
La Argentina de Javier Milei vive un boom de ventas de automóviles, el sector inmobiliario está en auge y los aviones despegan llenos. Sin embargo, el consumo cayó entre quienes ganan menos, abunda el trabajo precario y el supermercado se paga a crédito.
El gobierno del ultraliberal Javier Milei redujo de un hachazo la inflación, del 117% en 2024 a 1.6% en junio, y logró un histórico superávit fiscal. Pero a costa de devaluar el peso y quitar subsidios que encarecieron el acceso a la vivienda, la salud y la educación.
El consumo que se desplomó en 2024 tuvo un tibio repunte a partir de mayo, pero fragmentado: mientras vuela la demanda de bienes durables impulsada por hogares de altos ingresos, el consumo masivo sigue por el piso. Nueve de cada diez hogares tiene deudas y el 12,8% está en mora.
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Dos caras
“No se vende nada”, dice a la AFP Laura Comiso, empleada en una zapatería del centro porteño, desganada por el hastío de una tarde sin clientes.
En contraste, Blas Morales tiene otro día de ajetreo como vendedor en un concesionario de automóviles de San Andrés de Giles, 110 km al oeste de la capital argentina. “Tuvimos un junio excelente”, dijo a la AFP. En los últimos seis meses las ventas se triplicaron.
Y en el primer semestre se vendieron 78% automóviles más que en el mismo periodo de 2024. “El mejor primer semestre de los últimos siete años”, según Sebastián Beato, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA).

Contribuyeron los préstamos, la rebaja de las tasas de interés y de impuestos, promociones y políticas gubernamentales que permitieron que los llamados “dólares del colchón” retornaran al mercado.
También se reactivó la compra-venta de inmuebles, con un alza de 22% en mayo en Buenos Aires respecto al año anterior. En los primeros cuatro meses del año se firmaron más hipotecas que en todo 2024, aunque apenas un cuarto de los solicitantes pudo acreditar requisitos de estabilidad laboral e ingresos.
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“El cambio de gobierno para este sector fue muy positivo”, dijo Diego Sardano, tercera generación al frente de una inmobiliaria en Lanús, periferia sur de Buenos Aires. “Favorece la estabilidad del dólar y la oferta de créditos que no había desde 2017”, explicó.
“Con el gobierno anterior pasábamos meses y meses sin hacer ni una venta. Ahora tenemos cinco mensuales”, dijo.

Pero opinó que se llegó a un techo “porque el poder adquisitivo de la gente no aumenta”.
Un peso fuerte en relación al dólar favorece a quienes viajan al exterior, pero perjudica a los operadores de destinos nacionales, donde las reservas cayeron en picada.
Brasil se ha tornado barato para los argentinos, y los aviones “despegan llenos” al país vecino, dijo a la AFP Sandra Peliquero, con 30 años en el rubro turístico.
Entre enero y abril unas 6 millones de personas viajaron fuera de Argentina, 70% más que en igual período de 2024, mientras ingresaron solo dos millones de visitantes extranjeros, un 21% menos, la cifra más baja de la última década.
Para pocos
A la fiesta del consumo argentino asiste un grupo selecto de la población. Apenas un 6% pertenece a la clase alta y 50% a la clase baja, con ingresos inferiores a US$ 960 al mes.
La clase media, otrora principal motor del consumo, es la más golpeada por los ajustes del gobierno.
Un estudio de la consultora Moiguer destaca que la recuperación económica tras meses de recesión (-1.8% en 2024) no beneficia a todos “y agrava las desigualdades actuales”.
Un 50% de la población dice no llegar a fin de mes, y 30% aplazan o anulan gastos para pagar los servicios básicos.

“Aumentan los patentamientos de autos de alta gama y cae el consumo de alimentos. Están arrasando con la clase media”, opinó Rodolfo Aguilar, titular del sindicato de Trabajadores del Estado (ATE), que sufrió más de 40,000 pérdidas de empleos desde que asumió Milei en diciembre de 2023.
Tener empleo no garantiza llegar a fin de mes porque “la recomposición del salario es muy mínima frente a aumentos agresivos de impuestos, gas, luz, transporte, el colegio de los chicos”, dijo Fernando Savore, titular de la Federación de Almacenes de la provincia de Buenos Aires.
“Mucha de la plata que cobra el trabajador se va en esas obligaciones. Hay cosas que no se venden más, como golosinas y postres”, dijo. “La gente compra lo necesario, los fideos, el puré de tomates, nada más” y muchos pagan a crédito.
“Como comerciantes no queremos más la inflación porque es agotador, pero ahora esperamos que esto se acomode”.