
El progreso ya no se mide solo en minas o hectáreas de exportación. La idea de desarrollo para los peruanos comienza a tomar nuevas formas, ligadas menos a los grandes sectores productivos y más a aquello que toca la vida diaria. La población ya no asocia necesariamente el futuro con las industrias tradicionales, sino con espacios y servicios que transmiten modernidad, acceso y confianza en el presente. ¿De cuáles se trata?
Según el estudio Destape Regional 2025 de Consumer Truth, para el 33.1% de los peruanos el retail es hoy el principal símbolo de desarrollo regional, seguido muy de cerca por la banca y finanzas (32.9%), sector en el que el Banco Central de Reserva del Perú (BCR) emerge como la institución financiera más representativa.
“Nosotros preguntamos cuál de las siguientes marcas crees tú que es la más representativa de tu región, te sientes más asociada al progreso. Y la gente comenzó a evocar marcas con nombres y apellidos de las empresas que conocían”, explica Jorge Izaguirre, director de Insights de Consumer Truth.
Explica que la idea de modernidad en cada región está vinculada a la posibilidad de contar con más accesos, ya sea a centros comerciales, supermercados o estaciones de servicio, los cuales se perciben como manifestaciones de un progreso equitativo, tanto en Lima como en las regiones.
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Para Cristina Quiñones, psicóloga social y CEO de la consultora, el retail simboliza una “modernidad alcanzable”. “Está ligado a obras de infraestructura, a cemento, a ladrillo. Todo lo que congrega a familias en espacios visibles, como malls o supermercados, se convierte en un símbolo de desarrollo. No está centrado en Lima, no es exclusivo ni excluyente”, sostiene.
La llegada de cadenas como Plaza Vea, Tottus o Real Plaza ha transformado entornos urbanos: zonas iluminadas, mayor seguridad percibida y revalorización inmobiliaria. “Tu departamento con vista al Real Plaza ya no es vista al mar, sino vista al mall. Eso genera sensación de mejora”, apunta Izaguirre.
Quiñones resalta un matiz importante al señalar que estos espacios se perciben como auténticas islas de progreso. Aunque en la realidad no siempre resulten lugares seguros, en la percepción de la población sí lo son, pues funcionan como referentes de modernidad que validan la idea de avance dentro del barrio.

BCR, entidad financiera que inspira confianza
El hallazgo más llamativo del estudio es la posición del Banco Central de Reserva. Aunque no ofrece servicios directos a ciudadanos, aparece como la entidad financiera más cercana y representativa para las regiones, por encima de bancos privados.
“La banca aparece en segundo lugar y el BCR, que nos parece importante como primer lugar de menciones, ganándole a todas las empresas privadas”, subraya Quiñones. “Esto significa que ha captado la lógica social de eficiencia, productividad y estabilidad monetaria, que se convierte en fuente de orgullo. El peruano empieza a decir: el sol es más estable que otras monedas de la región, somos el dólar latinoamericano”, agrega.
La gestión de Julio Velarde al frente de la institución ha reforzado esa percepción. De hecho, el BCR se ubica por encima de Interbank, BCP, BBVA y cajas municipales. Para Consumer Truth, este fenómeno revela una lección para el sector privado: no basta con generar rentabilidad, es necesario construir legitimidad social.

Seguridad primero
El estudio muestra que los ciudadanos priorizan seguridad y paz social (28%) sobre el crecimiento económico (15%) como su mayor deseo para el 2025.
“Significa que paz mata bolsillo. La paz social es hoy el principal referente de progreso en este país”, sostiene Quiñones. “La gente está harta de la violencia, del sicariato, del transporte caótico. Después de la paz social, lo que más desean es un país libre de corrupción. Solo en tercer lugar aparece el crecimiento económico”, remarca.
Según Izaguirre, el mensaje es evidente: los peruanos reconocen el valor de la estabilidad económica, pero consideran aún más relevante la tranquilidad mental. Aunque exista capacidad de gasto, persiste una sensación de vacío interior. De ahí que muchos inviertan en cámaras o servicios de seguridad privada, reflejando un clima generalizado de inseguridad en la población.
Las implicancias para las empresas son directas. “Ante la inacción del Estado, la gente le pide a la empresa privada que cubra esas deficiencias. No basta con tener un edificio bonito; se espera que generen barrios ordenados y seguros”, plantea Quiñones.
Izaguirre refuerza la idea, indicando que “las empresas deben comprarse el pleito. Actuar como ese hermano mayor que asume el cuidado colectivo ante la inoperancia de las autoridades”.

Confianza y cautela: inversión privada con regulación
Otro dato revelador: 68% de peruanos cree en la inversión privada, pero también demanda mayor regulación del Estado.
“Lo que quiere el peruano es un árbitro en el juego. Sí, apoya la inversión, pero necesita entidades reguladoras fuertes que garanticen justicia y equidad”, explica Izaguirre.
Quiñones señala que en el estudio del año pasado el 91% de los encuestados vinculaba el éxito con alcanzar la libertad financiera, entendida principalmente como contar con un negocio propio. Destaca que el Perú es un país marcado por el espíritu emprendedor, donde la población deposita más confianza en sus propias capacidades que en el Estado. Sin embargo, remarca que este impulso requiere de marcos normativos claros y reglas estables, ya que la combinación de inversión privada con una adecuada regulación estatal es lo que permite liberar el verdadero potencial nacional.
Este espíritu explica fenómenos como el éxito de Yape, billetera digital masivamente adoptada en Perú. “Aquí funciona porque el peruano cree en sí mismo, en su capacidad de emprender. Es un perfil muy distinto al de otros países de la región”, apunta la especialista.
De la nostalgia provinciana a la modernidad regional
El Destape Regional 2025 también refleja un cambio cultural: las regiones ya no quieren ser vistas bajo el lente del “modo turista” o la etiqueta de “provincia”. Exigen ser reconocidas como ejes modernos de desarrollo.
“Hay hambre de modernidad”, resume Quiñones. “Ya no es solo la postal del Machu Picchu o el Misti. Las regiones buscan inversión privada (...) Ningún arequipeño se siente provinciano; se siente arequipeño”.
Izaguirre sostiene que la independencia económica está estrechamente ligada a la independencia cultural. Explica que en el sur andino la dinámica financiera se organiza bajo principios comunitarios, reflejados en prácticas como las polladas o la “chancha”, que responden a valores colectivos donde los logros se comparten con la familia y la comunidad. En contraste, en Lima predomina un enfoque más individualista.
Un llamado a las empresas: más acción
El mensaje que deja el estudio es contundente: los ciudadanos no quieren discursos publicitarios, sino acciones tangibles.
“El marketing tiene exceso de Lima y falta de Perú”, advierte Quiñones. “Las marcas deben dejar de hablar desde la capital y conectar con realidades regionales. Retail lo entendió: convive con la calle, se apropia de símbolos locales como el torito de Pucará o los caballitos de totora (...) Eso es culturizar el consumo”.
Izaguirre considera que la clave está en transformar la vida cotidiana de las personas. Desde su perspectiva, el retail logra este impacto porque revitaliza los barrios, impulsa actividades festivas y establece espacios de encuentro. Otras industrias, en cambio, necesitan aprender a integrarse en la dinámica diaria de la población en lugar de mantenerse alejadas o con un rol distante.
La ciudadanía, en paralelo, exige un nuevo liderazgo empresarial. “Quieren líderes no corruptos, que conozcan la realidad, humildes y con experiencia. No basta la rentabilidad económica; se debe sumar rentabilidad social”, concluye Quiñones.
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Más allá del progreso económico
El estudio recoge también otros aspectos del cambio social en el país:
- Familia sigue siendo el valor más importante (60%), seguida por espiritualidad y educación.
- Crecen los nuevos modelos de familia: solo el 46% responde al patrón nuclear; le siguen hogares monoparentales, extendidos y unipersonales.
- El 89% considera a las mascotas como miembros de la familia.
- El 66% de peruanos se autopercibe como mestizo, 14% como blanco, 6% como quechua, 5% afrodescendientes y 4% como de otras poblaciones originarias.
El informe se elaboró a partir de 1196 encuestas estructuradas aplicadas entre marzo y mayo de 2025 en 12 ciudades representativas de las cinco macroregiones del país (Lima, Norte, Sur, Centro y Oriente).

En resumen, el Perú 2025 no se define solo por su crecimiento económico, sino por una ciudadanía que reclama seguridad, honestidad, identidad y modernidad compartida.
“Menos territorio, más calle”, sintetiza Consumer Truth. Y quizás ahí esté la clave: el progreso no se mide únicamente en cifras, sino en la capacidad de empresas e instituciones para hacer sentir a cada peruano que su ciudad, su barrio y su familia son parte de un futuro común.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con especialidad en Periodismo, por la Universidad Tecnológica del Perú, con más de 12 años de experiencia en medios de comunicación. Actualmente escribo sobre política, economía y actualidad.