
El humo es blanco, hay papa: los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina llegaron este jueves a un acuerdo sobre quién será el próximo líder espiritual de 1,400 millones de católicos en el mundo.
El humo blanco en la chimenea sobre el tejado de la Capilla Sixtina del Vaticano y el repique de campanas en la basílica de San Pedro confirmaron al mundo que la Iglesia católica tiene ya un nuevo papa, cuyo nombre aún no ha sido dado a conocer.
Los 133 cardenales encerrados en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa confirmaron su acuerdo con el humo blanco que emergió a las 18.07 hora locales (-2 GMT) de la chimenea.
Poco después empezaron a repicar las campanas de San Pedro, mientras la plaza vaticana empezaba a llenarse con miles de personas que acudieron al lugar para seguir el anuncio.

Ahora, el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, deberá asomarse al balcón de la basílica para anunciar la elección con la tradicional fórmula en latín: “Nuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam” (Os anuncio una gran alegría: tenemos papa).
Después dirá en latín el nombre de pila del cardenal elegido así como con el que desea ser llamado como pontífice.
Luego, el nuevo papa aparecerá ante los fieles en la Plaza de San Pedro para presentarse al mundo.
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Así se vivió en el Vaticano
Miles de fieles y curiosos rompieron en aplausos y vítores en el Vaticano al ver la esperada fumata blanca, que estuvo acompañada del redoble de las campanas de la basílica de San Pedro, constataron periodistas de AFP.
Todas las miradas están puestas ahora en el balcón de la iglesia más grande del mundo para conocer la identidad del 267º pontífice y sucesor de Francisco, el primer pontífice latinoamericano.

Dos días de votación
Los llamados “príncipes de la Iglesia” necesitaron dos días para elegir al sucesor de Francisco, que encabezó la Iglesia por 12 años con un pontificado reformista enfocado en los pobres y los migrantes.
El jesuita argentino, fallecido el 21 de abril a los 88 años, fue blanco de críticas entre los sectores más conservadores, que apuestan ahora por un cambio más enfocado en la doctrina.
El nuevo papa enfrentará numerosos desafíos internos, como la pederastia en la Iglesia, la crisis de vocaciones y el papel de las mujeres, y externos, como los conflictos, el auge de gobiernos populistas y la crisis climática.

Su nombre surgió del mayor y más internacional cónclave de la Historia de la Iglesia, que reunió en la Capilla Sixtina a 133 cardenales electores procedentes de cinco continentes y unos 70 países.
Aunque los detalles de la elección permanecerán en secreto, salvo que el nuevo papa decida lo contrario, lo único seguro es que obtuvo al menos dos tercios de los votos para ser elegido.
Sala de las Lágrimas
Tras su elección, la tradición establece que el flamante sumo pontífice entre en la Sala de las Lágrimas, ubicada al fondo de la Capilla Sixtina, para poder llorar ante la magnitud de la tarea que le espera.
Allí viste su primera sotana blanca entre las tres tallas disponibles y, antes de dirigirse al balcón de la logia de la basílica para presentarse, los cardenales le prometen obediencia.

En los próximos días, tendrá una especie de investidura papal con una misa celebrada ante líderes políticos y religiosos de todo el mundo.
Además, recorrerá la plaza de San Pedro en el papamóvil por primera vez y pronunciará una homilía en la que expondrá sus prioridades.
Pastor o diplomático
La elección ocurre en medio de gran incertidumbre geopolítica, lo que, según expertos, fue un tema clave en la votación.
Francisco creó el 80% de los cardenales que participarán en el cónclave, pero eso no era garantía de un continuismo de su pontificado.
La principal incertidumbre es si los cardenales eligieron a un pastor o a un diplomático, a un liberal o un conservador, alguien formado en la curia --el gobierno de la Iglesia-- o a un desconocido procedente de las marginadas periferias.
El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, llamó en una misa previa al cónclave a “mantener la unidad de la Iglesia” de cara al momento “difícil, complejo y convulso” que enfrentará el futuro pontífice.