
Tan estimulante como el café, la economía. Y ambos conceptos se combinaron en una taza en febrero del 2010, cuando el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) oficializó la denominación de origen (D.O.) del grano verde de la especie Coffea Arabica, exclusivo del distrito de Villa Rica, en Oxapampa. El potencial agroexportador se olía a la distancia.
En suma, mientras que la producción mayoritariamente artesanal del café Villa Rica garantiza que sea uno de los más finos del mundo; el sello D.O. lo posiciona con firmeza en el mercado internacional.
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La “preparación” de un café en el tiempo
Sergio Chuez, director de Signos Distintivos de Indecopi, revuelve una cucharadita en el tiempo y narra que en el 2006 —mucho antes de que se desplegaran los análisis químicos, físicos, organolépticos y estudios históricos que ahora avalan la D.O.— se asomó la primera manifestación de interés por conseguir esta mención oficial.
“Un año después, en el 2007, el proyecto fue gestado junto con la municipalidad de la zona y también con un gremio agroforestal cafetalero. La resolución salió en el 2010, pero la autorización para que funcione el Consejo Regulador como tal se brindó en el 2014”, sostiene.
Se refiere al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Café Villa Rica, un organismo constituido ahora por 28 socios, lo que representa alrededor de 600 productores —contabiliza Chuez— “porque algunos de los socios son colectivos”.
Marco Antonio Huaja, presidente de este cuerpo de trabajo, se suma a la charla y, sorbo a sorbo, enlista los tres componentes que justificaron 15 años atrás el mérito de la denominación de origen.
“El factor humano. Villa Rica es una zona que registra una convivencia de tres culturas. La cultura Yanesha, habitantes y dueños de estas tierras; la cultura austroalemana, que llegó hace 100 años; y los emigrantes de la parte sierra del Perú, en su mayoría andahuaylinos, huancainos y cajamarquinos. Bajo esta fusión se ha ido desarrollando la tecnología para el manejo del cultivo”.
En cuanto al factor climatológico, sobresale el manejo de sombra, un privilegio. Los pinos y los árboles de pacae estiran sus ramas sobre los cafetales y regulan la temperatura, humedad y fertilidad del suelo.
Y, finalmente, el factor calidad se evidencia en el tamaño del grano y en el puntaje en taza de café —o cupping score—, una escala del 0 al 100 que se emplea para evaluar el café de especialidad.


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¿El éxito es un café que se bebe frío?
Sin embargo, transcurrió más de una década para que el reconocimiento de Indecopi se emplee como combustible —leña, seguro— y dinamice al sector.
“Recién en el 2023 se otorgaron las primeras autorizaciones de uso de la denominación de origen. [...] El año pasado, en el 2024, hubo una modificación del reglamento de uso para simplificar el trámite y mejorar algunos aspectos en materia de gestión”, precisa.
Chuez encuentra una explicación para la gran brecha temporal: la demora en la asociatividad. “Quienes piden la declaratoria de la D.O. ya deberían estar asociados para que, tan pronto la obtengan, funcionen como Consejo Regulador y se capaciten para enfrentar el mercado. [...] Con ese nivel de madurez empresarial, pueden explotar de mejor manera una D.O. o una indicación geográfica”.
Ante una estructura visiblemente más ordenada, en septiembre del 2024 se ejecutó la primera exportación de café con el sello de la denominación de origen: 49 sacos —en total, 3,381 kilos— viajaron a Argentina.
“Antes ya se había exportado el café Villa Rica, pero sin el sello de la denominación de origen, porque no había autorización”, aclara el experto.
La familia de Alexander Vidurrizaga, productor y propietario de Finca Santa Estela, asumió un rol clave en este episodio pionero.
“Marcó un antes y un después. [...] Fuimos de las primeras personas naturales, cuando mi papá estaba a la cabeza, en impulsar la D.O. en el 2010. Mi primo hermano y socio estratégico, Johnny Vidurrizaga, fue el primer presidente del Consejo Regulador. Siempre estuvimos inmersos en el proyecto y, de todas maneras, esta primera venta fue un hito”, expresa Alexander Vidurrizaga.


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Café Villa Rica: el nuevo valor monetario
Huaja indica que, desde entonces, el precio del saco de café fluctúa entre los US$ 260 y US$ 400. “Actualmente estamos superando los US$ 370″, acota.
En efecto, Vidurrizaga manifiesta que, con el sello D.O., esta nueva cotización del producto commodity significó US$ 60 o US$ 70 más en comparación con la valoración de un café sin la clasificación oficial. “Este año pretendemos alcanzar US$ 100 más por bolsa”, agrega.
“Junto con la denominación de origen ofrecemos trazabilidad, state coffee —café de una región específica y con un proceso diferenciado—, ventaja competitiva y todo el paquete empresarial”.
Luego de los 49 costales con el sello de la D.O., un lote de más de 200 partió hacia Estados Unidos. En lo que va del 2025, dos lotes ya han arribado al mismo país norteamericano y a Europa.


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Las otras huellas económicas del café Villa Rica
“Un impacto adicional al económico es el turismo”, despunta Huaja.
Advierte que el 90% de la economía local depende del cultivo de café, porque alrededor de la actividad se han constituido diversas vías de empleo. “En Semana Santa, hemos tenido gran afluencia de turistas que han visitado las zonas cafetaleras porque hay fincas que ofrecen el recorrido”.
Chuez coincide. La denominación de origen, aparte de robustecer el aspecto reputacional, suscita posibilidades amigables de negocios.
“Beneficia no solo al productor de café, sino a la región en general gracias a la ruta del café, la hotelería y los restaurantes”, detalla.
Y, coloca bajo su lupa dos fenómenos relacionados: la emigración y el recambio generacional en el agro: “La gente emigra porque siente, a veces, que en su región no tiene posibilidades de desarrollo que sí tiene en la capital. Pero, que comience a funcionar una actividad que mueve la economía local es un motivo para quedarse”.
Con una permanencia asegurada, el envejecimiento de la mano de obra dejaría de ser un riesgo latente.


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Cucharadas de sensibilización
En el 2019 hubo un esfuerzo paralelo desde el Indecopi: la firma de un memorándum de entendimiento con la Secretaría de Estado de Asuntos Económicos (SECO), un organismo principal del Gobierno suizo.
“Estamos en la segunda fase del Pesipro —Proyecto Peruano Suizo en Propiedad Intelectual—. En él figuran las áreas de signos distintivos, derecho de autor y patentes. En lo que se refiere a signos distintivos, incluimos al café Villa Rica", cuenta Chuez.
Se ha logrado, con ello, que los productores reciban una capacitación internacional en materia de indicaciones geográficas.
“También se les ha dado capacitación sobre control de calidad, manejo postcosecha, cata de cafés especiales, gestión de autorizaciones de uso, acceso al mercado, asociatividad, sostenibilidad financiera, análisis de granos y más”, añade.
Este contacto ha arrojado, además, insights sobre el circuito económico. “Hay una participación importante de las mujeres en actividades poscosecha, pero, sobre todo, en la recaudación de pagos. Ellas se muestran más firmes al momento de cobrar las deudas”, ejemplifica el vocero.
A mayor reconocimiento de las piezas que integran la actividad local protagonista, mayor optimización económica.
“Durante muchos años nos hemos dedicado a concientizar a los productores, pero también necesitamos enfocar nuestras actividades de sensibilización en los consumidores. [...] Si el consumidor europeo está dispuesto a pagar un 10% o un 20% más por un producto con denominación de origen, necesitamos que el consumidor peruano sepa por qué tendría que hacer lo mismo. Detrás hay historia, prácticas, clima, sol, arcilla”, finiquita.
Vidurrizaga armoniza con la idea y extiende una reflexión: “Es urgente voltear a ver al mercado nacional. Nuestro principal cliente debería ser el Perú”.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.