
Diplomáticos del presidente chino Xi Jinping se despliegan por todo el mundo con un mensaje claro para los países que están negociando acuerdos con Donald Trump: Estados Unidos es un matón en el que no se puede confiar.
Funcionarios chinos intentan persuadir a los gobiernos extranjeros en los 90 días que Trump concedió —excepto a China— para alcanzar acuerdos durante una moratoria arancelaria. Una vez firmados, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, quiere que los aliados de EE.UU. “enfrenten a China como un grupo”, lo que les daría más peso en las negociaciones.
Mientras aliados de EE.UU., desde Corea del Sur hasta la Unión Europea, dependen de Washington para su seguridad y tienen incentivos para apaciguar a Trump, China aborda la batalla arancelaria en pie de igualdad. Pekín lleva años desvinculando su economía de las exportaciones estadounidenses tras la última guerra comercial impulsada por Trump, y cuenta con el mayor ejército del mundo en número de soldados activos.
Xi ha evitado hablar por teléfono con Trump y exige la eliminación de los aranceles “recíprocos”, aunque EE.UU. insiste en que sea China quien dé el primer paso para rebajar la tensión. Al hacerlo, Pekín se presenta como defensor del orden basado en normas e insta a otros países a unirse a su causa.
“No se trata solo de China y EE.UU.”, afirmó Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan en Shanghái. “Se trata realmente del sistema económico y comercial internacional”.

Wu, quien lideró el año pasado una delegación del Ministerio de Asuntos Exteriores para reunirse con políticos en EE.UU., señaló que otros gobiernos deberían reconocer que los esfuerzos de Pekín les han beneficiado. “Si China no se hubiera enfrentado a EE.UU., ¿cómo les habría concedido una pausa de 90 días?”, añadió, sugiriendo que los aranceles a China han servido como excusa para suspender los gravámenes a otras naciones. “Deberían apreciarlo”.
En Washington, Pan Gongsheng, gobernador del banco central chino, afirmó ante sus pares globales que EE.UU. “violó gravemente” los derechos e intereses legítimos de China. El máximo diplomático, Wang Yi, reunió al bloque de naciones BRICS en Brasil para alentar una resistencia conjunta a las demandas de Trump. “Si optan por permanecer en silencio, transigir y retroceder, solo permitirán que el matón se vuelva más agresivo”, advirtió.
Como tomar veneno
Más tarde, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificó a EE.UU. de “potencia imperialista” en un vídeo con subtítulos en inglés, recordando cómo las restricciones a las exportaciones japonesas en el siglo pasado afectaron a compañías como Toshiba.
“Ceder ante un matón es como beber veneno para calmar la sed, solo agrava la crisis”, afirmó. “China no dará pie atrás para asegurar que se escuchen las voces de los débiles”.
Aunque muchos socios, como la UE, se oponen abiertamente a los aranceles de Trump, también muestran reservas hacia China. La agresividad militar de Pekín en Taiwán y el mar de la China Meridional ha generado alarma, mientras que el respaldo de Xi a Vladimir Putin tras la invasión de Ucrania ha sido duramente criticado en Europa.
Pekín también enfrenta preocupaciones de que una avalancha de productos chinos baratos se desvíe hacia otros mercados. En la última reunión del Grupo de los Siete, se acordó presionar a China para que aborde sus desequilibrios internos, según el ministro japonés de Finanzas, Katsunobu Kato.
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La mayoría de los países siguen trabajando para alcanzar acuerdos con EE.UU., aunque los avances han sido lentos. India lidera las negociaciones con un pacto que abarca 19 categorías y ampliaría el acceso estadounidense a sectores como el agrícola.
Para los aliados de EE.UU. que dependen de China para obtener minerales críticos y otros productos, la guerra comercial les ha dejado pocas opciones, ya que Pekín advierte contra la firma de acuerdos que puedan perjudicar sus intereses.
Asesores económicos de Trump han discutido pedir a los países que impongan aranceles secundarios a las importaciones procedentes de países con estrechos vínculos con China, según informó Bloomberg.
Pekín está intentando suavizar tensiones regionales para evitar que sus vecinos acepten condiciones impuestas por EE.UU. En ese marco, China acogerá su primer concierto pop coreano en nueve años, sugiriendo el levantamiento de la llamada “prohibición de la ola K”.
El primer ministro chino, Li Qiang, envió este mes una carta al primer ministro japonés Shigeru Ishiba instando a una respuesta coordinada a los aranceles de Trump, según informó Kyodo News, citando a un funcionario del gobierno japonés. Tokio planea resistir cualquier intento de Estados Unidos de formar un bloque contra Pekín, su mayor socio comercial, según funcionarios del gobierno japonés.
Otros signos de deshielo incluyen la posible visita de Narendra Modi a Pekín este año para la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. China ofreció aumentar sus compras de productos indios para reducir el déficit comercial y reanudar peregrinaciones religiosas en la frontera tibetana. Se ha comprometido a “no participar en el dumping ni en la competencia desleal”.
No se salvan ni los pingüinos
El embajador chino en Australia, Xiao Qian, intensificó la ofensiva mediática publicando un artículo en el que acusa a Estados Unidos de “devolver al mundo a la ley de la selva” con sus aranceles. En otro artículo, bromeó: “Ni siquiera los pingüinos están a salvo de los aranceles comerciales de EE.UU.”
Delegaciones chinas de menor rango también han sido enviadas al extranjero. Autoridades centrales han instado a funcionarios provinciales a buscar nuevos mercados de exportación, según varios directivos de empresas estatales, a quienes se les ha pedido que se unan a los viajes al extranjero. Estos han pedido no ser identificados al hablar de asuntos privados.
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Latinoamérica se perfila como un destino preferido por sus políticas más transparentes y su potencial de mercado superior al de varios países de la ASEAN, con Argentina como uno de los destinos destacados.
La ofensiva diplomática de Pekín no logrará que los aliados abandonen a EE.UU., dijo Neil Thomas, investigador de política china en el Centro de Análisis de China del Instituto de Política de la Sociedad Asiática.
“Pero podría dificultar que la administración Trump presente un frente unido contra Pekín”, añadió.