
Vivimos en la era de la estandarización: todos tienen ChatGPT, todos pueden editar videos en su celular, todos pueden armar hasta una campaña de publicidad “digna” en 24 horas. Es como si, de pronto, el mundo hubiera abierto un buffet libre de herramientas digitales. Pero aquí va la verdad incómoda: si tu propuesta es solo “usar IA” o “ser más rápido”, tu marca está condenada a saber igual que la del costado. Pan de molde. Correcto, cuadrado, barato y olvidable.
La diferencia real está en tu masa madre: tu posicionamiento. Eso que no se compra en Amazon, que no viene con tutorial de YouTube, que no puedes copiar con un copy-paste de prompts. Tu posicionamiento es la receta secreta que te convierte en pan con carácter, con aroma, con esa textura que se queda en la memoria.
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Apple puede sacar un iPhone con mejoras mínimas y, aún así, millones hacen cola. Porque no venden megapíxeles: venden una manera de entender el mundo. Steve Jobs no dejó un manual de instrucciones; dejó un posicionamiento tan brutal que, aunque los sucesores cambien, el halo se mantiene. Eso es masa madre.
Pasa lo mismo en el cine. Quentin Tarantino nunca buscó ser “para todos”. Su posicionamiento es tan nítido que no necesita competir en efectos especiales: la gente va a verlo porque sabe exactamente qué esperar (y qué no). No es pan de toda boda. Es un pan con un sabor tan fuerte que hasta molesta a algunos, y esa incomodidad es parte de su poder.
En la música, basta mirar a Bad Bunny. ¿Recuerdas la portada de su último álbum? Una portada simple, casi minimalista, que parecía decir “me da igual”. Esa contradicción, sumada a un posicionamiento sólido de artista que rompe esquemas, lo convirtió en éxito global. ¿La lección? No necesitas adornos, necesitas coherencia.
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El posicionamiento es tu verdadero superpoder, sea cual sea el tamaño de tu marca o empresa. Para los boomers, la Hormiga Atómica; para los millennials, Ant-Man. Da igual si mides tres centímetros o manejas un presupuesto de millones: con un posicionamiento claro, la percepción te multiplica. No son las herramientas digitales las que te hacen gigante, es tu claridad.
Y ojo: posicionarse no es solo gritar quién eres. Es también tener clarísimo qué no eres y qué no quieres ser. No puedes ser el petit pan de bautizo que intenta caerle bien a todo el mundo. Porque cuando tratas de ser para todos, terminas sin ser para nadie.
Lo mismo aplicas a las personas: ¿Qué te hace inolvidable como profesional? No es el máster que hiciste en pandemia ni el curso de liderazgo que subiste a LinkedIn. Es tu posicionamiento: esa narrativa que sostienes con coherencia, esa forma de decir “esto sí, esto no” aunque implique perder clientes, likes o amigos.
Así que, la próxima vez que alguien diga que la IA lo está uniformizando todo, la respuesta es: claro que sí. Pero el antídolo no es competir en prompts más creativos ni en interfaces más bonitas. Es preguntarte: ¿qué masa madre estoy defendiendo? ¿Cuál es mi piedra angular? ¿Qué lugar me niego a abandonar aunque el mercado presione?
El reto no está en sobrevivir a la IA ni a la competencia. El reto es no convertirte en pan de molde. Porque al final, el buffet aburre. El pan con masa madre, en cambio, se recuerda.

CEO de Boost y directora de Women CEO. Una de los 100 líderes con mayor reputación del país, según Merco. Autora de cinco libros de marketing.