
Transcurrida casi la mitad del año y entrando a un segundo semestre que genera alta expectativa por el nivel de incertidumbre en el ámbito electoral, Juan José Marthans, economista del PAD de la Universidad de Piura y exdirector del BCR, apunta su crítica hacia el deterioro institucional en el país.
En entrevista con Gestión, reflexiona sobre la economía del país y su impacto de diversos factores, locales, internacionales y estructurales.
¿Cómo observa el dinamismo de la economía peruana?
Los estimados señalan algo menos del 3% para el 2025 y, para el 2026, menos aún. Lo que sorprende es que solo logremos eso con el record actual al alza del índice de términos de intercambio. Y lo preocupante es que se presente, a pesar de ello, déficit fiscal. Eso es atípico en el comportamiento de los ciclos económicos de los últimos 30 años.
¿Qué esperar para el segundo semestre?
Primero decir que el crecimiento del 2024 fue por efecto rebote. No es difícil crecer teniendo previamente un decrecimiento como el del 2023. Ahora, en este segundo semestre, el entorno sociopolítico pre-electoral puede generar nuevas perturbaciones. Además, tendremos que crecer sobre tasas de crecimiento, ya no sobre un decrecimiento. Agrégale la volatilidad internacional. Veremos.
Justamente, se proyecta una recesión sobre EE.UU. ¿Cómo alcanza a la economía peruana?
El Perú tiene uno de los 10 niveles de reserva internacional, como porcentaje del PBI, más altos del mundo. Su deuda pública también está considerada dentro de las 10 más bajas. Yo diría que estos elementos le generan a Perú un grado de libertad excepcional a fin de enfrentar este tipo de embates desde el frente internacional.
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¿Y en el ámbito local?
Perú está enfrentando una coyuntura sociopolítica tremendamente delicada. Ante un ambiente preelectoral, el factor institucional es tremendamente débil y eso lo vivimos todos los días los peruanos. Al ver el estado macroeconómico de Perú se destaca dentro de las mejores del mundo. Pero todo eso está ligado a indicadores de bienestar que son realmente deprimentes, deficientes. Con ello, la sostenibilidad de nuestra economía en el largo plazo no puede ser alcanzada. No se ha logrado desarrollar un conjunto de reformas estructurales.
¿Considera que hubo algún avance siquiera?
En los últimos 30 años, en la mayoría de los casos, lo que se tuvo es un conjunto de etiquetas llamadas reformas, pero que no dieron resultado porque sencillamente no se aplicaron de manera consistente. Perú es una suerte de lamento en términos de calidad del Estado. Es una suerte de deficiencia permanente.
¿Por dónde pasa, principalmente, esta preocupación?
El sector político no le rinde cuentas a nadie y cuando lo hace es entre ellos. Le debería rendir cuentas, por lo menos, a la sociedad civil y al sector empresarial.
¿Qué opina de la propuesta de flexibilizar, nuevamente, las reglas fiscales?
Creo que hay varios problemas. La ley de prudencia y transparencia fiscal debe ser redefinida para hacerla mucho más severa. Otro punto es que discutimos el nivel del déficit, pero creo que el problema es mucho más grave.
Está asociado, en parte, a lo que podría llamar una deficiencia estructural de nuestro frente fiscal y que no ha sido enfrentada por ninguno de los ministros en los últimos 30 años y que hoy día realizan criticas. No se ha hecho nada por redefinir la urgencia de elevar la presión tributaria.
Cada gobierno, en su último año de administración, es absolutamente irresponsable y no hay marco legal que pueda contener ello. No hay un mecanismo creado para que sean sujetos a sanción una vez que termine el gobierno. Ya no basta con sanciones políticas.
Los términos de intercambio apuntan hacia su mejor registro en décadas, pero no se percibe su aprovechamiento. ¿A quién asignarle esta responsabilidad de que se le escapen las tortugas?
Acá se trata de asociar mucho la responsabilidad al ministro de Economía de turno. Yo sumaría que la responsabilidad la tienen todos los que estuvieron en el ministerio en los últimos 30 años. Se ha trabajado para el corto plazo. Hemos desarrollado una política económica bomberil. No hemos sido capaces de consensuar para proyectar políticas y solución de problemas estructurales en el mediano y largo plazo. No hemos tenido reformas estructurales. Y nuestro frente político realmente es carente en todos los sentidos de la palabra.

Y vienen elecciones con muchos partidos, ¿qué sensación le deja?
En nuestro frente político tenemos a partidos que funcionan sin renovación de cuadros. Han demostrado propósitos mercantiles. Están cercanos muchos de ellos a la ilegalidad y a la corrupción. Algo similar al Congreso y al Poder Ejecutivo, que no le rinden cuentas a nadie. Es tal el nivel de escasa institucionalidad que solo basta verla actual crisis en la Fiscalía de la Nación. Estamos en tierra de nadie. El frente sociopolítico del país ha quitado posibilidades de bienestar a todos los peruanos.
¿Hay una visión miope sobre la economía peruana?
Sin duda alguna. Es lamentable decirlo. Miremos cómo respondieron a las diferentes demandas las administraciones, los orientadores de política económica de los últimos años. El problema fiscal es estructural y, cuando entran al gobierno, se propone una reforma tributaria, que significa simplificar los regímenes tributarios o, simplemente, cambiarle el nombre. ¿Esa es una solución? Es una mentira.
¿Cuál es la reforma clave de la cual no se está hablando?
Tenemos que hablar de una reforma a nivel de descentralización seria, pero realmente seria. Lo que tenemos es un garabato de descentralización, donde lo único que se alimenta es la corrupción, la oscuridad y el delito. Y el problema no es el dinero.
Sino cómo se usa...
Falta de capacidad de gestión. Perú tiene una gran macroeconomía, pero con una vergüenza de términos de distribución del bienestar al interior de todos los peruanos. Y después nos preguntamos, ¿por quién quiere que se vote el empresario? Creo que acá el que vota sencillamente está frustrado y no estamos haciendo absolutamente nada para retraer esa frustración. En los equipos [políticos] son las mismas caras que tenemos en los últimos 30 años. Necesitamos cambiarlas.
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El siguiente gobierno, ¿por qué reforma estructural debería empezar?
Primero, una condición necesaria es la del conceso con la sociedad civil. Luego, la primera reforma que tiene que haber es la política porque, lamentablemente, no se rinde cuentas. Los partidos políticos han sido tomados por grupetes de personas que no dejan el poder e impiden el acceso a las nuevas generaciones. Hoy los partidos políticos se utilizan como medio mercantil y no cumple su función. Creo que debe revisarse el capítulo político de la Constitución para evitar que esto se reitere a futuro.
¿Y el económico?
No lo tocaría a excepción de la descentralización y del Indecopi: para generar y propiciar mayor desarrollo de mercados competitivos debería tener rango constitucional.
¿Y qué hacer frente al pendiente para el cierre de la brecha?
Debe desarrollarse planes para la ejecución de megaproyectos que sean sujetos al rendimiento de cuentas a favor de la sociedad civil, anualmente. Debe impulsarse un consejo de infraestructura que real y públicamente llame la atención al gobierno turno para ver si están cumpliendo o no con los avances de los grandes proyectos que requiere el país a mediano y largo plazo. Un político no le va a rendir cuentas a otro político. No tiene sentido. Allí el ciudadano de a pie y el sector privado tienen que buscar mecanismos de rendimiento de cuentas a su favor.
¿Cuál es el rol del empresariado en un contexto de elecciones con más de 40 partidos?
Tienen que empezar a ser creativos para el rendimiento de cuentas. Ellos son los que financian, en buena parte, al Estado y tienen el derecho de que se les brinda cuentas. Pero no son capaces de exigirlo.