
Con el acuerdo sobre Gaza, Donald Trump ha conseguido una victoria diplomática importante e indiscutible, aunque los obstáculos son numerosos en el camino hacia la “paz eterna” en Oriente Medio que dice vislumbrar.
Queda por ver si el presidente estadounidense, que no suele detenerse mucho en los detalles, desplegará el mismo nivel de energía a largo plazo, una vez que pase lo que se perfila como una gira de la victoria la próxima semana en Oriente Medio.
El ejército israelí anunció la entrada en vigor el viernes a las 09H00 GMT del alto el fuego en la Franja de Gaza, que debe ser seguido en las siguientes 72 horas por la liberación de los rehenes.
Esa es la parte esencial del acuerdo alcanzado con el movimiento islamista Hamás.
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El presidente estadounidense ha expresado su deseo de viajar este domingo a Egipto e Israel.
Todos los presidentes estadounidenses de los últimos veinte años han intentado, sin éxito, conseguir la paz en Oriente Próximo, por lo que el logro de Donald Trump es notable.
Pero el multimillonario republicano también acaricia la esperanza de reactivar los acuerdos de Abraham, firmados entre Israel y países árabes durante su primer mandato.
Uno de los arquitectos de estos acuerdos, su yerno Jared Kushner, está involucrado, junto con Steve Witkoff, en las negociaciones sobre Gaza en Egipto.
Fuertes presiones
Responsables y observadores coinciden en que Donald Trump ha maniobrado hábilmente, utilizando una mezcla astuta de gritos, amenazas y halagos, tanto en público como en privado, principalmente sobre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
También ha aprovechado sus relaciones privilegiadas con líderes árabes y musulmanes.
Para Aaron David Miller, exasesor de varios secretarios de Estado estadounidenses, no hay duda de que el presidente estadounidense desempeñó un papel “decisivo”.
“Cualquier acuerdo entre israelíes y palestinos, pero especialmente un acuerdo negociado indirectamente entre Israel y Hamás, es un logro extraordinario”, dijo a la AFP.
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El experto, que anteriormente participó en negociaciones sobre Oriente Medio y ahora trabaja en Carnegie Endowment for International Peace, señala que “Trump decidió hacer algo que ningún otro presidente estadounidense (...) había logrado jamás: presionar a un primer ministro israelí sobre un tema que éste considera vital para su política”.
Pero eso es prácticamente todo lo tangible, dadas las enormes incertidumbres que pesan sobre la implementación de la segunda fase del “plan de paz” de Donald Trump, que incluye, entre otras cosas, el desarme de Hamás, después de dos años de guerra en el territorio palestino provocada por el sangriento ataque del movimiento islamista contra Israel el 7 de octubre de 2023.
“Un alto el fuego no es necesariamente una paz duradera”, señaló el jueves el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Noël Barrot, tras reunir en París a sus homólogos europeos y árabes para discutir la posguerra en Gaza.
Desafíos enormes
“La pregunta de si esto pondrá fin a la guerra sigue abierta”, resume Steven Cook del think tank Council on Foreign Relations (CFR).
Cook insiste en el “desafío” que supone ahora la implementación del plan de veinte puntos de Donald Trump, que exige, además del desarme de Hamás, el establecimiento de una fuerza de seguridad internacional y de nuevas estructuras de gobernanza en Gaza que no incluyan a Hamás.
El presidente estadounidense aseguró el jueves que habrá un “desarme” y una “retirada” de las tropas israelíes.
Pero la administración Trump tendrá que esforzarse mucho para finalizar el acuerdo y garantizar la implicación de los países árabes frente al gigantesco reto de reconstruir una Franja de Gaza devastada.
Por lo pronto, unos 200 militares estadounidenses serán movilizados para “supervisar” y “observar” la implementación del acuerdo, según un alto funcionario estadounidense que pidió el anonimato.

Aaron David Miller menciona al respecto un “universo de complejidades” para cada punto del plan, que carece de elementos “operativos”.
No hay “planificación detallada sobre cómo desmantelar y/o desmilitarizar Gaza, aunque se tuviera el acuerdo de Hamás, lo cual no es el caso”, según él.
El plan de paz estadounidense también contempla la creación de un “órgano internacional de transición” denominado “Comité de la Paz” presidido por el propio presidente estadounidense, pero sus detalles aún son vagos.
“Aunque llegó al poder con la intención de deshacerse de los compromisos estadounidenses en Oriente Medio, Trump acaba de asumir uno enorme: la responsabilidad de un plan de paz que llevará para siempre su nombre”, escribe Robert Satloff, director ejecutivo del Washington Institute for Near East Policy.