
A orillas del mar Caribe, miles de toneladas de concentrado de cobre de una mina paralizada por la justicia de Panamá en 2023 esperan para ser exportadas con un permiso del gobierno, lo que tiene en pie de guerra a los ambientalistas.
En medio de una exuberante vegetación tropical, una chimenea roja y blanca en desuso de 125 metros de altura sirve de faro a los buques, pero ninguno atraca desde hace 16 meses en el muelle de la mina Cobre Panamá, que era explotada desde febrero de 2019 por la compañía canadiense First Quantum Minerals.
El permiso concedido por el presidente José Raúl Mulino ha devuelto el optimismo a los trabajadores que no perdieron sus empleos cuando la mina fue clausurada en noviembre de 2023.
Partidarios y detractores de la mina creen que se trata de un primer paso para su reapertura, aunque el mandatario derechista afirma que todavía hay asuntos que negociar.
“El presidente nos ha dado una luz al final del túnel”, dice Sebastián Rojas, encargado de mantenimiento del puerto de la mina a cielo abierto más grande de Centroamérica, durante una visita de periodistas este viernes.
130,000 toneladas
El 13 de marzo, Mulino anunció la autorización a la minera para exportar el concentrado de cobre que había extraído antes de su paralización. Son unas 130,000 toneladas resguardadas en un enorme cobertizo próximo al muelle.
Al día siguiente, Cobre Panamá informó que había decidido suspender un arbitraje internacional contra Panamá destinado a obtener US$ 20,000 millones en compensación.
Estos anuncios indignaron a los ambientalistas, quienes en 2023 convocaron a protestas que semiparalizaron al país y condujeron al cierre de la mina por orden de la Corte Suprema, que dictaminó que el contrato de concesión era “inconstitucional”.
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Gigantesco agujero
“Esta es una ciudad industrial”, dice Hugo Mendoza, quien manejaba maquinaria pesada y ahora sirve de guía en las visitas a la mina.
No lejos de la chimenea de la planta termoeléctrica de Cobre Panamá, que también podrá operar por permiso de Mulino, hay un enorme agujero en la tierra de unos dos kilómetros de diámetro, y unos 180 metros de profundidad. Fue excavado con explosivos y enormes perforadoras.
El color ocre de las rocas y la tierra del gigantesco agujero contrasta con el verdor de la vegetación circundante. Hay kilómetros de ductos y largas cintas transportadoras, que parecen las estructuras de un tren elevado.
La mina producía unas 300,000 toneladas de concentrado de cobre anuales, que representaban el 75% de las exportaciones y el 5% del PBI de Panamá.
Su paralización privó al erario panameño de casi US$ 600 millones al año en regalías, y levantó dudas sobre la seguridad de la inversión extranjera en el país. Además, dejó sin empleo a unos 36,000 trabajadores directos e indirectos.
Ahora la minera tiene solo unos 1,300 empleados que cumplen tareas de mantenimiento.
“Cinco gatos”
Mulino dijo esta semana que está dispuesto a negociar con First Quantum para una eventual reapertura de la mina.
Además, afirmó que quienes se oponen a la minería en el país son “cinco gatos” que no pagan planillas a trabajadores.
Sus declaraciones indignaron al movimiento ambientalista.
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“El gobierno actúa como abogado o asesor legal de la empresa”, dice Lilian Guevara, una de las líderes del movimiento Panamá vale más sin minería, que aglutina a 45 oenegés. “Intenta reabrir de manera ilegal esta mina”, agrega.
“No queremos un país minero”, afirma la activista Juana Camargo, mientras que su compañero Ricardo Wong advierte que “estaremos nuevamente en las calles” para protestar contra la mina.
En las comunidades cercanas hay partidarios y detractores de la mina. Una primera vigilia en rechazo a la actividad minera fue convocada para el domingo en la capital.
Maquinaria parada
Desde la paralización, la empresa gasta unos 20 millones de dólares mensuales en mantenimiento de equipos, pago de salarios y otros rubros.
En una enorme explanada permanecen parados decenas de enormes camiones para cargar 400 toneladas de mineral. Cada uno vale unos seis millones de dólares.
También están detenidas grandes palas mecánicas de 32 millones, con sus orugas oxidadas, y perforadoras que valen 200 millones.