
Escribe: Eduardo Morón, Presidente de Apeseg
Imagínense al borde del mar con su menor hijo, tratando de enseñarle a construir castillos de arena. Su primera decisión es definir cuál será el lugar en donde empezarán a construirlo. Si optan por un lugar muy lejos de la orilla, la arena estará demasiado caliente para sentarse y demasiado blanda para construir algo que prometa quedarse de pie al menos por un tiempo. Si optan por un lugar demasiado cerca de la orilla, no sólo la arena tendrá demasiada humedad como para sostenerse, sino que las olas se encargarán de borrar sus intentos de construcción.
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Así como ese castillo necesita el lugar adecuado para sostenerse, el sistema de pensiones que queremos reconstruir necesita tres elementos que son esenciales para que sea duradero y verdaderamente útil. La reforma debe lograr que la mayoría de los peruanos tenga la capacidad de construir un fondo que, con certeza, financie su vejez, aunque lo haga de manera parcial.
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Estos tres elementos están asociados con la pregunta más importante: ¿para quién es esta reforma? Como siempre he dicho, las personas de altos ingresos no tienen un problema sobre cómo financiar su vejez. El verdadero problema está en que la mayoría de los trabajadores en el Perú tienen tres características: (a) ingresos volátiles, pues no tienen un empleo formal permanente; (b) la mayoría tiene ingresos relativamente bajos, al ser empleos de baja productividad; (c) hay una proporción amplia de trabajadores que vive con sobreendeudamiento, incluso recurriendo al sistema informal de créditos a tasas elevadísimas. Diseñar un sistema de pensiones como el de Dinamarca, donde todos tienen ingresos altos y formales, es muy fácil. Pero este no es el caso de Perú.
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No podemos olvidarnos de estas condiciones iniciales. Si la mayoría de los trabajadores son informales, sus ingresos serán volátiles y, por lo tanto, debo preocuparme por ofrecer un servicio que se acomode a ello. Habrá meses en que puedo ahorrar, otros en que me será muy difícil hacerlo. En la reciente reforma previsional correctamente se ha flexibilizado la forma de aporte con la introducción de las unidades de aporte. Por otro lado, si mis ingresos son regularmente bajos, prefiero una solución muy económica. La reforma apunta a mayor competencia que debería reducir el costo de prestar el servicio.
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Pero hay una consideración que ha quedado sin atención en la reforma. Si partimos de la condición inicial en la que el afiliado está sobreendeudado a tasas altas, no hay forma de evitar que la gente esté dispuesta a sacrificar el financiamiento de la vejez y empuje, una y otra vez, nuevos retiros de fondos. Las urgencias del presente se impondrán sobre la necesidad de construir, poco a poco, un fondo destinado a financiar la vejez.
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El problema de fondo es resolver esa condición inicial: estar sobreendeudado a tasas enormes. Hemos visto muchas iniciativas por el lado de abaratar el costo, poniendo topes que, sin embargo, no han resuelto el problema. Una alternativa interesante sería incluir un esquema de préstamos con devolución al fondo previsional por única vez, entendiendo que, para salir del pantano del sobreendeudamiento, se requieren dos acciones: (a) ajustar mis gastos a mis ingresos; (b) pagar mis obligaciones anteriores.
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Mi impresión es que no estamos poniendo suficientes incentivos para que las personas cuiden su calificación crediticia. El problema de vivir sobreendeudado es que no hacemos suficiente esfuerzo por evitar dicha situación. En otros países, la gente hace un esfuerzo muy especial por mantener un buen historial crediticio, porque es un elemento fundamental para acceder a muchas oportunidades, incluso para conseguir un puesto de trabajo. Es tan marcada la importancia de esto, que las personas, así como se saben de memoria su DNI, también conocen su calificación crediticia. Es un abrepuertas para muchas oportunidades. ¿Estamos, desde el sector formal de la economía, valorando de manera diferenciada a quienes hacen el esfuerzo por mantener una buena calificación crediticia?
El sistema de pensiones que estamos reconstruyendo será extremadamente frágil si es que no nos ocupamos de estos tres cimientos: un decidido esfuerzo por generar mayor espacio para el empleo formal, con ingresos menos volátiles y menores niveles de sobreendeudamiento. Se necesita tener ese piso firme para poder levantar un sistema de pensiones que funcione para la mayoría de los peruanos.
