
La Sunat ha pasado a engrosar la lista de entidades públicas que cambian de jefatura con mucha frecuencia. Es una peligrosa tendencia que se inició con el régimen de Pedro Castillo y se ha exacerbado con el de Dina Boluarte. Si un alto funcionario no dura el tiempo suficiente en el cargo, sobre todo si está a la cabeza del organigrama, es probable que no consiga aplicar las mejoras que motivaron su nombramiento. Además, la pésima costumbre del Estado peruano es empezar desde cero cada vez que llega un nuevo jefe, ya sea ministro, presidente ejecutivo, director general, etcétera. Ni qué decir de alcaldes y gobernadores.
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Claro que una permanencia duradera no necesariamente asegura un manejo adecuado. Fue el caso de Luis Vera Castillo, quien fue jefe de la Sunat desde el 2020 hasta marzo del año pasado. Aparte de que mantuvo un perfil muy bajo, en una entidad que debía contar con presencia mediática, su gestión no dio pasos importantes para mejorar la eficiencia de la recaudación tributaria. Quizás sí hubo esfuerzos, como estrategias para ampliar la base tributaria efectiva, pero en vista que Vera no concedía entrevistas, era difícil saberlo.
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El exministro de Economía, José Arista, lo cambió por Gerardo López Gonzales, quien arrancó con buen pie: presentó un plan integral para apuntalar la fiscalización y reducir la informalidad, con el uso de tecnología y digitalización de procesos. Pero no llegó a los siete meses. A principios de octubre, Arista optó por Víctor Mejía Ninacóndor, quien retomó el hermetismo previo y su gestión pasó desapercibida.
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El fin de semana, el titular del MEF, José Salardi, reemplazó a Mejía por Marilú Llerena Aybar. La nota de prensa respectiva destaca que es la primera mujer que ha hecho carrera en la Sunat en asumir su jefatura. Pero ninguno de esos argumentos garantiza un trabajo que esté a la altura de las expectativas. Por ejemplo, sus tres antecesores inmediatos también son funcionarios de carrera y ninguno funcionó. La Sunat ha tenido eficientes jefas, aunque no hayan hecho carrera en la entidad, como Nahil Hirsch y Tania Quispe, entre otras, así que Llerena tiene referentes relevantes.
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Pero mucho depende de que la dejen trabajar, pues si los ajustes que urgen en la Sunat llegan a ser implementados, necesitarán tiempo para cuajar. Un detalle llamativo en la nota de prensa es que resalta la experiencia de Llerena en Aduanas, la otra responsabilidad que tiene la entidad. Habrá que confiar en que la flamante superintendenta informe qué acciones tomará para modernizar la administración de las aduanas del país.