
La semana pasada, cuando Donald Trump retrocedió con sus aranceles recíprocos (excepto para China), mantuvo una tasa mínima de 10% para casi todo el resto del mundo, incluido el Perú, que ya enfrentaba ese arancel desde el 5 de abril –excluidos ciertos subproductos mineros–. Pero esa tregua solo durará 90 días. En esta columna, nos preguntamos si las nuevas reglas del juego serán amenazas, caos, corrección y renegociación, y advertimos que el Perú debe prepararse (Gestión 10/04/2025). A juzgar por la actitud de Trump y los mensajes que está emitiendo su Gobierno, parece que el tratado de libre comercio (TLC) que nuestro país tiene con Estados Unidos está en riesgo, a menos que se renegocie.
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El lunes pasado, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), publicó un tuit que precisa que la tala y la minería ilegales en Sudamérica, en particular en Brasil, Perú, Colombia y Ecuador, exacerban la degradación ambiental y crean competencia desleal que daña a las empresas estadounidenses comprometidas con la provisión responsable y el cumplimiento de la legislación ambiental. La USTR tiene rango de ministerio y se encarga de negociar los acuerdos comerciales de su país.
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El mensaje se hace más claro en el último párrafo del tuit, pues asevera que los exportadores estadounidenses se ven perjudicados por esas actividades ilícitas, que distorsionan los mercados de commodities y reducen sus precios. Si bien resulta paradójico que el Gobierno de Trump se preocupe por el medio ambiente, es cierto que tiene la sartén por el mango y que buscará cualquier excusa para obligar a los países citados a negociar (o a ceder a sus presiones).
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Sin embargo, es evidente que el Perú está haciendo muy poco, casi nada, para combatir la tala y la minería ilegales: los asesinatos de activistas forestales y trabajadores mineros quedan impunes –en ocasiones ni siquiera son investigados– y el Congreso ha estado legislando a favor de ambas actividades ilícitas.
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La misma falta de interés por mejorar se observa en temas que atañen directamente al TLC y que forman parte de informes anuales que elabora la USTR. El de este año, publicado el 1 de marzo, reitera problemas pendientes en el Perú como la piratería y la falsificación –menciona explícitamente a Gamarra y Polvos Azules– y la mejora de derechos laborales en sectores de exportación no tradicional, entre otros. El caso es que, ahora, el Perú tendrá que manifestar más que voluntad de cambiar la situación y deberá mostrar avances. Pero el Gobierno de Dina Boluarte no está preparado para tremenda tarea.