
Escribe: Javier Gamboa, gerente de Inversiones de RIMAC
( 30 de mauyo del 2025) Este 2025 viene siendo un año cargado de volatilidad en los mercados. A partir del conocido Liberation Day, en donde Donald Trump anunció la imposición de tarifas a varios países, se ha visto que los diferentes activos (monedas, acciones, bonos y metales preciosos) han mostrado comportamientos erráticos a merced de las nuevas noticias que han venido saliendo.
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El 2 de abril, luego del anuncio de los aranceles, se vio un colapso de las bolsas que llevaron al índice S&P 500 retroceder a lo largo de las siguientes semanas cerca de 10%, al dólar caer más de 5% contra las principales monedas de países desarrollados y al oro subir cerca de 10% debido a inversionistas en búsqueda de refugio.
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Hoy en día, luego de que el presidente Trump retrocedería en muchas de sus decisiones arancelarias, incluidas pausas para negociar con China y sus principales socios comerciales, pareciese ser que todo fue una falsa alarma. El índice S&P 500 se encuentra 4% por encima de sus niveles previo al anuncio de tarifas y el oro ha retrocedido alrededor de 4% desde su punto más alto, reflejando un mayor optimismo por parte de los inversionistas sobre el desenlace de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y el mundo.
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A pesar de la mejora en los mercados, hay dos activos que todavía no recuperan los niveles previos al escalamiento de la guerra comercial: El dólar y los bonos del tesoro americano. El dólar, representado por el DXY, se mantiene por debajo de los 100 puntos, acumulando una caída en el año de más de 9%, mientras que el bono del tesoro estadounidense a 30 años se encuentra por encima del 5%. Este comportamiento de los activos deja entrever que el daño causado por los vaivenes políticos liderados por Trump habría deteriorado la confianza de los inversionistas de una manera un tanto más estructural.
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A esta percepción de menor gobernanza y deterioro institucional, se le suma el grave problema fiscal que enfrenta el país. Estados Unidos afronta un ratio de deuda sobre PBI de más de 120% y un déficit fiscal mayor a 7% del producto bruto interno. Tanto es así que la agencia clasificadora de riesgo Moody’s rebajó hace unas semanas la calificación de Aaa a Aa1, citando el aumento del déficit y la creciente deuda pública como las principales razones. Si bien reconoce las importantes fortalezas económicas y financieras de Estados Unidos, estas ya no contrarrestarían totalmente la caída de las métricas fiscales.
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Sumando ambos factores parece ser que los inversionistas están buscando diversificar en otros activos refugio como el oro u otras monedas duras como el yen japonés o el franco suizo. Hacia adelante se avizora un panorama complicado para los Estados Unidos y tienen un duro reto si quieren mantener la percepción de Estados Unidos como un país excepcional para las inversiones y dueño de una de las monedas más fuertes y seguras del mundo.