
A pesar del temor que generan los sucesivos cambios de Gobierno y crisis políticas, actualmente, el principal obstáculo para el crecimiento económico del Perú viene siendo la inseguridad, señaló Giofianni Peirano, presidente del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan).
Teniendo en cuenta que el Perú tiene un avance promedio de 3% anual, la inseguridad ciudadana podría estar costándole al país más de tres puntos porcentuales de crecimiento del Producto Interno Bruto (PBI).
“Ha habido rotaciones en el Gobierno y la economía sigue sólida y creciendo. Solo que el tema de inseguridad ciudadana y crimen organizado genera como una morbilidad que si lo llegásemos a solucionar podríamos crecer otra vez a seis o siete puntos y retomar nuestro punto de desarrollo”, comentó a Gestión.
Bajo ese escenario, el representante de Ceplan consideró que el Perú podría alcanzar el estatus de país desarrollado hacia el 2050. De esa manera, en unos 25 años, estaría equiparándose en términos de poder adquisitivo y PBI per cápita a los niveles que tienen hoy economías europeas como Polonia, Grecia o Portugal.
Este impulso en la economía peruana se dará también por las oportunidades que puede generan el potencial en la agroindustria, la transición energética y los nuevos Tratados de Libre Comercio (TLC) con mercados asiáticos como China, India, Indonesia y Hong Kong.
En agroindustria destacó los proyectos Majes Siguas II y Olmos, que buscan ampliar la frontera agrícola; mientras que en segundo lugar se resaltó el desarrollo del hidrógeno verde, que abarataría los costos de electricidad y daría mayor competitividad.

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Inestabilidad sin impacto macroeconómico
Pese a que el país ha vivido siete sucesiones presidenciales del 2016 al 2025, el presidente de Ceplan afirmó que los cambios de Gobierno ya no generan el mismo efecto que antes en la economía, pues la estructura económica blinda el ciclo de crecimiento frente a los vaivenes políticos.
De hecho, la estructura de planeamiento y presupuesto del país tiene hoy una “rigidez del 80% al 85%”, lo que estaría garantizando que los proyectos continúen ejecutándose más allá de los ciclos políticos.
“Así se haya dado el cambio de Pedro Castillo a Dina Boluarte, y de Boluarte al presidente José Jerí, la cadena de metas físicas y presupuestales se sigue implementando. Puede haber cambio político, pero un cambio macroestructural no”, indicó.
Uno de los principales factores detrás de la resiliencia económica del Perú es el dinamismo del sector privado, que actualmente representa el 77% del PBI nacional.
“La primera sucesión generó temor en el empresariado, pero si ya estamos en la sexta o séptima, vemos que el ciclo se retoma y el crecimiento continúa. Cada vez el factor residual de los cambios sucesorios no termina por impactar”, indicó.
Peirano recordó que la inversión privada se asigna bajo criterios de eficiencia y riesgo calculado, a diferencia del gasto público, que muchas veces responde a decisiones políticas coyunturales y no garantizan un retorno efectivo en la sociedad.

Cabe indicar que, aún en escenarios pesimistas analizados por Ceplan, en los que la corrupción, la polarización y la falta de transparencia pueden terminar socavando la democracia, el estudio resalta que inversiones estratégicas como el puerto de Chancay y una mayor integración comercial permitirían sostener parcialmente la economía.
Sin embargo, el presidente del Ceplan advirtió que una de las principales amenazas es la posibilidad de una alteración de la independencia del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) o un giro hacia políticas fiscales expansivas sin sustento técnico.
“El empresariado sigue apostando porque la variable macroeconómica no se altera. Otra cosa sería si se perdiese la estabilidad sobre el BCRP y sobre los indicadores macroeconómicos, y comienza con una emisión compulsiva del dólar, se descapitalizaría, generaría inflación y entraríamos a un gasto superfluo político antes que técnico”, sostuvo.
¿Bicameralidad ayudaría?
Si bien el retorno de un Congreso con diputados y senadores en 2026 ha generado dudas en la población, Peirano consideró que la bicameralidad podría contribuir a estabilizar el sistema político peruano y generar consensos más sólidos en la gestión del Estado.
“Con la modificación del Senado, el Perú podría tener ya un peso más fuerte de estabilidad, en el marco de que el Senado va a tratar de que la composición del gabinete sea un consenso. Eso asemeja más a un sistema de gobierno parlamentario, pese a que la estructura es presidencial. Yo diría que sí habría mayor estabilidad”, indicó.
Aunque reconoció que el regreso al sistema bicameral no eliminará el fraccionamiento político, consideró que al estar más atomizado por los partidos consolidados, podría ayudar a sostener un gabinete multipartidario, técnico y político que le dé viabilidad y sostenibilidad al Gobierno en turno, el cual probablemente no vaya a tener mayoría.
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Con vista al próximo Gobierno, señaló que el Ejecutivo ni el Legislativo puede estar gobernando en modo coyuntural, sino que deberían trabajar en una función programática, planificada y prospectiva, es decir, teniendo en cuenta riesgos como una nueva pandemia o el estrés hídrico.
En ese sentido, Peirano precisó que se viene impulsando el “planeamiento legislativo”, un mecanismo para que el Congreso oriente su trabajo no solo a temas coyunturales, sino a objetivos de largo plazo.
“Hemos propuesto al Congreso un planeamiento porque claramente temas como forestales, pecuarios, agrícolas, agropecuarios, de minería ilegal y crimen transnacional, ya están apareciendo en el radar y más tarde se van a agravar si no hacemos nada. El Congreso debería legislar 20% en temas coyunturales y 80% en temas que puedan afectar a futuro”, añadió.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres con experiencia en radio, tv, redes sociales y medios impresos. Escribo y hablo sobre economía y finanzas desde el 2020.







