
Las alarmas se encienden cuando se cuestionan los cimientos de una sociedad. Eso es lo que sucede ahora en Estados Unidos, donde una decisión de la Corte Suprema amenaza con transformar un derecho tan fundamental como la ciudadanía por nacimiento, garantizada por la Decimocuarta Enmienda.
Si tú, como yo, tienes familia, amigos o conocidos que nacieron en este país, pero cuyos padres son inmigrantes indocumentados, esta noticia seguramente te dejó con muchas preguntas. El fallo de la Corte no cambia de inmediato el derecho constitucional, pero sí allana el camino para que la Administración Trump tenga más libertad para restringir ese derecho sin interferencia inmediata de los tribunales inferiores.
¿QUÉ DIJO LA CORTE SUPREMA?
Para ser claros: la Corte no dijo que Trump puede quitarles la ciudadanía a niños nacidos en EE.UU. Lo que decidió, con una votación de 6 a 3 (con la disidencia de los jueces liberales), fue que los jueces de cortes menores ya no pueden bloquear sus órdenes a nivel nacional de forma tan amplia como antes. Es decir, si un grupo presenta una demanda, la protección judicial que obtenga aplicará solo para ese grupo, y no para todos.
Esto es importante porque, en el pasado, muchos decretos de Trump —como el veto migratorio, por ejemplo— fueron detenidos por decisiones judiciales que tenían un alcance nacional. Ahora, gracias a esta nueva interpretación, las cortes inferiores pierden ese poder, lo cual, en palabras simples, le da más cancha libre a Trump para aplicar sus políticas sin que lo frenen tan rápido.

¿Y QUÉ PASA CON LA CIUDADANÍA POR NACIMIENTO?
Aquí está el centro de todo este lío: Trump firmó en enero una orden ejecutiva llamada “Protegiendo el significado y valor de la ciudadanía estadounidense”, donde plantea que solo serían ciudadanos los nacidos en EE.UU. si al menos uno de sus padres es ciudadano o residente legal permanente.
Esto va contra lo que dice claramente la Decimocuarta Enmienda, que establece que toda persona nacida en suelo estadounidense es ciudadana, sin importar el estatus migratorio de sus padres. Pero Trump, desde hace años, ha insistido en reinterpretar esa cláusula, y con este fallo reciente de la Corte, su intento ya no tiene un muro judicial inmediato que lo detenga.
LA REACCIÓN DE LOS JUECES LIBERALES
Lo que más me impactó fue la reacción de la jueza Sonia Sotomayor, la única latina en la Corte. En su opinión disidente, no se guardó nada. Dijo que la mayoría del tribunal actuó de manera “vergonzosa” y que esta decisión abre la puerta para que el gobierno pueda “privar de ciudadanía al menos a algunos niños nacidos en Estados Unidos” sin enfrentar un freno legal rápido.
Ella dejó claro que esta movida del gobierno era un juego legal muy calculado, y que la Corte, en lugar de pararlo, lo avaló. No estamos hablando solo de tecnicismos legales: se trata del futuro de miles de niños y familias que han vivido bajo el amparo de una Constitución que, hasta ahora, parecía protegerlos sin ambigüedades.

¿Y AHORA QUÉ SIGUE?
Por el momento, el derecho a la ciudadanía por nacimiento sigue vigente, pero este fallo es un mensaje claro de que podría estar en riesgo. La decisión no resuelve si la orden ejecutiva de Trump es constitucional o no, simplemente elimina barreras inmediatas para su aplicación.
Eso significa que la batalla legal continúa, pero desde ahora será más cuesta arriba para quienes se opongan a esta medida. Y no nos engañemos: esto afecta directamente a comunidades latinas, asiáticas, africanas... a todas esas familias que llegaron a este país buscando un futuro y que ahora ven tambalear un derecho que parecía intocable.