
El Perú se convirtió en el país latinoamericano con mayor crecimiento de la inversión extranjera directa (IED) en 2024, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este indicador es uno de los principales para medir el atractivo de un país para los empresarios, pero ¿continuará creciendo en 2025 y 2026?
Solo el año pasado, la entrada de inversión extranjera directa al Perú creció 56.7% al sumar US$ 6,799 millones. Este avance superó en porcentaje a países como Argentina, Chile y Colombia que presentaron caídas en sus entradas de IED.
Si bien este es el mayor crecimiento frente a los demás países de la región, el monto todavía representa una recuperación parcial tras la fuerte caída que se enfrentó en el 2023.
Al contar solo los montos de inversión que ingresó a cada país de América Latina, Perú se encuentra en el sexto puesto con mayor IED en la región. “Aun así, las entradas se mantuvieron, aproximadamente, un 11% por debajo del promedio del período 2010-2019”, indicó la CEPAL.
Ante estos resultados, Víctor Fuentes, economista y gerente de Políticas Públicas del Instituto Peruano de Economía (IPE), advirtió que este crecimiento debe ser interpretado con cautela.
“Que la inversión extranjera directa aumente es positivo, pero hay que dejar claro que todavía es un poco más pequeño que en otros países, estamos a la mitad de Colombia (...) Es más un rebote que todavía no llega a niveles prepandemia”, comentó a Gestión.

Pero, ¿qué generó la leve recuperación durante el año pasado? El impulso en el IED está relacionado a los aportes de capital -el indicador de mayor peso-, que aumentaron 43% y fueron la única entrada positiva.
Sin embargo, los préstamos entre empresas se mantuvieron en terreno negativo, mientras que las utilidades reinvertidas se desplomaron de US$ 29 a -US$ 132 millones.
Este panorama, indicó Fuentes, revela una postura cautelosa de las compañías frente al futuro.
“Es una buena señal que el aporte de capital esté al alza, pero no lo es que no haya reinversión de utilidades. De alguna manera eso te está diciendo que las empresas no están apostando por seguir expandiendo sus operaciones en el país”, sostuvo.
Por otro lado, Cepal destacó que el país alcanzó su mejor año de anuncios de nuevos proyectos desde la pandemia, con 81 iniciativas por un valor aproximado de US$ 10,000 millones.
Entre estos destacan tres megaproyectos: el Anillo Vial Periférico en Lima; una planta de amoníaco verde alimentada por energía solar en Arequipa, y la expansión de la mina Antamina en Áncash.
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¿Qué esperar para 2025 y 2026?
Solo analizando la inversión privada en el Perú -dentro de la cual está incluida la IED-, el IPE espera que este año se alcance un crecimiento importante, pero ajustado por la incertidumbre política.
Fuentes, del IPE, precisó que la inversión privada podría pasar de crecer cerca de 8% en el primer semestre a cerrar el año con apenas 6%. Incluso, en el 2025, podría pasar a terreno negativo, un comportamiento que estaría atado a la misma dinámica de la IED.
Para Jimmy Astocóndor, economista de Pacífico Business School, la inversión extranjera directa podría crecer a un ritmo similar al del 2024, coincidiendo en que el panorama local incierto será decisivo teniendo en cuenta que estamos a menos de un año de las elecciones presidenciales.
“Aquí lo que cuenta es la situación electoral que va a vivir el Perú en unos en unos meses y el manejo legislativo por las leyes que pueda sacar el Congreso. Podría esperarse un ritmo de crecimiento similar a 2024 o ligeramente menor, todo en función de como vaya la política”, comentó.
Ambos especialistas resaltaron que, normalmente, los años electorales en Perú históricamente han estado asociados a caídas o estancamientos en la inversión.
“Por ejemplo, entre el 2011 contra el 2010 cayó aportes de capital y reinversión de utilidades. En el 2016, aporte de capital crece un poquito, pero cae inversión de utilidades (...) los riesgos que tienes para el 2025 y para el 2026 no son menores, tanto por la incertidumbre política como la incertidumbre regulatoria”, señaló Fuentes.
Pero la incertidumbre política derivada de un proceso electoral con una gran cantidad de candidatos no es el único riesgo para el IED en estos años, señaló Fuentes.
“Los principales riesgos son la pérdida de institucionalidad, ya sea por criminalidad o por estas acciones, principalmente, de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) para desconocer contratos de concesión. En segundo lugar están las elecciones que se vienen”, resaltó.
Más allá del terreno político, hay factores externos y de mercado que también pueden alterar la trayectoria de la IED.
Astocóndor subrayó la relevancia de condiciones financieras internacionales pues si la tasa de referencia en Estados Unidos baja podría haber un incremento del endeudamiento y financiamiento de proyectos.
“La incertidumbre va a generar todavía que nuevos financiamientos o endeudamiento por ahora no crezcan, lo que sí podría darse de repente son ventanas de oportunidad una vez que la reserva baje sus tasas porque saldría crédito barato y podría sopesarse una decisión de un financiamiento barato contra la oportunidad de tomar una deuda en este momento”, indicó.

¿Qué debería plantear el nuevo gobierno?
En medio de expectativas de una recuperación del IED, el reto del próximo gobierno será consolidar y ampliar ese crecimiento.
Para Fuentes, el punto de partida es garantizar el respeto a los contratos de concesión para evitar casos como lo ocurrido con la MML, los cuales terminan en litigios y pérdidas para el país.
El economista del IPE consideró que el Estado debe definir con anticipación qué hará con las concesiones próximas a vencer y, de ser necesario, renovar o convocar a nuevos concursos de manera ordenada.
Otro aspecto es que el nuevo Gobierno presente un plan de consolidación fiscal que precise cómo cerrará la brecha presupuestaria sin recurrir a medidas que pongan en riesgo la calificación crediticia del país.
“En la medida en que no tengamos este panorama claro sobre la consolidación fiscal, lo que pueda pasar para el 2026 en adelante, va a estar afecto a qué medidas se van a tomar para lograr ese ajuste fiscal. Eso va a involucrar más impuestos, más deuda y, en algunos casos, puede significar riesgos también para la calificación, lo cual afecta a cualquier empresa y la capacidad de estas inversiones grandes de llegar a un país como el Perú”, resaltó.
A su vez, Astocóndor consideró que se deben establecer reglas estables para sectores clave como minería, energía y servicios públicos, así como estrategias relacionadas directamente con la demanda interna, y la inversión privada directa.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres con experiencia en radio, tv, redes sociales y medios impresos. Escribo y hablo sobre economía y finanzas desde el 2020.