
¿Qué más podrían pedir las petroleras? En la Casa Blanca tienen un presidente que defiende el petróleo. Los gobiernos de todo el mundo están vacilando en su compromiso de eliminar gradualmente los combustibles contaminantes. La demanda de energía está aumentando gracias a una oleada de inversiones en centros de datos con alto consumo energético. El 22 de octubre llegaron más buenas noticias con el anuncio de nuevas sanciones estadounidenses contra empresas energéticas rusas, lo que impulsó los precios mundiales del petróleo.
Sin embargo, la situación es sorprendentemente difícil para el sector. Desde principios del año pasado, el índice S&P 500 de empresas estadounidenses ha generado una rentabilidad total, incluyendo dividendos, del 48%. Pero las empresas estadounidenses de petróleo y gas —incluidas Chevron y ExxonMobil— han obtenido una rentabilidad de tan solo el 14%. Sus homólogas europeas también han tenido un rendimiento inferior.
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No hace mucho, el sector del petróleo y gas estaba en pleno auge, debido al aumento de precios tras la invasión rusa de Ucrania en 2022. Desde entonces, los precios, aunque volátiles, han caído, sumiendo al sector en una profunda crisis. Los inversores deben prepararse para una fase de crecimiento lento.
La demanda de petróleo se ha mantenido débil debido al modesto crecimiento económico mundial y a la rápida expansión de los vehículos eléctricos chinos. Mientras tanto, la oferta continúa expandiéndose con fuerza.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), organismo oficial de pronóstico, la producción mundial registró un superávit promedio de 1.9 millones de barriles diarios (b/d) entre enero y septiembre. La AIE estima que esta cifra podría ascender a 4 millones de b/d el próximo año.
Es improbable que las nuevas sanciones al petróleo ruso impulsen significativamente las ganancias. Si bien los precios al contado subieron considerablemente tras la noticia, los de los contratos de futuros no lo hicieron.
Rusia ya ha creado una enorme flota clandestina de buques cisterna para evadir las sanciones y probablemente aún encontrará compradores para su petróleo, aunque a precios reducidos. Además, otros proveedores están preparados para cubrir cualquier déficit.
Al día siguiente del anuncio de las nuevas medidas, el ministro de Petróleo de Kuwait declaró que la Organización de Países Exportadores de Petróleo estaba lista para aumentar la producción y evitar así la interrupción de los mercados globales.
La creciente demanda de gas natural tampoco ayuda. Es cierto que los gigantes tecnológicos occidentales recurren a este combustible para alimentar sus centros de datos, a pesar de su apoyo manifiesto a la descarbonización. Pero en Estados Unidos, donde se concentra la mayor parte de la construcción de centros de datos, los precios del gas aún no han subido significativamente, ya que la oferta nacional se ha expandido para satisfacer la creciente demanda.
La voracidad energética de los gigantes tecnológicos ha beneficiado mucho más a las compañías eléctricas, cuyas acciones se han disparado, que a los vendedores de gas natural. Para colmo, es probable que los precios del gas en Europa y otros lugares disminuyan en los próximos años, a medida que aumente la oferta mundial de gas natural licuado gracias a las grandes inversiones en plantas de licuefacción en Estados Unidos y Qatar.
Como clara señal de que las petroleras están preocupadas por las perspectivas de crecimiento de su sector, están devolviendo efectivo a los accionistas mediante dividendos y recompras de acciones en lugar de invertirlo en la expansión de la producción.
Según la consultora Rystad, Chevron, Exxon y sus cuatro grandes competidoras europeas (BP, Eni, Shell y TotalEnergies) repartieron la cifra récord de US$ 120,000 millones entre sus accionistas el año pasado, lo que representa el 56% de su flujo de caja operativo combinado, muy por encima del 30-40% registrado en la década anterior. El 30 de octubre, Shell anunció que recompraría US$ 3,500 millones de sus acciones durante los próximos tres meses.
Para liberar efectivo, las grandes petroleras han estado recortando gastos. Exxon anunció recientemente que reducirá su plantilla entre un 3% y un 4%. Chevron se encuentra en pleno proceso de reestructuración, que podría reducir su plantilla en un 20%. Conoco, otro gigante petrolero estadounidense, también está reduciendo su personal, al igual que BP y Shell. Ante un futuro incierto, las grandes petroleras reducen su tamaño.









