
Escribe: Antonio Risso, Managing Director de Wealth Management de Credicorp Capital
Una de las preguntas más frecuentes entre los clientes últimamente es: ¿qué va a pasar con el dólar? Y es que el US Dollar Index (DXY) ha sufrido una caída de 10.6% en lo que va del año, lo cual ha despertado dudas sobre las perspectivas de la moneda estadounidense y su rol como moneda de reserva global.
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Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el dólar ha sido la moneda de reserva mundial. El acuerdo de Bretton Woods estableció que el dólar se vincularía al oro y que el resto de los participantes del acuerdo se indexarían a dicha moneda. Aunque en 1971, el presidente Nixon puso fin a este sistema, el dólar se ha mantenido como la moneda de referencia en el mundo tanto por su presencia en los mercados financieros como por la confianza otorgada por los bancos centrales y otras instituciones globales. Actualmente, esta divisa representa el 57% de las reservas extranjeras a nivel mundial, participa en cerca del 80% de las transacciones del mercado cambiario y en casi el 50% de los pagos globales.
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A pesar de esta fuerte presencia, han surgido cuestionamientos sobre su futuro. El nuevo orden comercial que pueda traer la nueva administración de Donald Trump y la creciente deuda estadounidense –que ya equivale al 120% de su PBI– alimentan la incertidumbre. El recientemente aprobado Big Beautiful Bill con mayores gastos fiscales, podría aumentar el déficit en Estados Unidos generando potenciales presiones adicionales de depreciación sobre el dólar. La volatilidad este año ha estado impulsada por los posibles efectos de estas nuevas políticas. Los aranceles pueden causar inflación y perjudicar al crecimiento económico mientras que el alto nivel de deuda puede llegar a influenciar las decisiones de la Fed en el largo plazo.
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Aún con estos desafíos, no se vislumbra un sucesor claro para el dólar. El renminbi chino carece de la liquidez y confianza necesarias para reemplazar al dólar mientras que el euro, como moneda de un bloque monetario, enfrenta limitaciones institucionales que dificultan una acción rápida y coordinada pues debe considerar los intereses de todos sus miembros.
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Mientras tanto, el dólar sigue siendo la principal moneda del comercio global. El petróleo continúa cotizando en dólares desde la década de los 70. Si bien la inflación y el endeudamiento plantean retos a mediano plazo, se espera que Estados Unidos logre enfrentarlos en el largo plazo bajo una política fiscal y monetaria más estricta. Hoy Trump tiene un objetivo claro: impulsar el crecimiento económico mediante recortes de impuestos y el fortalecimiento del sector manufacturero. Aunque esto pueda generar volatilidad, el consenso es que la confianza en el dólar a largo plazo permanece intacta. Su actual debilidad, más que una señal de alarma, podría ser una ventana de oportunidad.