Un terremoto de magnitud 7.7 sacudió este viernes el centro del sudeste asiático, dejando al menos 23 muertos y cientos de heridos en Birmania y Tailandia.
La catástrofe, con epicentro cerca de la ciudad birmana de Sagaing, desató escenas de caos, dolor y desesperación tanto en las calles como en los hospitales.
En Naipyidó, capital de Birmania, el hospital general se vio completamente desbordado. Heridos cubiertos de polvo y sangre llegaron en camillas improvisadas, autos particulares y ambulancias.
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“Nunca vi nada parecido. Estamos intentando manejar la situación”, confesó un médico a la agencia AFP.
Fuera del hospital, decenas de víctimas yacían en el suelo, mientras sus familiares intentaban consolarlos.
El movimiento principal se produjo a las 12:50 del mediodía (hora local), a una profundidad de apenas 10 kilómetros, lo que aumentó su capacidad destructiva. Minutos después, una réplica de magnitud 6,4 volvió a sacudir la zona, mientras las grietas se multiplicaban en las carreteras y edificios se desplomaban.
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El histórico Puente Ava también fue arrasado, símbolo del nivel de devastación.
A lo largo del día, se registraron escenas de pánico en toda la región. En Tailandia, el impacto se sintió con fuerza en Bangkok, a más de 1,000 kilómetros del epicentro.
Oficinas y centros comerciales fueron evacuados, y un rascacielos en construcción colapsó en el distrito de Bang Sue. Al menos tres personas murieron y 81 obreros permanecen atrapados entre los escombros.
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“Cuando llegué para inspeccionar el lugar, escuché personas pidiendo ayuda”, relató el subdirector de policía Worapat Sukthai.
Las autoridades tailandesas han decretado el estado de emergencia en la capital, mientras los equipos de rescate trabajan contrarreloj para salvar vidas entre los restos del edificio derrumbado.
La junta militar que gobierna Birmania lanzó un inusual pedido de ayuda internacional, una medida que evidencia la magnitud de la tragedia.
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Francia, India y la Unión Europea ya expresaron su disposición a enviar asistencia humanitaria. Seis regiones del país fueron declaradas en estado de emergencia ante el colapso de infraestructuras y hospitales.
Los efectos del terremoto también se sintieron en el sur de China, especialmente en la provincia de Yunnan. Según el Centro de Redes Sísmicas de China (CENC), los temblores se extendieron por gran parte del sur del país, aunque sin reportes inmediatos de víctimas fatales.
La vulnerabilidad de Birmania frente a desastres naturales vuelve a quedar expuesta. El crecimiento urbano desordenado, la precariedad de las infraestructuras y un sistema de salud debilitado por cuatro años de guerra civil han dejado al país sin capacidad de respuesta efectiva.
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La visita del jefe de la junta, Min Aung Hlaing, al hospital de Naipyidó confirmó la gravedad del panorama.
Mientras los equipos de emergencia continúan con las tareas de rescate y las autoridades evalúan los daños, los ciudadanos birmanos y tailandeses tratan de recuperar el aliento.
“Salí corriendo apenas sentí el movimiento. Fue algo instintivo”, dijo Attapong Sukyimnoi, un corredor de bolsa en Bangkok. Un instinto que, en medio del desastre, ha salvado vidas.
La Cancillería del Perú se refirió a los hechos ocurridos en Birmania y Tailandia. Según la información proporcionada desde el Palacio de Torre Tagle, hasta el momento no se ha reportado ningún ciudadano peruano afectado por la tragedia.
A través de un comunicado oficial, la Cancillería expresó su profundo pesar por lo sucedido en estos países asiáticos. Asimismo, hizo un llamado a los compatriotas que se encuentren en las zonas afectadas a que se comuniquen con la Sección Consular de la Embajada del Perú en Tailandia.
Con información de EFE y AFP.
