
El presidente José Jerí cumplió su primer mes en el cargo con 55.9% de aprobación, según encuesta de CPI presentada por RPP. El mayor respaldo lo obtuvo en el norte (costa y sierra) y en el oriente. En el sur (costa y sierra), en cambio, no llegó al 50%. Sin embargo, comparada con la aprobación de Dina Boluarte –que terminó en 3%–, la de Jerí resulta bastante auspiciosa. Un factor sería justamente la destitución de su impopular e incompetente antecesora. Otro, su estilo cercano y cordial, que contrastaba con la displicencia, arrogancia y declaraciones absurdas de Boluarte.
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Todo a pesar de los antecedentes no muy santos de Jerí, pero que logró poner en segundo plano con sus primeros anuncios y medidas –aunque demoró casi una semana en nombrar a su primer Gabinete–. Desde un inicio, señaló que el principal objetivo de su Gobierno sería la lucha contra la inseguridad, y recurrió a la vieja receta de la declaratoria de emergencia (en Lima y Callao), pero precisó que está vez las medidas aplicadas sí funcionarían. La campaña comunicacional activada anunciaba que se pasaría “de la defensiva a la ofensiva”.
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Lamentablemente, no ha ocurrido mayor cambio ni mejora. Durante el primer mes de la gestión de Jerí ocurrieron 157 homicidios. Desde que el estado de emergencia fue declarado el 22 de octubre, hasta el 11 de noviembre, se registraron 36 homicidios en Lima y Callao. Y continúan los ataques con armas a buses y combis, extorsiones y asaltos. Es que requisando celulares no se soluciona el problema, ni visitando cárceles. Tampoco trasladando reos a instalaciones de máxima seguridad si sus compinches permanecen en las de mínima seguridad. Hace una semana, el Gobierno “reforzó” el estado de emergencia con medidas que incluyeron el izamiento de la Bandera y la entonación del Himno Nacional en entidades estatales (¿?).
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Y Jerí ha comenzado a cambiar el tono de sus declaraciones. Ya no se muestra muy receptivo y ha estado pasando a la defensiva. Encima, las señales que está emitiendo su Gobierno están siendo contradictorias. Hace una semana, se decretó austeridad en el Poder Ejecutivo y días después, con la anuencia del MEF, casi se duplicó el sueldo al personal diplomático (el Tribunal Constitucional se aumentó los suyos por decisión propia). También han surgido las evasivas, en particular sobre una revisión de las leyes procrimen y las que afectan el equilibrio fiscal aprobadas por el actual Congreso –el que ungió a Jerí–. La opinión pública no tiene mucha paciencia. Si los anuncios no se transforman en acciones eficaces, comenzarán los cuestionamientos.







