La administración de Donald Trump ha tenido un arranque frenético, como se esperaba. Hasta el miércoles de esta semana, el presidente ha firmado 60 decretos ejecutivos, la mayor cantidad en los primeros 100 días de un gobierno en más de 40 años. Estas órdenes abordan temas que van desde la imposición de aranceles, la suspensión de ayuda extranjera y la eliminación de la inmigración ilegal, hasta política energética, equidad de género y el retiro del país del Acuerdo de París sobre cambio climático, de la Organización Mundial de la Salud y del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Este último punto ha generado preocupaciones por el potencial debilitamiento del multilateralismo, dado que, en su momento, Estados Unidos fue su promotor tras la Segunda Guerra Mundial. Incluso, expertos han llegado a temer por el futuro del FMI y el Banco Mundial.
Dicho lo anterior, por supuesto, la política arancelaria ha acaparado la atención de los mercados, toda vez que han ocurrido tantos eventos que cuesta creer que el gobierno Trump lleve apenas tres semanas en funciones:
i) Anuncio de aranceles del 25% a México y Canadá que, al final fueron suspendidos por un mes tras un acuerdo inicial alcanzado en materia de seguridad. ii) Aplicación de un 10% de aranceles a China, que entraron en vigencia la semana pasada. iii) Medidas de retaliación de China con aranceles de 10% y 15% a productos como petróleo, gas, maquinaria agrícola y algunos vehículos, además de restricciones a las exportaciones de tierras raras, esenciales para la electrónica y equipos militares. iv) Imposición de aranceles del 25% al aluminio y acero provenientes de cualquier país. v) Amenaza de aranceles del 50% a Colombia tras un impasse diplomático entre los dos países que surgió de las deportaciones de inmigrantes que, afortunadamente, se resolvió el mismo día, pero sirvió como precedente para el resto del mundo, dejando en claro que Trump va muy en serio con su táctica de negociación para lograr su objetivos.
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Al momento de escribir esta columna, existe expectativa sobre las medidas de retaliación que podrían ser impuestas por Europa dado el arancel al acero y aluminio, así como preocupación de que Estados Unidos adopte medidas comerciales contra Japón. Sin duda, el asunto arancelario parece una serie de TV que seguramente tendrá muchas temporadas y será una de las principales fuentes de volatilidad en los mercados debido a la alta incertidumbre.
Dada esta situación, resulta interesante destacar un ejercicio del FMI que concluye que, dependiendo de las medidas que finalmente adopte el gobierno de Trump en materia comercial y migratoria, así como de la respuesta global y su efecto en los costos de financiamiento globales, el impacto negativo sobre el crecimiento económico global podría oscilar entre -0.3pp y -1.2pp en los próximos dos años. Por ahora, es imposible prever cuál escenario se impondrá. Solo resta esperar que la diplomacia pueda prevalecer y que el resultado final sea uno de moderación.
Por ahora, los mercados han tendido a estabilizarse, impulsados por la suspensión de aranceles a México y Canadá y la percepción de que la respuesta de retaliación de China ha sido más bien modesta. Mientras el impacto del arancel del 10% impuesto por Estados Unidos afectaría alrededor de US$ 450 mil millones del comercio chino, las medidas de represalia de China tendrían un impacto de solo US$ 20 mil millones sobre Estados Unidos., lo que algunos interpretan como una señal del país asiático de buscar salidas a fin de evitar una guerra comercial. Adicionalmente, el mercado se ha mostrado optimista por el plan de estímulo que sería anunciado por el gobierno chino en marzo.
Es de esperar que la incertidumbre y volatilidad se mantengan altas en los próximos meses mientras se obtiene más claridad. En todo caso, por definición, la incertidumbre irá reduciéndose conforme pase el tiempo y se vayan decantando las diferentes medidas de política, lo que permitirá que vayamos comprendiendo en cuál de todos los escenarios posibles realmente vamos a jugar en los próximos años. Al final, esto seguramente será positivo porque no hay nada que paralice más las decisiones de las personas, empresas e inversionistas que la incertidumbre, por lo que en la medida en que esta se reduzca, se reducirá la volatilidad y se podrán aprovechar de mejor manera todas las oportunidades que el nuevo escenario creará. Porque recordemos que las crisis (o riesgos) generalmente implican oportunidades.
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Economista jefe de Credicorp Capital y Managing Director de Research. Es economista por la Universidad del Rosario, con maestría en Economía de la misma casa de estudios. Cuenta con 13 años de experiencia. Previamente se ha desempeñado en cargos de docencia, investigación académica y del sector financiero.