
Escribe: Jorge Zapata Ríos, presidente de la CONFIEP
En días pasados oí algunos comentarios adversos a la entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado. Apelando a mi más absoluta convicción, creo que pocas veces ha sido tan merecido ese galardón. Son cada vez menos los hombres y mujeres que arriesgan todo por una causa, en este caso por la libertad de su nación, y es necesario reconocer ese sacrificio, pues de él depende, muchas veces, la vida de millones de personas.
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Nosotros también tuvimos patriotas que dieron la vida por un sueño: el de la construcción de una república libre y próspera. Los comandos caídos en la operación Chavín de Huántar son ejemplo de ello. Hoy los tiempos no nos exigen tanto, nos demandan, únicamente, involucrarnos en los problemas del país y sus soluciones. Tenemos una nación libre y ese solo hecho ya es una bendición. Sin embargo, somos más que eso: la tierra que nos vio nacer lo tiene todo para ser grande.

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Entre el 2003 y el 2019 pudimos sacar de la pobreza a 10 millones de peruanos. Fueron los mismos años en que el país creció a 5.1% en promedio. Hoy necesitamos retomar, y por qué no, mejorar esa meta, cosa que es perfectamente viable, y así poder acabar con la pobreza en poco más de diez años. Ese debe ser el objetivo de gobiernos, empresarios, trabajadores, y demás peruanos integrantes de la sociedad civil; todos unidos por un país de ciudadanos libres y sin carencias de necesidades básicas.
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Sabemos qué hacer. Si hemos perdido el ritmo es porque: deterioramos nuestras instituciones; retrocedimos en la calidad de los servicios brindados por el Estado; atrofiamos nuestra capacidad de construir la infraestructura necesaria para cerrar brechas; abandonamos las políticas conducentes a formalizar a millones de emprendedores y trabajadores; y no combatimos con eficacia al crimen organizado. El gran reto es reconstruir lo que estropeamos durante diez años. Y es posible, si elegimos bien a nuestras autoridades y representantes; y nos involucramos, vigilando, permanentemente, a los que se desvían en el camino.
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Los empresarios también somos ciudadanos y debemos participar más en política, sea directamente o apoyando económicamente, de acuerdo con la ley, a personas de comprobada honestidad, preparadas y con propuestas coherentes. Hoy más que nunca tenemos esa obligación. Las economías ilegales, sin duda, entrarán a jugársela –con recursos millonarios– por candidatos que luego devuelvan los favores.
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Es hora de pasar a la acción y de dejar de lado los temores. Hace varios años que empezamos a perder el rumbo del país y podemos perderlo por completo si no reaccionamos. No se les pide que, como Maria Corina Machado, se jueguen todo lo que tienen, incluida su vida, por el país; únicamente que asuman algunos riesgos que –de acuerdo con el nuevo marco legal– no serían mayores. El Perú se lo merece.







