
En el mundo corporativo, el éxito suele medirse con signos como: cargos alcanzados, logros financieros, reconocimiento profesional y velocidad en el ascenso. Para muchos ejecutivos, este marco se convierte en el eje principal —y a veces único— sobre el cual se construye su identidad. Pero, ¿qué sucede cuando esa carrera brillante se detiene? ¿Qué pasa cuando el retiro toca la puerta o cuando las prioridades vitales cambian? Aquí es donde emerge una distinción crítica: la diferencia entre construir una carrera profesional y construir una vida plena.
- El ejecutivo que construyó una carrera
A lo largo de años —o décadas— este ejecutivo fue promovido, lideró equipos, viajó por el mundo y acumuló logros. Su agenda estuvo llena y sus decisiones impactaron resultados importantes. Vivió en un ecosistema donde su valor estaba directamente vinculado a su utilidad profesional.
Sin embargo, llegada la etapa del retiro, si sólo se dedicó a su carrera dejando de lado su futuro como persona, ese ejecutivo comienza a enfrentar una serie de vacíos en áreas de la vida que nunca planificó: relaciones personales debilitadas, una salud postergada y, muchas veces, una incertidumbre financiera ante la nueva etapa. Su identidad, construida casi exclusivamente sobre su rol profesional, entra en crisis cuando ese rol desaparece. La pregunta no es nueva y golpea: ¿quién soy ahora que ya no soy “el gerente de...?”. Experimentan una pérdida de identidad.
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- El ejecutivo que construye una vida

En cambio, hay otro tipo de ejecutivo. También se esfuerza por crecer, por aportar valor, por superarse. Pero además —y de forma intencional— cultiva su vida de manera equilibrada con las otras dimensiones de la vida, más allá de la carrera ejecutiva. Desde temprano, planifica su bienestar financiero de largo plazo, invierte tiempo en relaciones familiares y de amistad, cuida su salud física y mental, participa en espacios sociales, cultiva hobbies, y desarrolla su espiritualidad o propósito de vida.
Este ejecutivo comprende que el éxito no es solo lo que sucede dentro de una sala de juntas. Sobre todo, entiende que la etapa posterior al retiro – que será un tercio de su vida- no es el final, sino una nueva temporada para explorar, servir, aprender y disfrutar.
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- La planificación de la vida, una tarea pendiente
La gran mayoría de los ejecutivos —incluso los más brillantes— invierte poco tiempo en planificar su vida integral. De acuerdo a un estudio de Phoenix Group, ejecutado por GRM, solo el 30% de ejecutivos de alto nivel tiene pensado a qué se dedicará luego de su etapa laboral dependiente, aunque ello no signifique que tenga un plan para llevarlo a cabo. Por otro lado, el 80% no tiene un presupuesto definido para su etapa de retiro y, si no saben cuánto necesitarán, es de suponer que tampoco están generando o invirtiendo para un gasto que no han estimado. El mismo estudio indica que el 73% de exgerentes, ahora en una etapa posterior a la laboral, confiesan que les faltó preparar algo para esta etapa.
Esta situación se da, entre otras causas, a que se concentran en la estrategia corporativa pero descuidan su propia estrategia vital. Y no se trata solo de planificación financiera, es también preguntarse:
- ¿Cómo quiero vivir después de los 60 o 70 años?
- ¿Estoy cultivando mis círculos de amistad, familiares y sociales?
- ¿Qué relaciones deseo fortalecer o sanar?
- ¿Cómo puedo seguir contribuyendo desde otro lugar?
- ¿Qué pasiones postergadas quisiera desarrollar?
- ¿Estoy cuidando mi salud con intención?
- ¿Qué sentido quiero que tenga mi vida cuando ya no esté vinculado al trabajo?
Estas preguntas son fundamentales, pero no es suficiente contestarlas, sino lo principal es construir y ejecutar el plan. Porque una carrera puede dar satisfacción, pero solo una vida bien diseñada ofrece plenitud.
Las investigaciones en bienestar coinciden en que los factores más determinantes para una vida satisfactoria en la etapa postlaboral son: una red social activa, un propósito claro, una buena salud y una sensación de autonomía. Naturalmente que, para que ello ocurra, la sostenibilidad financiera es clave. Nada de esto se improvisa o se hace de manera intuitiva.
De la productividad al propósito. Una carrera es, por definición, una secuencia de logros. Pero una vida es mucho más que eso. Requiere detenerse, reflexionar, elegir con conciencia. Construir una vida implica reconocer que el tiempo —más que el dinero— es el recurso más valioso. Y que una identidad robusta no se basa solo en lo que hacemos, sino también en quiénes somos cuando no hacemos.
Algunos ejecutivos logran este equilibrio desde etapas tempranas. Otros lo descubren en la madurez, a veces empujados por una crisis o una pérdida. Lo malo es no hacerlo, aunque se considere algo tarde para ello.
Conclusión
La pregunta clave no es cuán alto has llegado en tu carrera, sino cuán completa ha sido la construcción de todas las dimensiones de la rueda de la vida. Porque el verdadero éxito no es solo alcanzar metas profesionales, sino construir una existencia rica en vínculos, sentido y bienestar. El ejecutivo que planifica su vida con la misma disciplina con la que diseñó su carrera no solo está más preparado para el retiro, sino que está mejor preparado para vivir. Se debe trabajar en ello con una guía metodológica y sus herramientas, para tener mayor probabilidad de éxito.
