
El miércoles pasado, el recién juramentado titular del Ministerio del Interior (Mininter), Vicente Tiburcio, anunció que su gestión impulsará una “reforma integral” de la Policía Nacional del Perú (PNP). El objetivo será “remover a los malos elementos involucrados en actos de corrupción o con nexos con el crimen organizado”, según nota de prensa del Mininter. También señaló que se fortalecerán las capacidades de investigación criminal e inteligencia operativa de la PNP, para lo cual se asignarán recursos, equipamiento y tecnología de punta.
Todo muy bien, pero se sigue omitiendo en las propuestas de reestructuración de la PNP un factor fundamental. Se trata de la formación de oficiales y suboficiales, pues muchas de sus deficiencias profesionales provienen de la educación que recibieron en sus respectivas escuelas. La de oficiales está en Lima –la carrera dura cinco años–, mientras que una veintena en casi todo el país forma suboficiales –en tres años–. Cuando algunas de las innumerables “reformas” de la PNP las tomaron en cuenta, fue para reducir o aumentar su cantidad.
El 2019, había 27, pero el Gobierno de entonces decidió cerrar 17 y convertirlas en centros de especialización y reentrenamiento. El entonces viceministro de Seguridad Pública del Mininter, Ricardo Valdés, señaló a Perú21 que gestionar 27 escuelas era ineficiente, “porque no hay tantos profesores especializados” ni suficientes recursos “para estandarizar el nivel de enseñanza y no se pueden prevenir actos de corrupción, como el cobro de cupos”. En marzo del 2023, Dina Boluarte anunció que se abrirían 16 escuelas en “diferentes regiones”, para reforzar el accionar de la PNP.
Según data del Mininter al 31 de agosto, había 137,042 efectivos policiales (10,122 oficiales y 126,917 suboficiales); un elevado 28.5% de oficiales realizaba funciones administrativas. Un ejemplo de la poca importancia que se otorga a la formación, es que apenas 269 efectivos hablan quechua, y doce, aymara. No forma parte de la data el dominio del castellano, pero son notorias las dificultades de redacción de documentos básicos como partes policiales, los que corren el riesgo de ser rechazados por fiscales porque no se entienden o son elaborados sin respetar protocolos que los policías deberían conocer desde “cachimbos”.
Y este mes, la PNP suspendió los exámenes de destreza técnica para el tiro y de aptitud física para ascensos de suboficiales, amparada en una ley promulgada por insistencia por este Congreso (Ley 31873). Insistimos, una reforma integral de la PNP tiene que arrancar desde la formación.