El crecimiento del empleo formal privado en el Perú se sigue desacelerando. En mayo, aumentó 4.2% por segundo mes consecutivo, lejos del promedio de crecimiento mensual de 7.9% registrado en el 2022. ¿Esta tendencia va a continuar?
Los analistas no son muy optimistas de cara al segundo semestre y esperan que, en el mejor de los escenarios, la tasa de crecimiento actual se mantenga. Son diversos los factores que explican esta proyección para la segunda parte del año.
La esperada caída en la inversión privada es la principal causante, dado su efecto directo en la creación de puestos de trabajo de calidad. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) espera que se contraiga 2.5% en el 2023, dado que su principal componente, la inversión minera, retrocedería en 18.9%. De acuerdo al Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), por cada empleo directo generado en minería se crean ocho empleos indirectos.
Para Eduardo Jiménez, jefe del sistema de información de Macroconsult, estas cifras reflejan una realidad todavía más pesimista. “Esconde en algún grado la formalización de los trabajadores, por ejemplo en el sector agrícola. Por eso es que en general ese numero aparece siempre bastante más alto del que calculan otras fuentes”, advierte Jiménez.
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Es decir, el crecimiento del empleo formal no se debería únicamente a la creación de nuevos puestos de trabajo, sino a la formalización de aquellos que anteriormente se encontraban bajo un régimen informal.
La incertidumbre política también se presenta como un factor disuasivo para la creación de empleo. Por un lado está la posibilidad de un aumento en el sueldo mínimo impulsada por el Poder Ejecutivo. Además, actualmente hay tres proyectos de ley en el Congreso que buscan reajustes en la Remuneración Mínima Vital (RMV) con una periodicidad fija. El 13 de julio se reinstaló el Consejo Nacional de Trabajo (CNT) para evaluar este tema.
A esto se le suma, el riesgo de reactivación de protestas sociales en Lima, lo cual afecta directamente el sector comercio, donde se concentra el 19.4% de la población ocupada.
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Así, de acuerdo a la última Encuesta Mensual de Expectativas Macroeconómicas del BCRP, las expectativas de contratación de personal a tres meses se mantienen en terreno negativo. Por su parte, “las expectativas a doce meses apenas se encuentran en terreno positivo y han caído con respecto al mes pasado”, analiza Rafael Zacnich, gerente de estudios económicos de Comex.
En línea con Zacnich, Miguel Jaramillo, investigador principal de Grade, detalla que considerando la data del BCRP, las expectativas empresariales por el lado de la inversión privada parece mostrar que no habrá mucho impulso (al empleo).
“No espero mucha recuperación (del empleo) para el segundo semestre (...) “Con suerte” podríamos permanecer en los mismos niveles. Aún así, podría darse una pequeña recuperación pero estará sujeta a que haya más claridad sobre el futuro”, remarca.
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Jaramillo subraya que el Gobierno debe comenzar a pensar qué medidas debe tomar para asegurar que le 2024 sea un mejor año que este. Agrega que el empresariado está muy cauto y de cara al discurso de la presidenta Dina Boluarte el 28 de julio, por Fiestas Patrias, “claramente las malas noticias no van a contribuir a mejorar la situación del empleo”.
Pese a todo ello, un factor clave que rescatan los analistas consultados es que la recuperación podría iniciarse recién en el 2024, siempre que el fenómeno de El Niño sea moderado y la inversión privada tenga un mejor desempeño.
Gana la informalidad
La ausencia de puestos de trabajo de calidad empuja a los individuos a buscar oportunidades laborales en el sector informal. De hecho, en el 2022, la cantidad de negocios informales creció en 7.9%, la tasa más alta desde el 2014 si se excluye el rebote registrado en el 2021, según la Cámara de Comercio de Lima (CCL).
“En el mercado de trabajo de Lima Metropolitana, hemos visto que la calidad del empleo está disminuyendo. La gente en situación de subempleo ha aumentado”, señala Hugo Perea, economista jefe de BBVA Research.
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