
En abril, el déficit fiscal bajó a 2.9% del PBI (3.3% del PBI en marzo). Este dato será el punto de referencia de la gestión del flamante titular del MEF, Raúl Pérez Reyes, pues servirá para evaluar su manejo de la política fiscal. Por el lado de los ingresos, la recuperación de la economía nacional seguirá apuntalando la recaudación tributaria, aunque habrá que tener en cuenta que las tasas de crecimiento ya no serían tan altas como la de marzo (4.67%). También figura el “efecto Trump”, que ya obligó al MEF a revisar a la baja su proyección de expansión del PBI para este año y al BCR a reducir su tasa de interés. Si se crece menos, se recauda menos.
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Sin embargo, el mayor reto –y obstáculo– de Pérez-Reyes será mantener a raya el gasto público, en particular el gasto corriente. La última iniciativa de su antecesor, José Salardi, de ahorrar S/ 4,000 millones con la extinción de catorce programas de inversión pública, fue el motivo de su salida (en palabras del propio Pérez-Reyes). Para hacer una comparación, la inversión pública de abril sumó S/ 3,873 millones. La presidenta Dina Boluarte, que en un principio avaló la propuesta de Salardi, prefirió sacarlo, en lugar de ahorrar, porque había discrepancias en el Gabinete en torno a los programas que desaparecerían. Por cierto, el MTC, que entonces estaba al mando de Pérez-Reyes, tenía tres en dicha lista.
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La interrogante es si el nuevo titular del MEF será capaz de pasar de ejecutor de un presupuesto sectorial a “guardián del tesoro público”: saber decirle “no” a la presidenta y a sus colegas en el Gabinete, gobiernos subnacionales y congresistas, ante las presiones por más recursos para sus respectivos pliegos, las que se acentúan en periodos electorales. La elaboración del Presupuesto Público del 2026, cuyo proyecto deberá estar listo en agosto, será una difícil prueba para Pérez-Reyes. Esperemos que no incluya fuentes de ingresos fantasmas para justificar gastos, como hizo José Arista con el presupuesto de este año, cediendo a las presiones.
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Queda mucho por aclarar. Por ejemplo, si se extinguirán programas de inversión pública, si habrá un nuevo paquete del shock desregulatorio, si habrá cambios en el equipo económico (viceministerios, Sunat) y si se mantendrá el enfoque de asociaciones público-privadas (APP) pues Pérez-Reyes parece inclinarse por el de obra pública, mucho más oneroso ya que carga todo el gasto al Estado. Otra preocupación es que la improvisación de los cambios afecta la imagen del país con los inversionistas.