
El mercado laboral se ha venido recuperando en los últimos meses, pero de manera dispar: los más jóvenes han quedado rezagados. Por ejemplo, desde hace tres años, los puestos de trabajo de la población de 14 a 24 años vienen reduciéndose, reveló Gestión recientemente.
Este escenario obliga -en paralelo- a poner la mirada, con alta preocupación, sobre un grupo clave relacionado: los “ninis”, es decir, jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudian, ni trabajan.
De acuerdo con comparaciones internacionales, el porcentaje de ninis en el Perú supera, significativamente, a lo registrado por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la cual el país aspira a pertenecer.
Al cierre del 2024, uno de cada cinco jóvenes en el país entre 15 a 29 años fueron ninis (20.4%), según las cifras más recientes recopiladas por el organismo. El nivel del Perú excede en casi ocho puntos porcentuales al 12.8% registrado en promedio por los países de la OCDE, observó Teodoro Crisólogo, experto en macroeconomía. Esto tiene un impacto millonario en términos de productividad.
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La comparación a nivel OCDE presentó que solo tres países (Turquía, Costa Rica y Colombia) exhiben mayores tasas de jóvenes ninis que el Perú. Además, el porcentaje de ninis en el país se ubica por encima de lo registrado en vecinos de América Latina, como Brasil (19.8%), México (18.1%) y Chile (16.8%).
“El nivel de ninis en el Perú se ubica ligeramente por encima de la prepandemia, según referencia el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). En 2020, hubo un salto fuerte, que se revirtió en 2021. Desde entonces, la caída viene siendo bastante lenta”, comentó Crisólogo.
Aunque difiere en un par de puntos porcentuales del cálculo de la OCDE, el seguimiento del INEI de los ninis confirma, cuando menos, un estancamiento en alrededor del 18.2%, en los últimos años, ante un entorno laboral adverso.

El millonario costo de los ninis para el Perú
Los costos de productividad ante la falta de oportunidades para ninis, según la metodología de la OCDE, se pueden aproximar mediante los ingresos laborales –y contribuciones sociales del empleador– que obtendrían los jóvenes si accedieran al mercado laboral.
Así, a partir de datos de la Encuesta Nacional de Hogares para el 2024, Crisólogo estimó que, de manera conversadora, las pérdidas de productividad por los 1.5 millones de jóvenes ninis en el Perú ascenderían a S/ 13,415 millones al año. Esto es equivalente a un 1.2% del Producto Bruto Interno (PBI).
Metodología: Esta cifra conservadora asume que los ninis pueden acceder a un rango de remuneraciones que van desde salarios bajos –33% por debajo de la mediana para su edad y género –, hasta el sueldo promedio que reciben los jóvenes de su misma edad y género.
Sin embargo, si se considera que, idealmente, este grupo pudiera acceder a los sueldos promedio de los jóvenes según su edad y género, el costo para el Perú ascendería a los S/ 23,476 millones, equivalente al 2.1% del PBI. Estos cálculos ascienden a un rango entre 0.9% y 1.5% del PBI en países de la OCDE.
Crisólogo señaló que estas cifras deberían preocupar seriamente en el país por todos los costos que se relacionan. Las afectaciones son tanto en indicadores micro como en macroeconómicos.
“Esto debe alarmarnos bastante. Buena parte de este resultado [la situación de los jóvenes], determina el desarrollo del país. Si no le das oportunidad a este grupo, el país que se construya no va a ser productivo, no va a generar crecimiento para seguir reduciendo las brechas, la pobreza”, apuntó.
Además, subrayó que estos estimados son solo una aproximación parcial del costo social de las altas tasas de ninis en el Perú. Esto, porque los cálculos no incluyen los de largo plazo como depreciación de habilidades, pérdida de autoestima y motivación, mayor riesgo de pobreza, deterioro en salud, fracaso escolar en la siguiente generación y aumento de la criminalidad.

El factor de la brecha de género
La diferencia entre los niveles de ninis en Perú y la OCDE se explican, principalmente, por una mayor incidencia del desempleo y deserción educativa de la población femenina, apuntó Crisólogo.
Puntualmente las pérdidas de productividad en el Perú planteadas se explicarían por la falta de oportunidades para mujeres entre 25 a 29 años, que concentran cerca de un tercio de la población ninis en el Perú (28.2%), precisó.
En detalle, en el país, el porcentaje de jóvenes ninis en las mujeres alcanza el 25.4%, mientras que en los hombres asciende al 15.4%, una diferencia de 10 puntos porcentuales.
Crisólogo también apuntó que, si bien las tasas de ninis son usualmente mayores en las mujeres, la brecha de género en el Perú es casi el triple de lo registrado en un país promedio de la OCDE.
Carolina Trivelli, economista del IEP y exministra de Desarrollo e Inclusión Social, señaló que la amplia diferencia en la brecha de género responde a factores como la maternidad y una desigual distribución de responsabilidades en el cuidado del hogar.
“Hay muchas mujeres jóvenes con hijos pequeños que no pueden trabajar o buscarlo por falta de tiempo. Es más, sus propias familias le ponen cargas adicionales, las anclan. Hay una penalidad por el cuidado [del hogar]. Muchas no estudian porque cumplen funciones de trabajos no remunerados. Esto es más claro en el ámbito rural y estratos de menores condiciones en el ámbito urbano”, indicó.
Sobre esto último, Trivelli mencionó que, incluso, hay un “tema intergeneracional” en el traspaso de esta “mochila pesada” de responsabilidades que les asignan.
“Esto no es un tema de política pública, sino incluso de normas culturales y sociales asociadas al rol de las mujeres. La situación es terrible porque luego surge la pregunta de por qué no son productivas o no aportan, pero nadie reconoce que se destina horas para cuidados [del hogar]. Se están sacrificando sus futuros”, indicó.
“La brecha en el Perú es mucho más grande que el promedio OCDE. Hay una pérdida en función al hecho de que no pueden contribuir [a la economía] porque no estudian ni trabajan. Esto termina exacerbando aún más las deficiencias estructurales del país”, complementó Crisólogo.
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Menos presencia del Estado
Ante este tipo de entornos adversos, una de las primeras medidas de respuesta debe venir del Estado. Sin embargo, Crisólogo observó que los programas gubernamentales para capacitar y mejorar la empleabilidad juvenil han perdido prioridad dentro del presupuesto público.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), estos programas acumulan un recorte de presupuesto de 62% en términos reales desde el 2018 a la fecha. Mas aún, el programa benefició a tan solo 5,500 jóvenes en el 2024, un equivalente a apenas el 1% de los ninis en el nivel socioeconómico, identificó.

Otra arista que apuntó es que los programas del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) también han cambiado de foco, pues ahora concentran casi el 95% de sus recursos en la creación de empleos temporales que, usualmente, carecen de un componente de capacitación para jóvenes.
En el caso de países de la OCDE, la capacitación para mejorar la empleabilidad juvenil representa cerca de un tercio (32.3%) del gasto público en políticas activas del mercado laboral.
“Pareciera que Perú se ha olvidado de los jóvenes. No está invirtiendo lo suficiente para mejorar el futuro de la población juvenil. Se ve con bastante claridad una reducción del presupuesto [para revertir este escenario]”, indicó.
En general, consideró que el Perú no tiene entre sus prioridades impulsar una política pública que mejore la empleabilidad y fortalezca las capacidades de este grupo. Esto, pese a que, incluso, el Estado debería liderar los esfuerzos porque obtengan un primer trabajo.
Pese a que existen ciertas opciones, como el Servicio Nacional de Adiestramiento en Trabajo Industrial (Senati) o el Centro de Educación Técnico Productivo (Cetpro), comentó que son insuficientes.
“No termina abordándose el problema de que todas estas personas que no terminan pasando a la educación superior no tienen el camino claro. El Estado, en lugar de ofrecer un abanico de opciones, presenta un laberinto”, sostuvo.
A su turno, Trivelli recordó que el primer trabajo de las personas marca su desarrollo profesional.
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La experiencia de los países de la OCDE, indicó Crisólogo, muestra que para evitar estos niveles de ninis se implementan sistemas de interoperabilidad de información para generar alertas tempranas e identificar estos casos. Con alertas tempranas, se desarrollan planes de soporte integral e intermediación laboral.
Para atender la brecha de género, Trivelli mencionó que el Estado debe fomentar programas de estudios que vayan más allá de solo asignar un financiamiento, sino trabajar en un componente de trabajo social que asegure un acompañamiento de las familias para que las becadas, por ejemplo, puedan completarlos satisfactoriamente. “Deben existir componentes de normas sociales”, refirió.
Por el lado de las empresas, indicó que, para estos casos, también se debe ser consciente de las flexibilidades que puedan requerir estos perfiles.
Por último, en un contexto de alta criminalidad, Crisólogo recordó que, según diversos expertos, hay una relación estrecha con el desempleo juvenil, pues se eleva significativamente la exposición.
“Una de las consecuencias más inmediatas cuando no se presentan oportunidades es la alta precariedad económica”, comentó. Esto abriría el espacio para que aflore, entre otras consecuencias, los empleos relacionados al crimen. “Se pueden adquirir y acumular ciertas habilidades. Los riesgos son más latentes”, subrayó.

Bachiller en Comunicación y Periodismo en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), especializado en economía, negocios, mercado laboral, políticas públicas, tributario, procesos concursales.








