
Cuando el hielo se acumula en el congelador, no solo reduce el espacio disponible: también hace que el aparato gaste más y funcione peor. La escarcha impide que el frío circule bien, el motor se fuerza y la factura de la luz se resiente. La buena noticia es que hay una forma rápida de solucionarlo sin esfuerzo: un simple rollo de papel de aluminio.
La idea es sencilla: aprovechar un material que reparte el calor con mucha eficacia para que el hielo se ablande y se desprenda en pocos minutos, sin rascar ni forzar. Es un truco práctico para equipos que no son “no-frost” (en los no-frost no se forman placas y no hace falta).
Cómo aplicarlo paso a paso
- Desenchufa el congelador o apágalo antes de empezar.
- Cubre las paredes interiores con papel de aluminio, sin presionar demasiado.
- Aplica calor suave colocando cerca una olla con agua caliente o un secador (sin apuntar directamente durante mucho tiempo). Espera entre 10 y 20 minutos, hasta que las placas de hielo empiecen a despegarse.
- Retira el hielo con una espátula de plástico, nunca con cuchillos u objetos metálicos que puedan perforar las paredes o dañar el sistema de refrigeración.
Conviene, eso sí, mantener el sentido común durante el proceso: calor moderado, cables y agua separados, y nada de tapar conductos internos con el papel. El objetivo es ablandar el hielo, no calentar la carcasa.
¿Por qué funciona?
La clave de su éxito está en las propiedades del aluminio: su alta conductividad térmica, de unos 200 W/m·K, hace que el calor se distribuya mucho más rápido que en materiales como el plástico o la cerámica. Por eso también se usa en utensilios de cocina o bandejas para descongelar alimentos: actúa como un “puente” que reparte el calor y, en este caso, acelera el deshielo de forma uniforme.
Cuándo conviene hacerlo
Los expertos recomiendan descongelar el congelador al menos dos veces al año o cuando la capa de escarcha supere los 5 milímetros de grosor. Hacerlo con frecuencia evita que el hielo se acumule, mejora la refrigeración y mantiene el aparato en condiciones óptimas.
Una vez limpio, basta con secar bien las paredes y enchufarlo de nuevo. Colocar los alimentos en orden y sin bloquear las rejillas internas ayudará a mantener la temperatura estable y evitar nuevas acumulaciones.