generan un ambiente propicio de confianza, lo que ha derivado en un mayor pesimismo entre la población respecto de otras regiones del país.
De acuerdo con una encuesta de Apoyo Consultoría e Ipsos, el 40% de la población adulta del norte considera que su situación económica estará peor en los próximos 12 meses, superando largamente el promedio nacional de 22%. En conjunto, estos factores conducirían a un crecimiento limitado en la región, no solo en este 2025, sino también en los años siguientes.

Los limitantes al crecimiento
Por: Iván Portocarrero, Director de Análisis Sectorial de Apoyo Consultoría

La inseguridad se ha convertido en uno de los principales problemas del país para cerca de dos tercios de la población del norte. De acuerdo con una encuesta de Apoyo Consultoría, alrededor del 40% de los adultos en esta región considera que la inseguridad limita su capacidad de generar ingresos.
A nivel corporativo, el 60% de los ejecutivos clientes del SAE señala que la delincuencia es uno de los factores que más impactarían el entorno de negocios. Como reflejo de esta desconfianza, no se observan grandes proyectos de inversión privada en la zona.
En la misma línea, la minería ilegal representa otro obstáculo. Los altos precios del oro y normas como el Reinfo incentivan la actividad de mineros informales y, al mismo tiempo, desalientan el desarrollo de la minería formal.
Esta situación ha reducido, en parte, el peso del norte en la producción minera formal a nivel nacional: hace diez años aportaba el 12% del total y, según proyecciones, en este 2025 apenas alcanzará la mitad de esa cifra. Por otro lado, la región mantiene una alta vulnerabilidad climática.

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