
A medida que las sociedades avanzan, su tasa de natalidad disminuye y crece su longevidad. Los riesgos de envejecimiento de un país se manifiestan en una menor proporción de personas productivas respecto a las dependientes (niños y adultos mayores). Ello genera presiones sobre los sistemas de pensiones, mayor gasto en salud y reducción de la productividad y de la capacidad de ahorro.
El concepto clásico de “bono demográfico” describe a la población con una proporción mayor de personas en edad de trabajar que de personas dependientes, lo que favorece el crecimiento económico siempre que apliquen políticas adecuadas en salud, educación y empleo. Sin embargo, el cambio demográfico contemporáneo abre otra oportunidad: convertir a la generación Silver Age —personas de 50, 60 y más años—, que han ingresado a su Etapa Phoenix (la siguiente a su vida laboral dependiente), en un nuevo “bono plateado productivo” que aporte crecimiento económico sostenible si se le mantiene activa y actualizada.
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Cambio de paradigma global: la productividad de la Silver Age
En el plano global, informes recientes muestran que el envejecimiento no debe leerse sólo como carga. El Fondo Monetario Internacional, en su World Economic Outlook (abril 2025), documenta que mucha gente envejece en mejor salud y que las capacidades físicas y cognitivas de los mayores han mejorado en las últimas décadas. Estas tendencias crean potencial para elevar la participación laboral y la productividad de los mayores, siempre que se articulen políticas tributarias, laborales, de salud y formación continua, así como adaptaciones laborales que faciliten su contratación y eliminen barreras.

Impacto económico
Desde la perspectiva económica, el Banco Mundial y diversos estudios han cuantificado ganancias plausibles si se aprovecha la “productiva longevidad”. En los países de la OCDE, políticas que extienden las vidas laborales productivas podrían traducirse en incrementos del PBI del orden de 0,4% por año —una mejora significativa para economías desarrolladas— además de efectos positivos sobre la sostenibilidad de pensiones y de la salud pública. Esta cifra no es una promesa automática, sino una proyección condicionada a intervenciones activas en salud, formación y flexibilidad laboral.
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El caso del Perú: un activo estratégico y una oportunidad económica
En el Perú, el proceso de envejecimiento avanza con fuerza: la población de 60 años a más representó aproximadamente 13,9% en 2024, según el INEI, una cifra que crece sostenidamente desde décadas anteriores. Este cambio en la estructura demográfica exige repensar políticas laborales y de capital humano para incluir a la Silver Age como un activo, no sólo como un grupo receptor de servicios.
¿Qué implicaría esto en términos económicos concretos para el país? Tomando como referencia el tamaño de la economía (PBI nominal estimado para 2025 en alrededor de US$ 300 mil millones) y un impulso similar al proyectado para la OCDE —0,4 puntos porcentuales adicionales de crecimiento—, ello equivaldría aproximadamente a un incremento anual adicional del orden de US$ 1.2 mil millones. Se trata de un cálculo simple que no incorpora efectos acumulativos, pero sirve para dimensionar la magnitud económica potencial de mantener productiva a la generación Silver Age mediante políticas activas.
Iniciativas prácticas para activar el potencial
Transformar este potencial en realidad requiere iniciativas concretas: programas de recapacitación y aprendizaje permanente; incentivos fiscales y laborales para la contratación flexible de trabajadores mayores; rediseño de puestos para evitar sobrecargas físicas; promoción de la salud preventiva; y mecanismos para convertir la experiencia acumulada en funciones de mentoring y transferencia de conocimiento dentro de las empresas. La evidencia, además, sugiere que la inserción laboral de mayores no “desplaza” el empleo juvenil: en muchos contextos, ambos aumentan de manera complementaria.
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La longevidad como activo competitivo nacional
En síntesis, la generación Silver Age puede —y debería— leerse como una segunda fuente de bono demográfico. Si gobiernos y empresas invierten en salud, formación y adaptaciones laborales, el envejecimiento poblacional puede convertirse en un “bono plateado productivo” capaz de sumar crecimiento, aliviar presiones fiscales y mejorar la competitividad. No se trata solo de sostener ingresos personales, sino de incorporar experiencia, redes y capacidad de consumo en una estrategia económica nacional que reconozca a la generación plateada, en su Etapa Phoenix o etapa posdependiente, como un activo estratégico.

Director de Empresas y Socio fundador de Phoenix Group.









