
Las motivaciones y exigencias profesionales de los ejecutivos de 50 años a más se reconfiguran ante las oportunidades que ofrece el mercado de trabajo en el Perú. Así lo recabó Pulso, consultora en comunicación de Realidades, en su estudio “Economía Plateada: perspectivas y futuro laboral”.
Lo que impulsa a los ejecutivos sénior a seguir trabajando responde, sobre todo, a la estabilidad laboral y seguridad económica (4.34 puntos), pero no es lo único. En una escala del 1 al 5, el segundo lugar del ranking lo ocupó la satisfacción profesional, con 4.23.
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Luis Avellaneda, representante de Pulso y director de Realidades, precisa que la seguridad económica es distinta al beneficio económico. La primera se vincula con la capacidad para saldar los gastos esenciales; mientras que la segunda es una ganancia extra después de cubrir lo primordial.
En el estudio, Avellaneda incluye algunos testimonios que dibujan esta percepción más allá del dinero. "Aún tengo fuerzas, soy un adulto joven con energía y quiero hacer algo que realmente me llene" y “Lo que me motiva a seguir trabajando es encontrar un propósito y hacer lo que me gusta”, se puede leer.
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La visión hacia el futuro de la “Economía Plateada”
De acuerdo con el estudio, el 91% de los ejecutivos de 50 años a más proyecta continuar activo, ya sea bajo su formato actual de trabajo (39%), a la cabeza de un emprendimiento (35%) o con la condición de reducir su carga laboral (17%).
“Buscan optimizar su vida. Equilibrar el tiempo personal y profesional, y mantenerse vigentes desde un lugar de mayor autonomía. [...]. Las personas desean manejar un sentido de utilidad no solamente en el plano laboral, sino también en el personal”, expresa Avellaneda.
Surge, así, la disyuntiva entre cambiar de modalidad de trabajo o jubilarse tras una trayectoria laboral exigente.
En la data, y con una calificación del 1 al 5, se agudizan las razones y se evidencian, por tanto, algunas medidas que podrían adoptar las empresas para reajustar las condiciones de empleo: la mayor disponibilidad de tiempo para otras actividades (4.22); el deseo de pasar más rato con la familia (4.10); y el empeño de cuidar la salud (4.08).
El ambiente laboral se ubica al final del ranking, con un 3.37, y no resulta tan atractivo.
Avellaneda detecta que, después de la pandemia, hubo una adecuación. “Hoy pueden trabajar dos o tres días desde casa. En un formato híbrido, se mata la cultura (organizacional); pero se promueve la responsabilidad de los colaboradores, porque estos siempre cuidarán los resultados. [...] Pese a que buscan reconocimiento, saben que mañana se apaga la luz y ya no estarán ahí”.

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Barreras en el mercado laboral
Las principales barreras, no obstante, no responden a limitaciones individuales, sino a condiciones del entorno laboral.
La brecha entre discurso y práctica organizacional ocupa un 12.26% de los inconvenientes. Le siguen, con un 11.61%, la falta de oportunidades laborales y, con un 11.61% también, la ausencia de valoración de la experiencia.
Avellaneda aborda el rol de la empresa con respecto al trato para con los ejecutivos sénior: “Cuando al mercado llega un producto o servicio, se revisa a qué audiencias va. Creo que también debe haber políticas, tanto laborales como de comunicación, que permitan que las personas no tengan un stop”.
Las voces de los protagonistas avalan la consideración del representante de Pulso: “Los mayores de 50 enfrentamos el desafío de ser considerados más caros y menos ágiles” y “Uno de los mayores desafíos ha sido enfrentar procesos de selección con topes de edad, incluso desde los 40 años”, se aprecia en el estudio.
Ante la dificultad, los trabajadores de la “silver economy” rescatan cuáles de sus competencias robustecerían la dinámica estratégica de una empresa.
En una escala del 1 al 5, puntúan al liderazgo y gestión de equipos con un 4.36; a la versatilidad con equipos diversos con 4.29; y a la capacidad de resolución de problemas con 4.28.
Las principales brechas aparecen en habilidades digitales (3.49) y dominio de idiomas (3.20), lo que refleja una conciencia sobre la urgencia de fortalecerse en aquellos ámbitos.
“Quizás las empresas siempre se han enfocado en desarrollar ciertas habilidades para los colaboradores, pero no han tenido una visión más amplia sobre otras características, como el tema digital y el inglés, por ejemplo”, observa Avellaneda.

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La misión del 6% que sí se recoloca laboralmente
Para Avellaneda, solo 6 de 100 miembros de la economía plateada encontrarían una alternativa de contratación y cumplen con un rol específico.
“Son figuras pensadas para alta dirección y para mandos medios. No son para personal de línea: es muy complicado por el esfuerzo, porque recae en una actividad operativa”, describe.
Trae a colación el papel del educador. “Algunos profesores universitarios dijeron que el doctorado les permite mantener un trabajo. Pero, claro, ese es el caso de la educación. En otros, es más complicado cuando la tecnología juega un rol fundamental y reduce los procesos productivos. Es lo que pasa hoy en día con la inteligencia artificial”.
Sobre este punto, un ejecutivo sénior rescata una ventaja. “He notado que la forma de comunicarse varía entre generaciones. Los más jóvenes tienden a usar más herramientas digitales, mientras que nosotros estamos acostumbrados a un estilo más directo y formal”.
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Docencia y dirección: los espacios de bienvenida
La comunicación organizacional es percibida como funcional, pero limitada en algunos aspectos.

Aunque el factor efectividad en inclusión y apoyo es bien valorado (3.60), los resultados más bajos en ítems como la apertura de canales y la inclusión en decisiones e iniciativas reflejan la necesidad de construir una cultura más integradora de cara a la diversidad etaria.
Avellaneda encuentra, ante este escenario, dos espacios de bienvenida recurrentes en las opciones que este grupo tiene para prolongar su vida laboral.
“Ante el momento del retiro, los puestos de directores se dedican a organizaciones sociales, a pequeñas iniciativas empresariales. En el mercado, muchas escuelas de negocios ofrecen el curso de directores. Esto es una cosa nueva. [...] Lo otro es que se dedican de forma más activa a la docencia”, comenta.
Como prueba, uno de los testimonios reúne el gancho de este último campo.
“Decidí hacer un doctorado para extender mi vida laboral. Un profesor, cuando es bueno y lúcido, rara vez tiene fecha de vencimiento”.
Una tercera opción latente es la consultoría: un 35% evalúa tomar el rumbo del trabajo independiente.
“Muchos terminamos en la consultoría no por elección, sino porque el mercado deja pocas opciones. Aun así, creo que podemos seguir aportando desde ese espacio”, dijo un ejecutivo sénior.
Los 50 años representan, en conclusión, un horizonte y no necesariamente una pared. “Hay anhelos e iniciativas que merecen ser concretados”, finiquita Avellaneda.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.