Los nuevos aranceles del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entraron oficialmente en vigor el jueves, un paso clave en su turbulenta campaña para reformar el comercio mundial.
Después de meses de amenazas y cambios de rumbo, las nuevas tasas más altas para casi todos los socios comerciales de Estados Unidos comenzaron a aplicarse justo después de la medianoche en Nueva York. Trump firmó la directiva hace una semana, pero debió dar tiempo a la Oficina de Aduanas para implementar los cambios necesarios y comenzar a recaudar los impuestos.
En conjunto, las medidas de Trump elevarán la tasa arancelaria media de Estados Unidos al 15.2%, según estimaciones de Bloomberg Economics, muy por encima del 2.3% del año pasado y el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial.
Tras negociaciones turbulentas, la UE, Japón y Corea del Sur aceptaron aranceles del 15% sobre productos clave como los automóviles, evitando así un gravamen del 25%. A otros países simplemente se les asignaron tasas que oscilan entre el 10% y niveles mucho más elevados.
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Algunos esfuerzos de última hora de los países para conseguir mejores acuerdos fracasaron. La presidenta suiza dejó Washington sin lograr una rebaja del arancel del 39%, mientras Trump duplicó al 50% los gravámenes a productos indios, como castigo por las compras de petróleo ruso.
Las negociaciones con México, Canadá y China sobre nuevos aumentos arancelarios continúan por separado. Trump también prometió anunciar pronto los aranceles para sectores clave como el farmacéutico y el de semiconductores.
Los próximos meses pondrán a prueba las predicciones tanto de Trump como de sus detractores: que el régimen provocará un cambio radical en la economía de Estados Unidos.

Trump asegura que los aranceles reducirán el déficit comercial y traerán de regreso la producción a Estados Unidos. Sus críticos dicen que podrían provocar una espiral inflacionaria fuera de control y causar escasez en los estantes de las tiendas.
Estas predicciones aún no han ocurrido, pero los datos económicos recientes indican que se avecinan posibles problemas.
Las cifras de empleo de julio mostraron las revisiones a la baja más pronunciadas del crecimiento del empleo en Estados Unidos desde la pandemia de covid-19. El crecimiento económico de EE.UU. se desaceleró en la primera mitad del año, ya que los consumidores moderaron el gasto y las empresas se ajustaron a los cambios en la política comercial.
El desempleo sigue siendo bajo y los precios no han subido, ya que las empresas han absorbido hasta ahora gran parte de los costos. Pero algunos expertos dicen que los consumidores y las empresas acabarán pagando la factura.

“Hay señales de que vienen tiempos más duros. Muchas empresas acumularon inventarios antes de que se aplicaran los aranceles”, dijo Wendy Cutler, vicepresidenta del Asia Society Policy Institute y exnegociadora comercial de Estados Unidos. Argumentó que es “casi inevitable que los precios aumenten”, ya que es poco probable que las empresas mantengan márgenes más bajos a largo plazo.
Los aranceles de Trump han provocado tumultos en la economía mundial desde que los anunció por primera vez y luego los suspendió en abril, lo que desencadenó meses de negociaciones vertiginosas con los socios comerciales. La incertidumbre generó ansiedad entre las empresas por las interrupciones en la cadena de suministro y el aumento de los costos.
Ahora, la mayoría de las economías han aceptado que los aranceles más altos llegaron para quedarse. Muchos han prometido cientos de miles de millones de dólares en inversiones en Estados Unidos para apaciguar a Trump y asegurar acuerdos para reducir las tasas.

Sin embargo, aún quedan por resolver detalles cruciales. Las rebajas para autos de la UE, Japón y Corea del Sur aún no están formalizadas, por lo que siguen expuestos a aranceles más altos. Tampoco se han anunciado aún los detalles de las promesas de inversión y los cambios en la política de acceso al mercado para los productos estadounidenses, que podrían ayudar a reducir los déficits comerciales.
Los analistas de las principales firmas de Wall Street han advertido a sus clientes que se preparen para un retroceso. El lunes, Morgan Stanley, Deutsche Bank y Evercore ISI alertaron sobre una caída inminente del S&P 500 en las próximas semanas.
Esta cautela se produce en medio de la creciente preocupación por la economía de Estados Unidos, después de que los datos de la semana pasada mostraran un repunte de la inflación, así como un debilitamiento del crecimiento del empleo y del gasto de los consumidores.

El costo de vida fue un tema decisivo en las elecciones del año pasado y las encuestas reflejan la frustración con el enfoque de Trump. Un sondeo de Fox News indica que el 62% de los votantes desaprueba cómo Trump maneja los aranceles, y el 58% rechaza su plan fiscal. En general, el 55% está descontento con su manejo general de la economía.
También persisten dudas sobre la durabilidad del programa de Trump, ya que su uso de los poderes de emergencia para imponer aranceles por país está siendo impugnado en los tribunales. Trump está recurriendo a autoridades con mayor solidez jurídica para imponer aranceles a industrias específicas, como la automovilística y la metalúrgica.
“Se ve que la administración está tratando de presentar una historia en la que este ciclo de aranceles está llegando a su fin y se va a tener cierta certeza”, dijo Tim Meyer, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke especializado en comercio.
Pero añadió que “hay graves dudas jurídicas sobre la capacidad de aplicación”.
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Trump insiste en que sus medidas abrirán una nueva edad de oro económica y ha ignorado cifras contrarias a su narrativa, incluso despidiendo al director de la agencia de estadísticas por los últimos datos de empleo.
También se ha jactado del aumento de los ingresos por aranceles, llegando incluso a sugerir que podrían dar lugar a cheques de reembolso para algunos estadounidenses. Los datos del Tesoro de Estados Unidos muestran que los derechos de aduana han aumentado hasta alcanzar la cifra récord de US$ 113,000 millones en los nueve meses transcurridos hasta junio.
No está claro que esté avanzando en otro de los objetivos declarados del programa arancelario: devolver la producción a Estados Unidos. Él y sus asesores sostienen que los aranceles provocarán un auge de los empleos en el sector manufacturero.
Brad Jensen, profesor de la Escuela de Negocios McDonough de la Universidad de Georgetown, afirma que es difícil que aumenten simultáneamente los ingresos por aranceles y el empleo.
“No pueden ser ambas cosas”, afirma. Si se produce un repunte de la producción nacional, “entonces no tendremos ingresos por aranceles”, ya que se importarán menos productos.