
En 1988, la modernidad desató una protesta en Washington: los profesores de matemática desaprobaban el uso de las calculadoras. Casi cuatro décadas después, los protagonistas de un nuevo debate, también vinculado con la innovación, son los usuarios aún temerosos y la Inteligencia Artificial (IA).
El tecnopánico —el temor a las implicancias sociales de la tecnología— encuentra asidero en cifras que inicialmente resultan ventajosas, como las que arrojó el Wold Economic Forum (WEF) en su último estudio: hacia el 2030, la automatización desplazará a 92 millones de empleos a la vez que creará otros 170 millones.
Frente a este escenario, lo que la triple hélice busca para nuestro país es un equilibrio en la percepción sobre la transformación digital. Para ello, el foro “El avance de la IA en el Perú”, a cargo de la Universidad Privada del Norte (UPN) y Gestión, se configuró como un espacio de diálogo el último 3 de septiembre.

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El foco en la academia
Si bien a la triple hélice la conforman el Estado, la empresa y la academia, este último elemento se posiciona como la base para que el desempeño de los otros dos sea más amigable. Su enfoque prepositivo contribuye a la reconfiguración de la opinión pública.
Christian Mesía Montenegro, director de Investigación, Innovación y Responsabilidad Social de la UPN, explica cómo funciona la guía: “Ya vivimos en una generación nativa digital; en ese sentido, la orientación por parte de la academia está en el tema ético; en lo que se puede hacer y no”.
Cada centro de educación, asegura el experto, debería contar con una política de uso de IA. “Se deben establecer estándares con fundamentos éticos no para bloquear, sino para promover. [...] ¿Perderemos trabajo? No. El ser humano tiene una capacidad cognitiva sumamente alta; de tal manera que puede dedicar su ´CPU interno’ para liberar brazos y hacer otras tareas“, acota.
Insiste, así, que la academia está del lado de la regulación de la IA. Al respecto, Óscar Montezuma, CEO de Niubox, identifica dos caminos: la regulación que limita y la regulación que le abre las puertas a la prosperidad. La inquietud es tal que, adelanta, 13 países de la región acumulan 207 proyectos. “El 57% tiene un enfoque controlador, no habilitador; y el 43% es de carácter penal”, detalla.
¿Qué ocurre con Perú? En julio de 2023, se anunció la Ley 31814, que promueve el uso de la inteligencia artificial (IA) para el desarrollo económico y social, y su reglamentación está a la vuelta de la esquina.
“La preocupación principal con el reglamento peruano es que emula mucho a la norma europea, que tiene 450 páginas. [...] No podemos demonizar a la tecnología”, menciona el abogado. Para paliar estos tintes negativos, adiciona, es medular el rol de la academia.
“La academia nos lleva mucho a las raíces humanas, al uso ético. [...] Además, hay un tema de alfabetización de quienes no somos nativos digitales”.

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La IA y el factor velocidad
No obstante, la academia debe superar una contienda: la inmediatez. Martin Naranjo, presidente de la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc), resalta que el ciclo del conocimiento es instantáneo.
“Tenemos que ir a la frontera del aprendizaje mucho más rápido. Hay que mirar cómo la industria coordina con la academia, cómo coordina con el Gobierno; cada quien tiene capacidades de adecuación, y las capacidades de adecuación son las que se ponen a prueba. Cuando estamos coordinando ya el mundo cambió. Esa es la tensión más importante en ese momento”, asevera.
En esa línea, Marushka Chocobar, asesora internacional en Transformación Digital e Inteligencia Artificial, sugiere que para perderle “el miedo a la IA” es oportuno invertir en el talento. “Nuestras habilidades blandas estarán por encima de todo lo que conozcamos”.
Trae a colación, asimismo, el impacto económico que desencadena la IA y cita a la Secretaría General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que recientemente anunció que toda la industria alrededor de la IA movería, al 2030, U$S 4.8 trillones.
Precisa que la capacidad de la IA para personalizar experiencias impulsa el 60% de los hábitos de consumo. “¿Cuánto de ese número estamos pensando en traer a nuestras regiones? Nuestra ruta no solo tendría que estar del lado del consumo, sino en el involucramiento en el desarrollo de algoritmo", anticipa.

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Expectativas sobre la IA
Los expertos coinciden en que la Inteligencia Artificial no es una herramienta con participación solo futurista, es una realidad; por ello, proyectan algunos pasos. Montezuma considera que la transformación digital intensifica una carrera alrededor de lo geopolítico, por lo que algunos espacios ganarían “mayor poder” a través del desarrollo de agentes autónomos.
En cuanto a la banca, Naranjo confiesa que es muy difícil saber hacia dónde va, más con el escenario electoral peruano a meses de desplegarse, pero comparte una reflexión: “Una vez que se contrae [en tiempo] el ciclo de conocimiento, tiene que ajustarse el ciclo educativo, luego el ciclo de innovación; la pregunta es si el ciclo regulatorio tiene la misma velocidad”. Con lo último, somete a juicio la celeridad con que el Estado debería actuar.
Mesía Montenegro aclara que ni ahora ni en un futuro la IA se caracterizará por ser infalible. “Por eso, se debe dotar a los estudiantes de horizontes para que incorporen las competencias [desarrolladas alrededor de la IA] en su día a día. La meta es mejorar la condiciones de vida de todos”, recalca.

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El nexo entre la IA y las elecciones 2026
La IA también encontrará una participación en las elecciones 2026 de Perú. Los especialistas creen que los votantes se enfrentarán a un concepto de responsabilidad reajustado.
“Habrá mucha responsabilidad detrás de qué cosas compartimos y consumimos”, manifiesta Montezuma. Mesía Montenegro observa lo mismo: “Va a ser muy complicado. Vamos a apreciar muchísimos actos de irresponsabilidad; probablemente sea una campaña muy violenta a nivel de manejo de información y de fake news. [...] Nuestra tarea como universidad es reforzar el civismo”. “Habrá un nivel de manipulación muy fuerte. Cualquiera puede hacer un deepfake fácilmente”, adiciona Chocobar.
Para lidiar con todo ello, existen los medios de comunicación, formula Naranjo. “A los medios les corresponde una labor importante en la curaduría de la información [...], para evitar algún sentimiento que se pueda promover en redes”, finaliza.
