Los viajes de deportación suelen ser de mucha carga emocional para los detenidos, generándoles ansiedad y temor de regresar a su país de origen (Foto: ICE)
Los viajes de deportación suelen ser de mucha carga emocional para los detenidos, generándoles ansiedad y temor de regresar a su país de origen (Foto: ICE)

Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, las políticas migratorias de Estados Unidos cambiaron drásticamente, adoptando un enfoque más riguroso, enfocado en la promesa de deportaciones masivas. El discurso y las acciones del nuevo gobierno crearon un ambiente de temor e incertidumbre, especialmente entre los inmigrantes sin estatus legal en el país. En este contexto, la administración emprendió diversas iniciativas para agilizar los procesos de arresto y deportación, incluyendo una mayor colaboración con agencias como el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Este contexto de temor y expectativas sobre las deportaciones masivas se mantuvo durante gran parte del primer mandato de Trump, aunque algunas de las políticas fueron modificadas con la llegada de Joe Biden a la presidencia. A pesar de este cambio, el proceso de expulsión de los Estados Unidos sigue siendo un tema relevante y las operaciones no varían sustancialmente de una administración a otra, por lo que en este artículo conocerás algo que seguramente te causa curiosidad: cómo es el viaje de deportación y todo lo que ello implica para los arrestados que regresan a su nación de origen, de acuerdo con una experiencia de NBC News.

¿CÓMO ES EL VIAJE DE DEPORTACIÓN?

Todo empieza con un arresto

Cada viaje de deportación, evidentemente, comienza con un arresto para un ciudadano sin documentos legales, el cual puede surgir por diversas circunstancias. En algunos casos, esta detención es el resultado de un encuentro casual con la ley, como una parada de tráfico, mientras que en otros, puede derivar de una redada en el lugar de trabajo o incluso de un golpe en la puerta para aquellos con antecedentes penales. Sea cual sea el origen de la captura, el individuo es trasladado a un centro de detención operado por ICE, donde permanece durante el proceso de deportación.

En los centros de detención de ICE, que están distribuidos por todo el país, los inmigrantes permanecen mientras se lleva a cabo su procesamiento. Esta entidas cuenta con más de 100 instalaciones, con capacidad para albergar hasta 41,500 personas. Estos centros, a menudo, tienen condiciones duras, pero son un paso necesario para aquellos que enfrentan la deportación. La administración Trump, incluso, propuso aumentar la infraestructura de detención, incluso mediante la construcción de instalaciones temporales y la colaboración con el ejército.

En los primeros días de gobierno de Donald Trump, cientos de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos fueron deportados (Foto: ICE)
En los primeros días de gobierno de Donald Trump, cientos de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos fueron deportados (Foto: ICE)

La preparación para el viaje final

Una vez que se emite la orden final de expulsión, el proceso de deportación entra en su fase final. Los inmigrantes son transportados a uno de los puntos de concentración donde se preparan para el vuelo. Estos centros se encuentran en lugares como Mesa, Arizona, Alexandria, Luisiana, y San Antonio y Harlingen, en Texas. En estos lugares clave para el proceso, los arrestados permanecen durante unos días mientras se realizan los trámites logísticos y administrativos necesarios para embarcarse en el vuelo de deportación a sus países de origen.

Durante su estancia en estos centros de preparación, los inmigrantes no tienen contacto con el mundo exterior y sus movimientos están severamente restringidos. La comida y los servicios básicos se proporcionan en estos lugares, pero la sensación de estar a punto de ser enviados de vuelta a una nación de origen es omnipresente. Mientras esperan, también se realizan las últimas verificaciones de documentos y entrevistas con la finalidad de que todo esté prolijo y sin fallas que luego puedan lamentarse.

El vuelo de deportación: condiciones y logística

El vuelo en sí es un aspecto crucial del proceso de deportación. Los inmigrantes que están siendo deportados no tienen la posibilidad de llevar equipaje de mano, salvo una bolsa pequeña con un peso máximo de 40 libras. En la mayoría de los casos, los deportados son esposados, con grilletes en los tobillos y una cadena en el vientre, lo que asegura que no puedan escapar durante el vuelo. Sin embargo, los niños y sus padres suelen ser una excepción a esta regla.

En cada vuelo de deportación, el número de oficiales a bordo varía, pero generalmente hay entre 13 y 20 guardias, además de personal médico para atender cualquier emergencia de salud que pueda surgir. Los vuelos son operados por ICE Air Operations, que alquila aviones comerciales o, en algunos casos, aviones militares, dependiendo de la cantidad de deportados y los destinos de los vuelos.

Los vuelos de deportación involucran negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos y los países receptores. Estas naciones deben aceptar la llegada de los inmigrantes deportados, lo que a veces genera tensiones internacionales. En ocasiones, los vuelos no pueden despegar porque dichos territorios de destino no dan su visto bueno para aceptar a los individuos. Por ejemplo, recientemente se reportó que Colombia se negó a recibir deportados colombianos en vuelos militares de la administración Trump, lo que provocó un conflicto diplomático.

Aquí se puede ver una imagen de las primeras deportaciones del segundo gobierno de Donald Trump (Foto: Casa Blanca)
Aquí se puede ver una imagen de las primeras deportaciones del segundo gobierno de Donald Trump (Foto: Casa Blanca)

La experiencia a bordo y la llegada al destino

Durante el vuelo, los deportados permanecen bajo estricta vigilancia. Los oficiales están atentos a cualquier intento de fuga o altercado, y el viaje, aunque seguro, se percibe como una experiencia tensa y angustiante para los pasajeros. La mayoría de los pasajeros no se encuentra en una situación ideal y, a menudo, viajan con sentimientos de miedo y ansiedad, especialmente aquellos que regresan a países donde tienen pocas redes de apoyo o enfrentan circunstancias difíciles. El vuelo puede durar varias horas, dependiendo de la ubicación de la deportación. A pesar de que las condiciones de seguridad están aseguradas, la sensación de estar atrapado en un proceso que no se puede detener es abrumadora para muchos.

Una vez que el vuelo aterriza en el país de destino, los deportados son recibidos por funcionarios locales, quienes generalmente les realizan una última serie de entrevistas y una evaluación médica para asegurarse de que no haya problemas de salud graves. En algunos casos, si es necesario, son transportados de regreso a sus pueblos de origen, donde enfrentan la incertidumbre de su futuro.

Este paso marca el final de un largo proceso que, para muchos, ha durado meses o incluso años. El regreso a casa no significa necesariamente un alivio, ya que muchos inmigrantes deportados enfrentan desafíos significativos en su país natal, como la falta de empleo, el riesgo de violencia o la estigmatización.