La Estatua de la Libertad fue un regalo de Francia a Estados Unidos en el siglo XIX (Foto: Freepik)
La Estatua de la Libertad fue un regalo de Francia a Estados Unidos en el siglo XIX (Foto: Freepik)

La Estatua de la Libertad, en la actualidad, se ha convertido en un símbolo global, representando la libertad y la democracia de manera perdurable. No obstante, recientemente ha surgido una controversia inusitada entre Francia y Estados Unidos. El parlamentario francés Raphaël Glucksmann sugirió que el monumento, obsequiado por Francia a los estadounidenses, debería ser devuelto, argumentando que los principios que motivaron su creación ya no son reflejados por el país receptor. Esta afirmación ha generado sorpresa, particularmente después de que Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, rechazara categóricamente cualquier idea de devolver este emblema. Pero, ¿por qué razón Francia decidió regalar un símbolo de tal magnitud a Estados Unidos? La historia detrás de esta famosa estatua es mucho más compleja de lo que muchos imaginan.

Este monumento, más allá de su tamaño y su imponente presencia, fue en su momento un gesto de admiración y esperanza, una expresión de los valores compartidos entre dos naciones que, en el siglo XIX, luchaban por la libertad y la justicia. Pero la historia de la Estatua de la Libertad no es solo una cuestión de relaciones diplomáticas, sino también un reflejo de los ideales que definieron el cambio social y político de la época. Y a pesar de las tensiones actuales, el verdadero significado detrás de este regalo permanece claro y relevante incluso hoy en día.

EL ORIGEN DE LA IDEA

La historia comienza en 1865, en medio de un clima político complicado en Francia. Edouard de Laboulaye, un pensador político francés y firme defensor de la democracia, tenía una visión: crear un monumento para conmemorar la perseverancia de la libertad y la democracia en el país y honrar la labor del difunto presidente Abraham Lincoln, así como para reforzar la alianza de las dos naciones durante la Revolución Americana. Laboulaye no solo admiraba la democracia estadounidense, sino que esperaba que este regalo pudiera inspirar a Francia a avanzar hacia una democracia más firme y estable, en lugar de seguir atrapada en una monarquía.

En un momento en que Francia estaba dividida entre el apoyo a la monarquía y el deseo de una república democrática, Laboulaye vio en Estados Unidos un modelo a seguir. ¿Y qué mejor forma de celebrar esta admiración que con un monumento colosal? Así nació la idea de lo que hoy conocemos como la Estatua de la Libertad. Laboulaye quería que este regalo fuera un símbolo de la esperanza de que la democracia, la libertad y la justicia pudieran prevalecer en todo el mundo.

UN PROYECTO AMBICIOSO

Una vez que Laboulaye compartió su visión, su idea fue recibida con entusiasmo por muchos en Francia. Entre ellos, el escultor Auguste Bartholdi, quien fue seleccionado para diseñar la estatua. Bartholdi no solo tenía el talento necesario, sino también el compromiso con los ideales republicanos que Laboulaye defendía. Juntos, trabajaron incansablemente en la creación de un monumento que no solo representara la amistad entre Francia y Estados Unidos, sino también los ideales de la Revolución Francesa, como la libertad, la igualdad y la fraternidad.

A lo largo de los años siguientes, el proyecto fue tomando forma. La estatua, conocida originalmente como “La Libertad Iluminando al Mundo”, se construyó con la intención de enviar un mensaje claro: la libertad no solo era un derecho de los estadounidenses, sino una aspiración universal. Con cada paso en la creación del monumento, los franceses se sentían más orgullosos de su contribución a una causa que trascendía fronteras.

La Estatua de la Libertad durante su construcción en Francia (Foto: Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos)
La Estatua de la Libertad durante su construcción en Francia (Foto: Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos)

EL DISEÑO DE LA ESTATUA DE LA LIBERTAD

La elección del diseño no fue casualidad. Bartholdi se encargó de que la estatua fuera una representación poderosa de la libertad, pero también de la paz. A pesar de que la palabra “libertad” evocaba en ese entonces fuertes imágenes de revolución, Laboulaye y Bartholdi querían que el monumento fuera visto como un símbolo de estabilidad y legalidad, no de violencia. “La Libertad Iluminando al Mundo” no sería un emblema de rebelión, sino de esperanza y renovación.

En la Francia de la época, marcada por las tensiones políticas internas y la reciente represión de un levantamiento en París, la creación de esta estatua fue también un acto de afirmación de los valores republicanos. Para Laboulaye, este monumento representaba no solo la libertad de los Estados Unidos, sino el deseo de que esos ideales fueran adoptados por Francia en el futuro.

LA RECEPCIÓN EN ESTADOS UNIDOS

Cuando la estatua finalmente llegó a Nueva York en 1886, fue recibida con un entusiasmo masivo. El pueblo estadounidense, que había vivido los estragos de la Guerra Civil y la reconstrucción del país, vio en la estatua no solo un regalo de Francia, sino un recordatorio de los ideales de libertad que habían guiado la nación desde su fundación. El monumento se erigió como un faro de esperanza, dando la bienvenida a los inmigrantes que llegaban al país en busca de una vida mejor, un reflejo de las promesas que América ofrecía al mundo.

La inauguración fue un evento de gran importancia, y la estatua se convirtió rápidamente en uno de los símbolos más reconocidos de Estados Unidos. Aunque en su momento algunos cuestionaron el valor de la misma como un regalo, con el tiempo su significado fue consolidándose, no solo como un símbolo de amistad entre naciones, sino como un emblema de los ideales de libertad y justicia universales.

La Estatua de la Libertad es un monumento muy simbólico y querido en los Estados Unidos (Foto: AFP)
La Estatua de la Libertad es un monumento muy simbólico y querido en los Estados Unidos (Foto: AFP)