
La empresa peruana Selva Industrial ha consolidado su posición en el mercado internacional con una oferta diversificada de frutas tropicales procesadas, principalmente de jugos, purés y productos IQF (congelados rápidamente individualmente)
La categoría IQF, en particular, responde a la creciente demanda de formatos versátiles en los sectores minorista y de alimentos preparados, donde los compradores priorizan ingredientes naturales, trazables y de alto valor funcional.
Actualmente, el 75% de sus exportaciones se dirige a Europa, especialmente a Francia, Alemania, Países Bajos, Suiza y Bélgica, canalizadas principalmente a través del puerto de Róterdam. El resto se distribuye entre Estados Unidos, Puerto Rico, Chile y Ecuador.
El portafolio de la empresa incluye doce frutas, entre ellas maracuyá, piña, camu camu, mango y carambola. Además, su portafolio de productos orgánicos ha experimentado un crecimiento significativo. “El negocio orgánico es más estable y menos volátil que el convencional, y Perú tiene una excelente reputación como fuente de productos orgánicos”, afirmó Renzo Gómez, representante de Selva Industrial a Fresh Plaza.
Selva Industrial ha apostado por diferenciarse de competidores como Costa Rica, líder en piña fresca, al ofrecer piña MD2 en formato orgánico congelado. También ha incorporado recientemente el jengibre procesado, cuya campaña inició en junio de 2025 en la selva central del Perú.
“Actualmente, el jengibre peruano es muy demandado por empresas productoras de bebidas saludables, inyecciones inmunológicas y mezclas funcionales, que valoran la intensidad aromática y el perfil nutricional de esta raíz”, resaltó.
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Volatilidad global acelera apuesta por orgánicos en exportación frutícola
Sin embargo, el entorno operativo presenta retos estructurales. La empresa reporta que el cambio climático, la especulación en el transporte marítimo y los altos costos logísticos afectan la planificación y la estabilidad comercial. “Las tarifas de flete pueden pasar de US$ 4,000 hoy a US$ 6,000 en tres meses, lo que afecta gravemente las relaciones comerciales”, señaló.
Además, los precios internacionales también son una variable crítica. Y es que el valor del concentrado de naranja, por ejemplo, pasó de US$ 2,800 por tonelada antes de la pandemia a un pico de US$ 7,000 durante la escasez causada por enverdecimiento, y hoy se estabilizan entre US$ 3,900 y US$ 4,900.
En respuesta, la firma ha reforzado su estrategia de diversificación hacia productos orgánicos, que ofrecen mayor estabilidad de precios. A mediano plazo, prevé expandirse a mercados de Asia y Oceanía, y trabaja para superar barreras como la condición de nuevo alimento del camu camu en Europa.
“Lo importante es mantener la trazabilidad, la sanidad y las certificaciones. Eso es lo que buscan los importadores en un mundo cada vez más exigente”, aseguró.
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