
El pan con chicharrón peruano ha vuelto a ser tendencia internacional tras llegar a semifinales del “Mundial de los Desayunos”, el certamen virtual impulsado por el streamer español Ibai Llanos. Mientras en redes sociales millones de usuarios votan por este símbolo de la gastronomía criolla, en Lima existen negocios que, más allá de la popularidad digital, han consolidado su identidad formalizando su marca ante el Indecopi.
A la fecha, 73 marcas de chicharronerías se encuentran registradas y vigentes en la clase 43 de servicios de restauración(alimentación). “Según una búsqueda realizada en las bases de datos de la Dirección de Signos Distintivos bajo los términos “chicharrones” y “chicharronerías”, señala la entidad. Entre ellas, destacan diez nombres que han pasado de ser emprendimientos familiares a íconos de la cultura del desayuno limeño.
El Chinito: tradición desde 1960
Fundado por Félix Yong en el corazón del Cercado de Lima, El Chinito abrió sus puertas en 1960 y se convirtió en sinónimo de pan con chicharrón acompañado de camote y salsa criolla. Su historia refleja cómo un negocio de esquina se transformó en una cadena con varios locales, manteniendo la esencia de un producto clásico con sello limeño.
Doña Paulina: un origen en carretera
La historia de Doña Paulina comienza en 1973, cuando Paulina Francia instaló un pequeño puesto en la Panamericana Sur vendiendo tamales y chicharrones a viajeros. Ese esfuerzo derivó en un crecimiento que le permitió abrir locales en Lima y el sur chico, mostrando cómo la movilidad en carretera puede ser la base de un negocio gastronómico de largo aliento.

Chanchipan: la fusión en clave nikkei
Chanchipan irrumpió en 2011 como la primera chicharronería “fusión”. Su propuesta innovadora incorporó sabores nikkei como teriyaki, miso o maracuyá al tradicional pan con chicharrón, acompañados de tortillas de maíz y papas fritas. Con locales en Jesús María y Pueblo Libre, ha logrado estandarizar procesos y diferenciarse en un mercado donde la tradición suele ser dominante.
Kio: un clásico de Lince
Nacida en 1978 de la mano de la señora Kio y su esposo Alfonso, esta chicharronería se instaló en Lince y expandió sus operaciones con el tiempo. Su permanencia por más de cuatro décadas la coloca entre los negocios familiares que supieron consolidarse sin perder el sello barrial que la caracteriza.
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La Lucha: la cadena de nueva generación
Creada en 2009 por César Taboada, La Lucha abrió en Miraflores con un formato moderno de sanguchería. En pocos años pasó de ser un local concurrido a convertirse en una cadena con presencia en distintos distritos de Lima. Su éxito muestra cómo un concepto tradicional puede adaptarse a modelos de expansión propios de la gastronomía contemporánea.
Sarita: el desayuno frente al mar
Ubicada en Punta Hermosa, Sarita lleva más de 25 años ofreciendo pan con chicharrón y tamales a vecinos y veraneantes. Su ubicación estratégica le permitió asociar el consumo del desayuno criollo con la experiencia playera, generando un público fiel que regresa cada temporada.
Chicharrones del Inca: la apuesta en cadena
Desde inicios de los 2000, Chicharrones del Inca se expandió como cadena con varios locales en Lima. Si bien su historia no tiene la trayectoria de los negocios más antiguos, su estrategia de múltiples puntos de venta responde a un mercado que busca estandarización y cercanía.
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Don Lucho: un referente de los años ochenta
Fundado en 1988, Chicharrones Don Lucho consolidó su presencia en Pueblo Libre y Miraflores, convirtiéndose en un referente del desayuno criollo en la capital. Su permanencia por casi cuatro décadas refleja la capacidad de sostener un negocio con base en la calidad y la constancia.
Rodri: sabor de barrio en Surquillo
La chicharronería Rodri mantiene el formato de negocio familiar en un distrito tradicional como Surquillo. Su propuesta se sostiene en la cercanía con el público y un menú contundente, lo que le ha permitido conservar clientela fiel en un entorno donde los grandes nombres suelen dominar la oferta.
Tobi: longevidad en los conos
Con más de 35 años de historia, Tobi ha operado principalmente en el Rímac y Chorrillos. Su presencia en zonas populares muestra cómo el pan con chicharrón trasciende los distritos céntricos y se consolida como desayuno transversal en todos los sectores de Lima.

Indecopi destacó la importancia del registro de una marca, al considerarlo una herramienta que otorga identidad, permite diferenciarse en el mercado y brinda seguridad jurídica a las empresas. En un contexto en que productos tradicionales, como el pan con chicharrón, han alcanzado gran visibilidad en plataformas internacionales, la entidad señaló que la protección de marca es un paso clave para transformar esa exposición en una oportunidad de negocio sostenible.
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