
Hubo una época en que viajar significaba desconectarse. Comer, simplemente disfrutar. Pero hoy, el viajero exige más: quiere un propósito, conexión emocional, conciencia. Bienestar, pero uno más completo: una opción que lo atraviese todo: cuerpo, mente, raíces.
Perú, con su mezcla de herencias ancestrales, biodiversidad y creatividad contemporánea, se ha convertido en uno de los laboratorios naturales más vibrantes para experimentar este “bienestar 360”.
LEA TAMBIÉN: Los otros restaurantes peruanos que brillaron junto a Maido en el ranking mundial
Comer para sentir
En Miraflores, el restaurante Ache -un ícono de la cocina Nikkei- resume esta nueva forma de comer: saludable, sabrosa, respetuosa del origen.
“La cocina Nikkei refleja el concepto de bienestar a través de la armonía entre la precisión japonesa y la intensidad de los sabores peruanos”, explica su gerente, Juan Machi. No se trata solo de técnica, sino de propósito. De equilibrio entre placer y conciencia.
La carta va desde nigiris, sashimis y ceviches crudos (para quienes buscan ligereza) hasta platos de fantasía con mariscos al fuego o proteínas de cocción lenta. Como su costillar de res a baja temperatura durante 44 horas, bañado en chicha de soya y servido con puré de papas nativas y quinoa crocante lo que es “un plato que encarna el espíritu del bienestar que hoy busca la gente”.

A pocas cuadras, la propuesta de Ukaw Chocolate se presenta como una experiencia sensorial que parte del cacao para tocar la emoción.
“El cacao es un superalimento ancestral que eleva el bienestar emocional. Puede incluso aumentar la dopamina hasta en un 150%”, explica Gianina Flores, cofundadora de la marca.
Pero en Ukaw no se habla solo de nutrientes: se habla de identidad. De selva. De una Amazonía viva que se expresa en cada barra de chocolate, en cada infusión o platillo servido en su restaurante de Barranco.
“El chocolate es un puente entre el cuerpo, la emoción y la historia que queremos contar”, dice Flores sobre la propuesta de Ukaw, en donde puedes disfrutar desde una hamburguesa a base de pan de cacao y de unos fetuccine elaborados con este producto ancestral.

LEA TAMBIÉN: Tierra de Fuego: Tradición, parrilla y estrategia en el corazón de Lima
Otros espacios limeños también aportan a esta narrativa del “comer con sentido”. En Clamore Café, por ejemplo, el ritual de la pausa se convierte en un gesto de salud mental: café de especialidad, espacios verdes y música suave para desconectarse del ruido urbano.
“Integrar el concepto de bienestar va mucho más allá de incluir platos “más saludables” en la carta. El bienestar se convierte desde la selección de buenos proveedores para tener ingredientes de excelente calidad, hasta el ambiente del espacio, que está pensado para ofrecer una experiencia acogedora con comida exquisita que pueda generar una conexión con la marca“, explica Michael Barriga, CEO de Clamore.
Fuera de Lima, la experiencia gastronómica se conecta aún más con el entorno. En Mil Centro, el restaurante de Virgilio Martínez en Moray (Cusco), el bienestar se manifiesta en una cocina que respeta la altitud, los ecosistemas y los tiempos de la tierra.
En la Amazonía, el restaurante Al Frío y Al Fuego, flotando en el río Itaya (Iquitos), celebra ingredientes de la selva en platos frescos y sensoriales que se disfrutan rodeados de agua y cielos abiertos.
En Arequipa, Chaqchao Organic Chocolates ofrece no solo bombones o tazas de cacao caliente, sino talleres del grano a la barra, clases de cocina saludable y visitas a cooperativas locales, reforzando la relación directa entre sabor, comunidad y origen.

LEA TAMBIÉN: La historia detrás de Omatsu: cómo los Matsufuji revolucionaron el sushi en Lima
Rituales ancestrales: del turismo al alma
Pero el bienestar peruano no solo se sirve en platos. También se vive en la tierra. En la selva y en los Andes, cada vez más viajeros llegan en busca de ceremonias de ayahuasca, baños de florecimiento, limpias energéticas o rituales de pago a la tierra. Lo que antes era parte de una cosmovisión cultural hoy se ofrece -con respeto y guía profesional- en una experiencia de reconexión espiritual.
Espacios como The Retreat Center - Ayahuasca Foundation (en las afueras de Iquitos) o Munay Sonqo Retreat (en Pisac, Cusco) combinan tradición ancestral con contención profesional y entornos naturales privilegiados.

En Willka T’ika, en el Valle Sagrado, los viajeros meditan entre jardines de flores nativas, reciben terapias con cristales y participan en ceremonias con maestros andinos.
“Hoy en día, los viajeros buscan mucho más que relajación física o un escape de su vida cotidiana. Están buscando experiencias transformadoras que les ayuden a reconectarse consigo mismos y con la naturaleza. Quieren autenticidad, propósito y una conexión espiritual profunda”, cuenta a Gestión su On-site Manager, Verena Velazco.
“Muchas personas llegan a WillkaT’ika buscando algo más allá de lo turístico: buscan un espacio seguro para sanar, conectar, reflexionar y crecer. La combinación de yoga, meditación, alimentación consciente y la energía de los Andes les ofrece esa oportunidad de transformación real”, agrega.

Las ceremonias de despacho (ofrendas a la Pachamama), las limpiezas energéticas y las caminatas conscientes a lugares sagrados como Machu Picchu o los Apus locales son algunas de las prácticas andinas que generan más interés en este lugar.
También hay una creciente fascinación por la cosmovisión andina, que honra la conexión entre el ser humano, la naturaleza y el universo.
“Muchos visitantes valoran compartir directamente con nuestros colaboradores quechua, guías locales y curanderos andinos, quienes transmiten estas tradiciones de forma auténtica y respetuosa. [...] Por ejemplo, una caminata en silencio por nuestros jardines de los 7 Chakras o una ceremonia al pie de una montaña sagrada o Apu son experiencias de mindfulness vividas desde lo ancestral”, añadió.
Otras opciones, al norte, el Centro Mallki Wasi (en Amazonas) ha desarrollado una experiencia inmersiva con pueblos awajún y wampis, que incluye caminatas botánicas, curaciones con plantas medicinales y rituales nocturnos bajo la guía de sabios locales. En Puno, el Eco Inn Hotel organiza pagos a la tierra al amanecer, dirigidos por comunidades aymaras.
LEA TAMBIÉN: Síndrome del Burnout: ‘Refugiarse o darte un respiro’ con el celular pone en riesgo la salud mental
El nuevo descanso: cuerpo, mente y territorio
Hoteles como Ananay Retreats (Arequipa) o Treehouse Lodge (Iquitos) han empezado a redefinir el lujo. No con mármol ni menú de almohadas, sino con experiencias que conectan al huésped con el entorno: clases de yoga entre chacras, caminatas meditativas, baños de bosque o terapias sonoras en cuevas sagradas.
Incluso en Lima, han surgido estudios de biohacking, crioterapia o respiración holotrópica, donde el bienestar se explora desde la ciencia y la innovación.
En distritos como Barranco o San Isidro, es cada vez más común encontrar cafés con oxigenoterapia, centros de meditación urbana o sesiones de recuperación cerebral para ejecutivos.
LEA TAMBIÉN: Actividad de restaurantes creció 1.78% en el primer trimestre, ¿qué la impulsó?
Bienestar como propuesta de valor
Hay negocios que hoy en día lo entienden todo. La tendencia del bienestar en Perú ya no es un nicho: es una filosofía que está transformando la manera en que muchas marcas se relacionan con sus clientes. Y no se trata solo de spas ni jugos detox. En todo el país, distintos negocios están diseñando experiencias de cuidado integral, donde el cuerpo, la mente y la emoción se conectan en espacios únicos.
En Lima, Lima Sana ha elevado el biohacking a un nivel boutique: crioterapia, cámaras hiperbáricas, baños de sonido y mentoría emocional conviven con brunch saludables y espacios para respirar en el corazón de San Isidro. Más allá de lo urbano, en Cusco, Samana Wellness ofrece masajes con hierbas nativas, yoga restaurativo y rituales con coca, en un spa que parece haber sido diseñado por los Apus.
LEA TAMBIÉN: El futuro del lujo inmobiliario: blockchain y bienestar redefinidos
El bienestar también puede oler a palo santo y sonar a tambores: en Paititi Spa (Máncora), cada masaje frente al mar es una ceremonia con copal, aceites amazónicos y sal marina.
En el Valle Sagrado, El Albergue combina hospedaje agroecológico, destilería artesanal y baños de hierbas andinas como parte de su experiencia regenerativa.

Incluso el descanso se ha redefinido. Ya no se trata solo de dormir bien, sino de desconectar para reconectar. Espacios como The Healing Tree Center, en Urubamba, proponen ceremonias de ayahuasca con integración psicológica y alimentación detox.
En Arequipa, Espacio Vital impulsa el bienestar emocional desde la psicoterapia y la meditación, ideal para quienes buscan sanar más allá del cuerpo.
Lo que estos negocios tienen en común es algo claro: no venden solo servicios, sino estados de ánimo transformadores.
LEA TAMBIÉN: Jonas Salzgeber: con autorreflexión, tendremos mejores empresas
En un país con tanta diversidad cultural y natural, el bienestar encuentra aquí un terreno fértil para evolucionar y para sanar.
Ya no se trata de “desestresarse”. Tampoco de escapar. El nuevo bienestar que se busca en Perú es inmersivo: se come, se camina, se respira, se honra.
Es sabor, silencio, calor, ritual. Una experiencia que no puede comprarse en cápsulas ni comprimirse en una historia. Hay que vivirla. Sentirla. Y recordarla como se recuerda un viaje que transformó algo dentro.

Escribo sobre política, economía y afines. Periodista con nueve años de experiencia en prensa escrita, radio y televisión.