
La guerra arancelaria de Donald Trump alejó a viejos aliados y dio a China la oportunidad de cortejar al mundo. Ahora, las tácticas agresivas de Pekín están provocando un rechazo global.
La decisión de China de imponer nuevos controles sobre la cadena de suministro de tierras raras dominó las reuniones de esta semana en Washington, durante el encuentro anual de líderes económicos mundiales.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, insinuó el surgimiento de una coalición, al afirmar que funcionarios estadounidenses estaban “hablando con nuestros aliados europeos, con Australia, con Canadá, con India y con las democracias asiáticas” para coordinar una respuesta integral.
El ministro de Finanzas japonés, Katsunobu Kato, instó al Grupo de los Siete a “unirse y responder” a los movimientos de China, mientras que su par alemán planteó la posibilidad de una acción conjunta del bloque. El primer ministro de Australia viajará a Washington la próxima semana con la esperanza de negociar un acuerdo sobre las cadenas de suministro de minerales críticos.
Es un cambio abrupto respecto de hace seis meses, cuando el presidente Xi Jinping exhortaba a otros países a unirse contra los aranceles más altos impuestos por Estados Unidos. Aunque China presentó las nuevas restricciones como respuesta a los controles de EE.UU., las medidas obligan a los exportadores extranjeros a obtener permisos para enviar productos que contengan trazas de minerales chinos a cualquier país.

“El mayor riesgo es que el gobierno chino se exceda”, advirtió Christopher Beddor, subdirector de investigación sobre China en Gavekal Dragonomics. “Interrumpir las cadenas globales de suministro de tierras raras podría dar la impresión de que Pekín está causando daño a una amplia gama de países sin una razón clara”.
La tensión ocurre en momentos que Xi y Trump preparan su primer encuentro en seis años, que tendrá lugar este mes en Corea del Sur. Negociadores de ambos lados se reunirán la próxima semana, lo que abre una oportunidad para hallar una salida al conflicto y extender la actual tregua arancelaria.
Sea cual sea el compromiso que se alcance, es poco probable que China elimine el marco legal que ha estado construyendo durante años.
Puede ser un error de cálculo de Pekín o una jugada oportunista de una superpotencia ansiosa por controlar cadenas de suministro críticas, pero el enfrentamiento en curso representa un revés para los esfuerzos chinos por reforzar sus vínculos internacionales.
Apenas semanas atrás, la muestra de cordialidad de Xi con el primer ministro indio Narendra Modi envió el mensaje de que China podía ser un socio alternativo para las naciones afectadas por el giro de Trump en la política exterior de Estados Unidos.
Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad Fudan en Shanghái, intentó minimizar el impacto sobre terceros países. Dijo que las naciones con buenas relaciones comerciales con Pekín, y que no se sumen a los esfuerzos de Estados Unidos para sancionar a China, no serán objeto de las nuevas restricciones.
“Esto en realidad le da a China más influencia para asegurarse de que otros aliados de EE.UU. no se unan a la presión contra ella”, dijo Wu a Bloomberg Television. “Creo que China sabe jugar bien sus cartas”.
El representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, sostuvo lo contrario esta semana, al advertir que el alcance de las medidas chinas podría ser “inimaginable” y poner en riesgo el suministro de todo, desde sistemas de inteligencia artificial hasta electrodomésticos.
“Esto abarca al mundo entero”, afirmó, citando el comercio de teléfonos inteligentes entre Corea del Sur y Australia, así como los autos fabricados en EE.UU. y enviados a México, operaciones que podrían paralizarse. “Obviamente, ni nosotros ni nuestros aliados vamos a aceptar ese tipo de sistema”.
En una entrevista con Fox Business, Greer dijo que era “posible” que EE.UU. adquiriera participaciones en más empresas de tierras raras para garantizar el acceso a esos minerales.
“Lo que buscamos es tener nuestra propia capacidad para obtener tierras raras”, explicó. “Idealmente, si una empresa privada puede hacerlo, pero necesita apoyo público para avanzar, lo haremos”.
En julio, el gobierno de Trump acordó una inversión de capital de US$ 400 millones en MP Materials Corp. para financiar una planta de imanes de tierras raras, y a comienzos de este mes anunció que tomaría una participación del 10% en la firma canadiense Trilogy Metals Inc.
“Hay una parte del proceso en la que se fabrican los imanes, y queremos relocalizar tanto de eso como sea posible”, agregó Greer. “Los chinos están afectando a todo el mundo, así que nuestros socios y aliados también están tomando medidas, y tratamos de coordinarnos con ellos”.
Red de democracias
Para Xi, la realidad es que su nueva estrategia refleja la que EE.UU. ha desarrollado durante la última década, basada en controles de exportación, listas de entidades y sanciones.
Washington aprovechó su red de democracias aliadas para aplicar esa jurisdicción extraterritorial, algo que China antes criticaba. Ahora, alentada por su éxito inicial con las tierras raras, Pekín adopta ese enfoque e incluso lo lleva más lejos.
No está claro cómo manejarán los funcionarios chinos el enorme volumen de trámites que implicaría ese sistema, lo que sugiere que podrían aplicar las medidas solo cuando busquen presionar a un socio en particular.
Pese a la volatilidad, muchos países occidentales seguirán tratando de equilibrar cuidadosamente sus vínculos con Pekín. Esta misma semana, ministros de Relaciones Exteriores de Canadá, España y Suecia, además del asesor diplomático del presidente francés, Emmanuel Bonne, visitan la segunda mayor economía del mundo.
China probablemente mantendrá cautela para no exhibir demasiado poder, ya que su economía depende de un sector manufacturero global saludable que compre sus insumos.
Para Xi, el mayor riesgo es que los gobiernos, temerosos de sus próximos pasos, busquen diversificarse más allá de los minerales críticos.
Ninguno de los dos
“Una vez que los países reconsideren su estrategia de suministro de tierras raras, podrían hacerlo también en otros sectores donde China domina”, advirtió Alicia García Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis. “La pérdida potencial para China, si eso ocurre, sería muy, muy grande”.
Ya la Unión Europea estudia obligar a las firmas chinas a transferir tecnología a empresas europeas si desean operar localmente. La decisión de Países Bajos de tomar control de Nexperia muestra que China podría quedar en desventaja cuando los países se vean forzados a elegir. Washington advirtió que el fabricante de chips deberá reemplazar a su director ejecutivo chino para evitar entrar en la lista negra de Estados Unidos.
Si Washington y Pekín siguen utilizando sus ventajas económicas como armas, ambos podrían terminar aislándose del resto del mundo, señaló Scott Kennedy, asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
Eso, añadió, podría hacer que “otros países decidan renovar los esfuerzos para reconstruir un orden basado en reglas” —sin China ni EE.UU.—.