A fines de los noventa, “privatizar” se convirtió en una mala palabra. Desde entonces, en el imaginario colectivo se le asocia con la corrupción del Gobierno de Fujimori y con tratos hechos bajo la mesa por Montesinos y sus secuaces. Poco importa que no haya evidencia de que el valor de los activos vendidos haya sido menor que el precio pagado por los compradores, o que la privatización haya cumplido con sus dos objetivos principales: reducir el impacto de las millonarias pérdidas de las empresas públicas sobre las finanzas públicas y reducir las distorsiones que introducían estas a los mercados. En mi opinión, el Perú no poseería las fortalezas fiscales que hoy sostienen la economía de no haber privatizado todo lo que privatizó.
!["El Perú no poseería las fortalezas fiscales que hoy sostienen la economía de no haber privatizado todo lo que privatizó”. (Ilustración: Lavida)](https://gestion.pe/resizer/v2/4SXGOJITIJEEZI4VZE2WEIZRVI.jpg?auth=995a0c5bd965c59b57556ee0e83ab28d386fc667992c61f69db703ef4e3b7f2b&width=280&height=158&quality=75&smart=true)
"El Perú no poseería las fortalezas fiscales que hoy sostienen la economía de no haber privatizado todo lo que privatizó”. (Ilustración: Lavida)
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