
Escribe: Carolina Trivelli, economista del IEP
Hace unos días, Pronabec (Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo) presentó una evaluación de Beca 18 hecha por Cappes (Centro para el Análisis de Políticas Públicas de Educación Superior). El estudio encuentra que Beca 18 ha logrado impactos positivos y que es una intervención pública rentable para el país.
El estudio encuentra que los jóvenes que acceden al programa culminan con éxito sus estudios en centros de educación superior —técnica y universitaria— y que logran, luego de ello, insertarse en el mercado laboral y obtener niveles de ingreso por encima del promedio. Además, lo que estos técnicos y profesionales aportan a la economía (en impuestos) durante su vida laboral más que compensa lo que el Estado, con dinero de los contribuyentes, ha invertido en ellos. Son buenos resultados que sirven no solo para asegurar la continuidad del programa, sino también para ampliarlo y mejorarlo.
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Más allá de estos resultados, la evaluación trae también evidencia sobre el impacto de Beca 18 en materia de inclusión. Beca 18 ha logrado llegar a grupos de estudiantes que, sin un programa de esta naturaleza, nunca hubieran accedido a la educación superior: de origen rural, provenientes de familias de escasos recursos económicos. Beca 18 contribuye a cerrar brechas en el acceso a la educación superior.
Los resultados académicos y su posterior inserción exitosa en el mercado laboral dan cuenta de que estos jóvenes, de escasos recursos económicos, de zonas con limitada oferta educativa y de familias con padres con solo educación básica, solo necesitaban una oportunidad para salir adelante. Beca 18 les da esa oportunidad. Beca 18 es un programa que iguala oportunidades y abre una ruta de inclusión a jóvenes peruanos esforzados.
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Dar una oportunidad a quien la necesita y quiere aprovecharla hace toda la diferencia para miles de jóvenes peruanos. Sin esa oportunidad, esos jóvenes reproducirían las circunstancias de exclusión en las que crecieron. La mayoría de estudiantes de Beca 18 son los primeros en sus familias en acceder a la educación superior, y con ello este programa facilita la movilidad social.
Hasta ahí lo que trae la evaluación, que recomiendo leer, respecto al impacto positivo en las biografías individuales de los becarios y a la evaluación costo-beneficio para el presupuesto público. Pero hay más que decir sobre los impactos de programas como Beca 18.
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El programa también genera impactos más allá de los becarios y sus familias. En cada escuela donde algún egresado accede a Beca 18 se abre una ruta, un ejemplo, una posibilidad para cada uno de los demás estudiantes de esa escuela; en cada comunidad donde un joven parte a estudiar a la educación técnica o universitaria, todos los niños de esa comunidad ven que sí es posible seguir estudiando al terminar la escuela. Hay un efecto demostrativo, de expansión de oportunidades, que es vital.
También, Beca 18 tiene un impacto en las élites técnicas y profesionales, porque permite que estas incorporen a peruanos con trayectorias distintas, con perfiles diferentes, que las diversifican. Si los colegios profesionales, las redes de técnicos, los trabajadores de empresas se hacen más diversos, expresarán mejor la variedad de trayectorias que pueden seguir los peruanos para llegar a ellas, a las empresas, a los gremios y asociaciones, y las harán más plurales y reflejarán mejor al Perú y, con ello, podrán responder mejor a sus desafíos.
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Los profesionales graduados gracias a Beca 18 (y a otros programas de becas para personas que no cuentan con recursos para cubrir sus estudios superiores) son claves para lograr entornos laborales más inclusivos, para conectar a las empresas y sus liderazgos con la diversidad de nuestro país y para comprometer al sector privado (donde trabajarán la mayor parte de los becarios) con esfuerzos orientados a ampliar e igualar oportunidades.
Evaluar las intervenciones públicas, como Beca 18, es valioso no solo para tener evidencia de sus resultados, sino para desencadenar mejoras en esas intervenciones y para abrir diálogos sobre el rol de estas intervenciones. Esta evaluación se añade a ya varias evaluaciones de otros programas de inclusión social que han contribuido a que las intervenciones sigan mejorando. Lo vimos con Haku Wiñay, con Pensión 65, con Cuna Más, entre otros programas. Evaluar es una buena inversión. Por ello, urge contar con un programa más amplio de evaluaciones de los impactos de este y otros programas para poder estimar mejor cuál debería ser su escala óptima, para idear formas creativas de complementar su trabajo desde el sector público y privado, para seguir profundizando su alcance, para mejorar su implementación, etcétera.
Beca 18 tiene impactos positivos, resulta una inversión rentable para el estado y genera cambios en nuestra sociedad haciéndola más inclusiva; Beca 18 no solo tiene impacto positivo en la biografía de quienes acceden a una beca, sino en todos nosotros, nuestras organizaciones y empresas.

Magister en Economía Agraria por The Pennsylvania State University y Economista de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ex Ministra de Desarrollo e Inclusión Social.