
La sede de las Naciones Unidas se alza majestuosa sobre el río Este de Manhattan. Sin embargo, sus escaleras eléctricas suelen estar averiadas, como consecuencia de los drásticos recortes de gastos de parte del secretario general, António Guterres.
La esperanza del secretario es ahorrar en mantenimiento obligando a los representantes de los países a subir las escaleras a pie, y así quizá también recordarles a sus gobiernos que paguen sus cuotas.
El 5 de mayo, la ONU informará a sus miembros de un recorte no comunicado hasta el momento de US$ 600 millones (el 17%) en su presupuesto de US$ 3,700 millones, con el fin de evitar el incumplimiento de pago este año. Incluirá un congelamiento de contrataciones mientras los funcionarios estudian nuevas formas de ahorro que un diplomático occidental describió como “trasladar puestos de trabajo de Nueva York a Nairobi”.
Sin embargo, puede que esto no sea suficiente. Una combinación de miembros morosos y normas presupuestarias disparatadas ha provocado una crisis de liquidez. Ahora, un memorando filtrado de la Casa Blanca en el que se propone que Estados Unidos deje de pagar sus contribuciones obligatorias amenaza con detonar un colapso financiero en la ciudadela de la paz y la seguridad.
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El año pasado, la ONU tuvo un déficit de caja de US$ 200 millones, a pesar de haber gastado solo el 90% de su presupuesto previsto. Este año será mucho peor. Los modelos internos sugieren que el déficit de caja a final de año, sin recortes, probablemente se disparará a US$ 1,100 millones, lo cual dejará a la ONU sin dinero para pagar salarios y proveedores desde septiembre.
La mayor parte del financiamiento de la ONU, al igual que el de los organismos que proporcionan alimentos o refugio humanitarios, es voluntaria, pero las funciones básicas se pagan mediante cuotas obligatorias, vinculadas al tamaño de las economías de los miembros.
Estas funciones básicas incluyen las reuniones de la Asamblea General, el mantenimiento de la paz y la vigilancia de los derechos humanos. En una carta que Guterres envió a los miembros en febrero, y que vio The Economist, el secretario advertía que el presupuesto del mantenimiento de la paz para pagarles a las tropas podría agotarse a mediados de año.
El “problema de fondo”, según el jefe de la ONU, es que algunos miembros pagan sus cuotas con retraso y otros no las pagan nunca. La ONU recauda las cuotas obligatorias el año en que pretende gastarlas. Por ello, se supone que los miembros deben enviar sus cuotas en enero para que la ONU pueda pagarles a su personal y a sus proveedores.
Pero los países pagan sus cuotas cada vez más tarde. En 2024, alrededor del 15% de los fondos del presupuesto de la ONU llegaron en diciembre. Luego están los aprovechados. Faltaron US$ 760 millones en contribuciones obligatorias de varios miembros. Los millones que no se pagaron correspondían a 41 países, entre ellos Estados Unidos, Argentina, México y Venezuela. Es posible que algunos hayan pagado después de que terminara el año.
Este año, tan solo 49 países pagaron a tiempo, lo que obligó a la ONU a recortar gastos y aplazar pagos. Los ahorros van desde lo cotidiano (los aparatos de aire acondicionado se pondrán a 26 grados Celsius en Ginebra este verano) hasta lo grave, como la ralentización de las investigaciones sobre las atrocidades cometidas en Sudán y Ucrania.
Los recortes selectivos de gastos en programas ineficaces o una reducción general del presupuesto requieren una votación por consenso entre los miembros, pero los países pobres son reacios a recortar los gastos de una organización de la que se benefician y que pagan principalmente los ricos.
La ONU no puede pedir préstamos. Además de recortar gastos, gestiona sus ingresos erráticos recurriendo a reservas y aprovechando todo el efectivo sobrante. Eso ya no es sostenible. Las cuotas pendientes de pago de 2024 superan en un 60 por ciento la cantidad que la ONU puede absorber con facilidad, por lo que se está agotando su reserva de efectivo.
Estados Unidos y China aportan alrededor del 20%, cada uno, del presupuesto anual de la ONU y ambos se han vuelto poco confiables. Los pagos de Estados Unidos se han ido retrasando desde la década de 1980, afirma Eugene Chen, del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York.
Durante el primer gobierno de Trump, la morosidad se vio agravada porque Estados Unidos no pagaba su cuota completa. China también ha empezado a pagar tarde. El año pasado, su dinero llegó el 27 de diciembre, cuatro días antes del final del ejercicio. Solo Corea del Norte pagó más tarde.
Los retrasos en los pagos no solo hacen que sea más difícil cuadrar las cuentas. La contribución de China llegó tan tarde que fue imposible que la ONU la gastara toda antes de que se cerraran las cuentas. En lugar de que pueda guardar el efectivo para rellenar sus reservas agotadas, las normas de la ONU le exigen que reembolse el dinero no utilizado a los miembros para compensar futuras cuotas.
Incluso los que no pagaron sus cuotas obtuvieron un crédito. Así pues, los miembros morosos no solo obligan a la ONU a gastar menos en el año en curso, sino que también privan a la organización de fondos futuros.
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En 2026, la ONU tendrá que reembolsar US$ 300 millones que llegaron tarde en 2024, lo que supondrá el triple del reembolso de este año. El jefe de finanzas de la ONU, Chandramouli Ramanathan, prevé que en 2027 dichos reembolsos ascenderán a 600 millones de dólares, es decir, el 17% del presupuesto.
Si bien Estados Unidos puede culpar al proceso enrevesado, aunque transparente, del Congreso por sus pagos tardíos, el comportamiento dilatorio de China es desconcertante. En ocasiones anteriores, Estados Unidos retuvo sus fondos hasta que la ONU accedió a algunas de sus exigencias, como la creación de una oficina de auditoría presupuestaria en la década de 1990.
Está menos claro lo que China espera ganar con sus pagos tardíos, opina Chen. Como todos los miembros de la ONU, China quiere más influencia en la organización y más puestos clave en la formulación de políticas para personas de su país. “Este apalancamiento informal podría ser una estrategia para recordarle a la organización que China es un contribuyente financiero importante y que no se le puede ignorar”.
¿Podría el Tío Sam negarse a soltar el dinero?
Al menos China sí paga, aunque sea con retraso. Pocos están seguros de que Estados Unidos pagará su cuota anual de US$ 2,300 millones. El presidente Donald Trump ya dio hachazos a partes del sistema internacional. Tras asumir el cargo, congeló el financiamiento de organismos internacionales y ha intentado abolir la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés).
También ordenó a los funcionarios que revisaran la participación de Estados Unidos en todas las organizaciones internacionales, incluida la ONU. La entrega de los resultados de esta revisión está prevista para mediados de julio.
Los diplomáticos de la ONU especulan sobre si Trump optará por recortes drásticos o, como sugieren algunos informes recientes, se negará a pagar por completo. Ramanathan afirma que este último escenario dejaría su presupuesto en serios apuros.
El artículo 19 de la Carta de la ONU establece que un país que no pague el equivalente a dos años de su cuota perderá su voto en la Asamblea General (pero no su derecho de veto en el Consejo de Seguridad, si lo tiene).
Los atrasos totales de Estados Unidos ascienden a unos US$ 3,000 millones, todavía por debajo de su límite de US$ 4,500 millones para dos años. Si Trump no paga, Estados Unidos incumplirá las normas en el presupuesto del próximo año y se le retirará el voto en 2027.
Hoy en día, los funcionarios están desenterrando precedentes de hace más de 60 años, cuando Francia y la Unión Soviética se negaron a pagar determinadas misiones de mantenimiento de la paz y se retrasaron en los pagos. Por aquel entonces, pocos querían poner a prueba la norma, así que la Asamblea General dejó de votar por miedo a las consecuencias.