
En el centro de una de las fusiones más ambiciosas de la industria minera se encuentra el plan de Teck Resources Ltd. para reparar su mina de cobre en el desierto de Atacama e integrarla con la operación estrella de Anglo American Plc.
Sin embargo, para ello será necesario resolver los complejos problemas operativos que han afectado a Quebrada Blanca, conocida como QB, y luego gestionar las relaciones con los socios de Collahuasi, una mina que Anglo no controla.
Teck ha apostado por QB para sus planes de crecimiento, pero la profunda renovación de la mina ha sido un quebradero de cabeza desde sus inicios, con un sobrecosto de más del 80% y un retraso de varios años.
Si bien los retrasos y los sobrecostos no son algo inaudito en la industria, desde entonces la operación también ha tenido que lidiar con la inestabilidad en el rajo y la planta, una interrupción en el cargador de barcos y el almacenamiento de residuos.
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Las dificultades obligaron a Teck a recortar sus previsiones de producción en julio, y nuevamente este mes, pocos días antes de anunciar un acuerdo de fusión de más de US$ 50,000 millones con Anglo que, según dijo, aplazaría las decisiones sobre los proyectos de crecimiento para centrarse en arreglar QB.
“Quebrada Blanca no ha llegado a su capacidad de diseño y tiene bastantes desafíos técnicos para llegar”, afirmó Juan Ignacio Guzmán, director de GEM, una consultora minera de Chile. “Las sinergias que podría tener con Collahuasi no son sencillas”.
Aun así, los beneficios de una combinación funcional serían considerables, en un sector en el que las operaciones a gran escala, normalmente distantes, hacen que sea difícil obtener sinergias sustanciales.
La alianza con Collahuasi, concretamente el procesamiento de su mineral más rico en las plantas de QB, podría suponer un aumento promedio anual del ebitda de US$ 1,400 millones, según afirmaron las dos empresas.

Las sinergias en los ingresos se sumarían a los US$ 800 millones anuales en ahorros de costos en áreas más estándar, como las compras y las funciones corporativas, en una empresa combinada.
“Creo que es conservador”, dijo George Cheveley, gestor de cartera de Ninety One, refiriéndose al aumento de US$ 1,400 millones. “La opción de expandir y desarrollar ese complejo a lo largo de varias décadas no está incluida en esa cifra”.
Según los planes esbozados por las dos empresas esta semana, se construiría una cinta transportadora de aproximadamente 15 kilómetros para llevar el mineral de alta calidad de Collahuasi a las nuevas plantas de procesamiento de QB. Esto generaría el equivalente al suministro de una nueva mina, con un incremento de la producción anual de unas 175,000 toneladas de cobre entre 2030 y 2049, en una fracción del tiempo y del costo por tonelada.
Según la consultora industrial CRU Group, en uno de los escenarios posibles, la producción anual combinada podría acercarse al millón de toneladas a principios de la década de 2030. Esto podría situarla por encima de Escondida, de BHP Group, como la mina de cobre más grande del mundo, aunque no necesariamente a largo plazo.
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“Es absolutamente factible que el complejo Collahuasi-QB supere el nivel de producción de cobre de Escondida a principios de la década de 2030”, afirmó William Tankard, analista de CRU.
Se trata del tipo de acuerdo de ahorro de costos que la industria lleva décadas promoviendo, en el que las minas vecinas obtienen beneficios desmesurados con inversiones relativamente pequeñas, lo que contribuye a impulsar la producción mundial de un metal fundamental para la transición energética.
Pero estos acuerdos son lentos y difíciles, y eso cuando la puesta en marcha se desarrolla sin problemas. La gigante estatal chilena Codelco y Anglo han mantenido conversaciones durante años sobre las formas de integrar sus minas de Los Bronces y Andina, y aún no han llegado a un acuerdo definitivo.
Collahuasi y QB tienen estructuras de propiedad más complicadas. Collahuasi pertenece a Anglo y Glencore Plc con 44% cada una y a un consorcio liderado por Mitsui con 12%, pero se gestiona de manera independiente.

En QB, Teck es propietaria de la mayoría de las acciones, pero sigue contando con la japonesa Sumitomo Metal Mining Co. junto con Sumitomo Corp. como socio con un 30%, y Codelco con una participación del 10%.
“Entre los desafíos estarán me parece la gobernanza, debido a la multiplicidad de socios”, afirmó Juan Carlos Guajardo, fundador de la consultora Plusmining.
Además, está la magnitud de los problemas en QB. Para hacer frente a estos antes de comprometerse, Anglo ha enviado expertos técnicos a QB y se ha reunido con ingenieros independientes, según explicó esta semana el director ejecutivo de Anglo, Duncan Wanblad, a los analistas.
Los problemas son tales que algunos accionistas de Teck temen que Anglo pueda estar haciendo un buen negocio al entrar en un momento bajo, pero los inversores de Anglo temen que pueda estar obteniendo más de lo que esperaba.
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“No entiendo por qué Teck renunciaría al control de una de las mayores empresas mineras ricas en cobre del mundo sin obtener ninguna prima, especialmente cuando, inexplicablemente, han decidido fijar el precio de la operación después de haber obtenido unos resultados muy inferiores a los de Anglo”, afirmó Tim Elliott, director de minería de Regal Funds Management. “Teck debería arreglar primero su activo clave y luego sondear el mercado adecuadamente desde una posición de fuerza”.
Los sindicatos de la mina afirman que los equipos han estado rellenando las grietas alrededor del borde de la presa de residuos, mientras que estos se acumulan debido a los problemas de filtrado y a la corrosión de las tuberías. Por otra parte, el aumento de la producción, más lento de lo esperado, está reduciendo las bonificaciones por producción de los trabajadores.
“Esto duele al bolsillo”, afirmó David Muñoz, representante de uno de los principales sindicatos de la mina. “No trabajamos menos que en otras minas, pero conseguimos menos debido a estos problemas”.
Este mes, Teck intensificó sus esfuerzos para resolver los problemas con los residuos que han limitado la producción, contratando a un antiguo ejecutivo de BHP como asesor especial. El trabajo se centra en elevar el muro de la presa de residuos y mejorar los tiempos de drenaje de la arena, según informó la empresa en una respuesta por correo electrónico, añadiendo que el mantenimiento de la presa y las tuberías es normal y no supone ningún riesgo.
Los problemas de puesta en marcha no son muy diferentes a los que tuvo Anglo en Quellaveco, en Perú, dijo Wanblad, lo que recuerda las dificultades de la industria del cobre para ampliar el suministro justo cuando el mundo demanda más de este metal rojo.
“La realidad es que estas operaciones importantes a veces llevan tiempo”, afirmó.